Nos hallamos en el tranquilo y apacible Parque Yellystone, donde el pícaro Oso Yogi y su inseparable compinche de aventuras Bubú tienen instalada su morada. Ambos se disponen a emprender su habitual paseo matutino anterior al almuerzo, y de paso, inspeccionar las inmediaciones del paraje en el que tienen previsto perpetrar su próxima fechoría en […]
Nos hallamos en el tranquilo y apacible Parque Yellystone, donde el pícaro Oso Yogi y su inseparable compinche de aventuras Bubú tienen instalada su morada. Ambos se disponen a emprender su habitual paseo matutino anterior al almuerzo, y de paso, inspeccionar las inmediaciones del paraje en el que tienen previsto perpetrar su próxima fechoría en el menor tiempo posible, con la mayor eficacia, al margen de la estrecha vigilancia a la que les tiene sometidos la autoridad del lugar. Todo va como de costumbre, y llegan los primeros turistas provistos de las típicas cestas repletas de exquisitos y suculentos manjares, en los que seguramente ya habrán reparado los golosos ojos de nuestros dos simpáticos amigos. Mas, noticias llegadas de muy lejos, darán al traste con la secuencia lógica de los acontecimientos por todos conocida, sumiendo en la incertidumbre el despreocupado Carpe Diem, y el Beatus Ille en el que trascurren sus plácidos días.
¡Huohohoyyy! ¡Búbú! Acabo de darme una vuelta por la cabaña del guardabosques y no me he podido resistir: le he afanado este teletipo. ¡Oso que está informado nunca será cazado! Veamos qué dice su titular: «El rey de España mata un oso borracho». ¡He! ¡He! ¡He! ¡Heyyy! Veo la sorpresa en tu gesto Búbú. Yo también he entendido lo mismo. ¡Craso error! Por esta vez, el rey de copas no es quien nosotros pensamos, sino nuestro congénere, el bueno de Mitrofan, otrora alegre y dicharachero colega del osito Misha, a la sazón, mascota oficial de las Olimpiadas de Moscú.
No sé a ti, ¡Búbú! ¡Pero me da en la nariz que no ha sido limpia la lid! Nuestro camarada apenas contaba con tres añitos de edad, pesaba sólo 150 kg, y a fe mía que era goloso y glotón como todo hijo de vecino, pero nunca probaba el alcohol de no ser obligado a ello, pues era abstemio. Veamos qué más dice: Bla, bla, bla, un periódico ruso, el «Kammersant», se hizo eco del suceso, hará cosa de una semana, gracias a la denuncia interpuesta por el vicedirector del departamento para la protección y el desarrollo de los recursos naturales de Vologda. ¡Hey! ¡Ahí es nada! Llamado Sergei Starostin. Bla, bla, bla. Este alto funcionario ruso destapó la lamentable y bochornosa práctica con la que su Gobierno tiene a bien agasajar a los más ilustres mandatarios extranjeros que les visitan, cuál esŠ ¡Huohohoyyy! ¡Búbú! ¡Agárrate fuerte las orejas! Organizar cacerías amañadas donde los animales somos debidamente drogados momentos antes de ser puestos a tiro en el coto de caza, negándosenos así toda oportunidad. ¿Qué te decía? ¡Habráse visto! Pero continuemos con la lectura ¡Búbú!, de ello podría depender nuestras vidas. ¡Si no dejas de leerŠ nada dejarás de saber! ¿Te lo puedes creer? Aquí se refieren a Mitrofan como la «pobre bestia» ¿quién es el bestia? Más abajo dice que antes de dar comienzo la cacería, nuestro correligionario disfrutaba de su dichosa existencia en su veraniega residencia de Novlenske, donde de buenas a primeras fue capturado, metido en un deplorable cajón-jaula y trasladado sin miramientos a tan fatídica farsa. ¡He! ¡He! ¡He! ¡Heyyy! ¡aquí lo dice bien claro: durante el penoso trayecto se le suministró un colosal mejunje de rica miel, aderezada con abundante vodka de la peor calidad. ¿Te das cuenta? ¡Esta es la nueva treta que han ideado para darnos caza y captura! ¡Pero yo soy un oso muy listo! De ahora en adelante, nos abstendremos de sustraer a los turistas cesta alguna, por si un agente secreto al servicio de su majestad, deseara tendernos una trampa.
Huelga decirte ¡Búbú! lo piripi que salió de su triste habitáculo el pobre Mitrofan. Por supuesto, la Casa Real ha desmentido rotundamente el incidente. Pero fuera de las fronteras, de su coto mediático, sus palabras no deben gozar de mucho crédito, pues a la creciente repercusión diplomática, a la carta abierta que la actriz francesa Brigitte Bardott le ha remitido publicada a su Alteza en los distintos medios europeos, a la enérgica protesta de repulsa expresada por distintas organizaciones internacionales, ahora se ha sumado el propio presidente de la región de Vologda, V. Pozgalve, quien superado por los acontecimientos, se ha visto forzado a abrir una investigación para esclarecer los hechos por los que el mismísimo Putin, desde el Kremlin, ha mostrado su interés, no en vano es presidente de una vasta nación, conocida en todo el orbe, como el Gran Oso Ruso. Pero no te hagas ilusiones ¡Búbú!, no seas iluso. Mientras ande suelto tan soberano irresponsable, tú, yo y todos los de nuestra especie estaremos en peligro. Por ello, ya podemos ir advirtiendo a Ricitos de Oro, para que a su vez, dé el parte a los Tres Ositos, y que éstos pasen la bola al Osito Misha, a Balú, en la India, a Yakie el osito, a Ben, en las Montañas Rocosas, hasta, no estaría de más, que se diera la voz de alarma a los ositos de peluche, incluidos, los de Froilán y toda la cuchipanda, todo sea que el mequetrefe de su abuelo, despechado por no encontrar ejemplares en la fauna, la emprenda a tiro limpio con ellos.
¡Hey! ¡Búbú! No creas que he empleado la expresión «soberano irresponsable» de modo coloquial y arbitrario, ¡muy al contrario!, resulta que este individuo está sancionado por la Constitución española como un auténtico y genuino irresponsable. Es decir, que carece de responsabilidad. Y por consiguiente, haga lo que haga, diga lo que diga, no puede ser juzgado ni llevado ante tribunal alguno, pues Su Majestad, en esto, como en todo lo demás, parece estar por encima de la ley, cuando con idénticos hechos otros ya se encontrarían al margen de ella, o en la cárcel. Y claro está, ¡Bubú! él, sin vergüenza, trapisondista donde los haya, se jacta de sus trofeos obtenidos ora en Tanzania, ora en Tailandia, sin ser tenido por ello como sanguinario turista reincidente. Pues ahí donde lo ves, la tiene tomada con los de nuestra preciada piel. Al menos así lo deduzco yo de otro turbio asunto acaecido allá por la primavera de 2004 en Rumanía, donde también pereció un colega en oscuras y etílicas circunstancias andando el susodicho por medio.
Sin que sirva de precedente, he perdido el apetito ¡Búbú! Será mejor recogernos e invernar antes de tiempo, dando por finalizada la temporada estival. No deseo acabar mi disoluta y feliz existencia de alfombra en la Zarzuela. Según nos vaya entrando el sueño, hagamos por recordar tiempos más propicios, en los que los reyes acababan sus días de cacería, como el visigodo Fabila, hijo de Pelayo, devorado por un ancestro nuestro y de Mitrofan.
* Nicola Lococo – Filósofo