Leer nos da la posibilidad de poner en relación lo que nos precede con lo que acontece, además lo que puede producirnos es que le demos la vuelta a la filosofía con que nos quieren colonizar, con lo que nos quitaríamos de encima esa idea tan perniciosa de que no se mueve nada, puesto que […]
Leer nos da la posibilidad de poner en relación lo que nos precede con lo que acontece, además lo que puede producirnos es que le demos la vuelta a la filosofía con que nos quieren colonizar, con lo que nos quitaríamos de encima esa idea tan perniciosa de que no se mueve nada, puesto que veremos que el mundo se mueve y mucho, y además somos quienes lo cambiamos.
Pero ese resultado lo dan algunas lecturas y cierta forma de leer, la que nos socializa y por tanto nos da un cierto grado de poder. Y aquí entra la necesidad de leer para comprender, para ver y poner remedio, entonces ya estamos en el cambio.
Un libro que necesitamos para dirigirnos a ese propósito tan loable recoge artículos sobre libros, su lectura nos alivia de la pesadilla de la búsqueda imprecisa. El libro nos hace sentir avidez por la relectura y por el encuentro con el libro comentado para entrañarnos en sus páginas. Me refiero a «La culpa es de los libros», de Pascual Serrano. Recorremos a Primo Levi, que en «Los hundidos y los salvados» señala a los «salvados» en la Alemania nazi, y nos pondremos a ver por asociación lo que los nazi-sionistas llevan a cabo con el pueblo palestino.
Encontramos el comentario de Stefan Zweig sobre J. Fouche (1759-1820), «traidor nato, miserable intrigante, puro reptil, transfuga profesional, vil alma de corchete, deplorable inmoralista», (Fouché. Retrato de un hombre político.» Fouché antes de la revolución francesa era un alma caritativa que durante la revolución hizo el papel de revolucionario del momento, que continuó como millonario, aristócrata y ministro de Luis XVIII y asesino de todos aquellos con los que había estado. El engaño ha sido una jugada muy fuerte en las manos de alguno, con el único fin de hacer que sus intereses de clase quede como brújula de las sociedades.
Otro de los artículos del pequeño libro toca «Educación para la ciudadanía», de Fernández Liria y Alegre Zahonero, con ello nos mete en la actualidad de la mercancía humana para el trabajo que hoy conocemos como trabajo basura, temporal, subcontrata, … que significa la individualización de los miembros de la clase trabajadora, para reducir su carácter social y erradicar la imagen de explotación de los iguales a expensas de unos pocos.
Un poco más allá recorre libros de Chomsqui, James Petras, Alfonso Sastre, Nietzs, sobre los intelectuales y el compromiso político en el que observa la inversión de los dueños de todo, inversión que hacen con el fin de que las gentes del intelecto no se posicionen o participen del mantenimiento de la norma social. Pascual Serrano propone la creación de núcleos que trabajen en la difusión de noticias y hagan una narración denunciante de los acontecimientos, núcleos en los que los intelectuales colaboren y la gente del pueblo los sienta suyos y los ayude con recursos y difusión, núcleos que no dependan nunca de la clase interesada en sostener el sistema.
En el artículo al libro «El álgebra de la justicia», de Arundhati Roy, nos descubre un aspecto de la vida tan criminalmente divertida del Premio Nobel de la Paz Obama: los martes por la mañana, aquí hay café, se reúne con sus empleados para decidir a quien matar en el mundo, y firma individualmente cada crimen a cometer decidido entre gente tan selecta. Como hacía Franco, pero éste asesino firmaba las penas de muerte tomando chocolate con picatostes. Como hacen los nazi-sionistas Netanyahu, Lieberman y demás equipo con sus crímenes selectivos de palestinos. Obama lleva firmados y realizados «268 ataques que han causado miles de muertos» hasta el mes de abril de 2012. La información que aporta la documentación conseguida sobre años anteriores indica cifras que suben a varios miles los asesinatos. La ONU le exige respeto del Derecho Internacional, tratado que EEUU ha firmado y no respeta, igual que hace en Guantánamo, aunque el caso al que se refiere Pascual Serrano es menos conocido, o quizás sus periodistas lo ocultan más.
Y tomando como base el libro de Ricardo Alarcón «Cuba y la lucha por la democracia» observa los procesos electorales también en España, donde los bancos financian a sus partidos PP-PSOE y les perdonan las deudas; ¿y dónde esta el negocio?: el negocio es la articulación por la que sus partidos les dan el dinero del Estado: el camino de ida y vuelta del dinero entre corruptores y corruptos.
La lectura de Pascual Serrano de «Los condenados de la tierra», de Frantz Fanon, nos pone ante el problema de la colonización de nuestros sistema de pensamiento fomentando el individualismo, la indiferencia, nuestra separación y menosprecio cada vez mayor de lo común, del futuro en el que se encuentra la liberación social.
Nos invita a leer otros libros en sus comentarios, «Discurso de la servidumbre voluntaria», de Etienne de La Boétie; «Un enemigo del pueblo», de Henrik Ibsen; «Poemas y canciones», de Bertolt Brecht; y termina con el comentario a «Primero como tragedia, después como farsa», de Slavoj Zizek, en el que se plantea la diferencia entre derecho y permiso, y se explica por qué el derecho es poder en manos de quien dispone de tal derecho, mientras que el permiso es poder en manos de quien lo otorga: «La gran farsa tras la caída del muro de Berlín es que nos han vendido como democracia un sistema que solo nos da permisos, pero no nos garantiza nada ni nos proporciona derechos, … el derecho no necesita condición previa -dinero, por ejemplo-.» Como no es así, no tenemos derechos sino permisos, y por tanto los que los otorgan no nos dan poder.
Vamos a cambiar con esta lectura.
Título: La culpa es de los libros.
Autor: Pascual Serrano.
Editorial: Icaria.
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Dietario de crisis», lo encuentras en Libros libres, de rebelion.org; y es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», edita Fundación Domingo Malagón.