Ayer a la noche la causa del socialismo y el antiimperialismo perdió una de sus grandes figuras. Leo Panitch falleció mientras se encontraba internado en un hospital de Toronto para un tratamiento oncológico -de buen pronóstico, debo aclarar- a causa del Covid-19. El contagio le produjo una neumonía fulminante que en un par de días le ocasionó su muerte.
Panitch fue un protagonista fundamental en la renovación del marxismo y, especialmente, en la teoría del imperialismo. Lo mismo cabe decir de sus aportes en el campo de la teoría y la praxis del movimiento obrero y las fuerzas socialistas en sus luchas contra la dominación capitalista. Nueve libros e infinidad de artículos e intervenciones periodísticas de diverso tipo dan prueba de la fecundidad de su inteligencia. Pero Leo no sólo era un incisivo analista; también fue un militante incansable, dueño de una energía tan desbordante como contagiosa.
Fue durante más de un cuarto de siglo editor de una de las revistas de pensamiento marxista más importantes del mundo: la Socialist Register, un anuario fundado por Ralph Miliband y John Saville en 1964 como respuesta al liquidacionismo teórico y la consecuente capitulación práctica que ambos advertían en ciertos sectores de la izquierda británica y europea. Hacia mediados de los años noventas Leo asumió la conducción editorial siguiendo fielmente la línea política trazada por sus fundadores junto a Colin Leys y, más tarde, con Greg Albo. Tuve la inmensa fortuna de conocerlo y tratarlo asiduamente en múltiples reuniones de la izquierda internacional y latinoamericana: Londres, México, Caracas, Río, Sao Paulo, Buenos Aires fueron sitios de encuentro en donde sus observaciones sobre las rápidas y perversas mutaciones del capitalismo actual y sus nefastas implicaciones eran diseccionadas por él, en un esfuerzo constantemente dirigido a una fervorosa audiencia de movimientos sociales y fuerzas políticas de izquierda que lo escuchaba deslumbrada por la precisión y claridad de sus discursos. Dada la escasa disponibilidad de las traducciones de su obra a lengua castellana en uno de esos encuentros le propuse que autorizara a CLACSO hacerse cargo de la traducción de la SR al castellano y al portugués, tarea que se concretó con los anuarios de los años 2004, 2005 y 2006 pero que luego, por causas que ignoro y mucho lamento, fue discontinuada en los años siguientes. Esos tres gruesos volúmenes están disponibles en la magnífica Biblioteca Virtual de CLACSO www.clacso.org y no puedo ser más enfático en recomendar su lectura. En los dos primeros, 2004 y 2005, se sintetizan sus pioneras reelaboraciones teóricas en relación al imperialismo contemporáneo escritas en colaboración con Sam Gindin. Contribuciones, dicho sea al pasar, cuya justeza no ha hecho sino acrecentarse con el paso del tiempo.
Pero además de su brillantez intelectual y su ejemplar militancia Leo era un genuino socialista: generoso, altruista, ajeno a cualquier tipo de sectarismos, enemigo implacable de los esquematismos teóricos que tanto daño hicieron al desarrollo del pensamiento marxista; siempre abierto al diálogo y la controversia. Un hombre que sabía combinar sus descarnados análisis sobre el capitalismo contemporáneo y los crímenes del imperialismo sin una pizca de derrotismo, con ese “optimismo de la voluntad” que reclamaba Gramsci como condición para poder revolucionar el mundo y no tan sólo estudiarlo y lamentarse de sus miserias. Panitch ha partido, pero nos dejó un legado riquísimo que nos seguirá guiando y que florecerá aún con más fuerza en las sucesivas generaciones de luchadores anticapitalistas y antiimperialistas.