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Ley de Educación General : la medida de lo posible y la osadía de los sueños

Fuentes: Rebelión

Una vez más el poder dice NO y se comprende, más bien nos recuerdan, que son poder precisamente porque dictan la medida de lo posible y repiten que la política es el arte de lo posible. Y como los destinos colectivos no pueden llevar dos rumbos a la vez, la primera posible paradoja es que […]

Una vez más el poder dice NO y se comprende, más bien nos recuerdan, que son poder precisamente porque dictan la medida de lo posible y repiten que la política es el arte de lo posible. Y como los destinos colectivos no pueden llevar dos rumbos a la vez, la primera posible paradoja es que esta vez el poder ha dicho no diciendo sí a un remedo infame de las demandas que inspiraron la lucha estudiantil, diciendo sí a un acomode nuevamente funcional a un orden educativo segmentador e irracional, único en el mundo donde se lucra con dineros del Estado y los colegios son administrados por alcaldes. No hay paradoja, porque no hay cambio. El poder es uno y avanza en la dirección de su re-creación, auto-re-producción.

La segunda pseudo paradoja es una que se atreve a plantear el ministro Vidal como gran maravilla diciendo sonriente «derogamos una ley de Pinochet con los votos de los pinochetistas». Se nos invita a creer que los malos no lo son ya tanto y se han sumado a la fuerza de los cambios. En realidad, hay que preguntarse más bien cuánto se ha pinochetizado la Concertación a la hora de medir la dirección de los cambios. Y es que ya la internalización y naturalización del know-how neoliberal en el poder les hace decir o incluso ver otra cosa negando lo evidente: un estado subsidiario i-rresponsable de la formación de los jóvenes.

La tercera paradoja, y esta sí es real, es la que se expresa en el cuadro general, en la suma del proceso socio-histórico donde si bien, los cambios son impulsados por una fuerza social masiva, radical y progresista, el resultado es asimilado e incluso capitalizado por la maquinaria binominal del poder que aprovecha de aceitar sus engranajes y actualizar sus métodos. La discusión ausente es el negocio de demasiados políticos de derecha y concertación propietarios o sostenedores de colegios.

¿Pero la discusión dentro del poder ha sido también ideológica? Sí y no. Dónde y cuándo poner la palabra Estado y qué se entiende por educación pública fue en un momento la piedra de tope para la aprobación de la LGE y las discusiones de fondo aparecían tibias y tímidas. La derecha empezaba a mostrar dientes y uñas. Pero la duda es derecho y lo ejercemos preguntando cuánto hubo ahí de un dramatismo necesario para la puesta en escena mediática, el suspenso necesario de un buen show cuyos espectadores más atentos eran jóvenes que construyen su primera experiencia política en cada liceo tomado usando esas mismas palabras que ahora ven repetidas en el parlamento y los noticiarios, se va entendiendo qué es esto de la política, hay un lenguaje común y una ilusión que crece. Al fin, no fue más que eso y prueba de ello es el recorte balsámico pero brutal a las indicaciones originales y, por supuesto, la vergonzosa rapidez y efectividad del llamado a terreno a los sectores «díscolos» que personificados en Carlos Montes, no dudaron en abuenarse con la LGE tras haberse juramentado en contra varias veces y en público. O tal vez dudaron pero a la hora de cuadrarse no valen dudas.

El poder tiene sus formas de decir «no», no es un no seco y duro, es un no con palmaditas en el hombro, a lo amigo. La medida de lo posible, viejo adagio de Aylwin, está ahí para llevar todo y a todos los del poder al cauce de las razones de Estado y la gobernabilidad.

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Y es justamente esa gobernabilidad traducida en instituciones y represión, con anclajes y enclaves autoritarios la que es cada vez más ilegítima para los miles de jóvenes, verdaderos protagonistas de esta marejada social con un potencial latente de cambios. La irrupción masiva del 2006 incubada desde el 2001 tenía ya tintes de ser no sólo una cólera contra lo que pasa en los colegios o con la educación. Era el poder lo que se desafiaba cuando se desobedecía a Zilic y su llamado a dejar las tomas.

En ese momento decíamos:

a) Es esta la primera auténtica movilización social masiva y fuerte con independencia relativa de organizaciones políticas particulares (especialmente el PC) en el período de los gobiernos de la Concertación.

b) Las movilizaciones estudiantiles han puesto en jaque por primera vez una de las bases del Estado Neoliberal, su sistema educativo.

c) Las movilizaciones estudiantiles han contribuido poderosamente a develar el carácter de clase del bloque del poder y de los medios de comunicación y por primera vez, han puesto trabas decisivas para evitar si cooptación y contención

d) Las movilizaciones estudiantiles han posibilitado la unidad en la práctica de variados sectores populares más allá de efemérides o influencias de organizaciones políticas particulares.

Decíamos que estos procesos tienen que ver con el desconocimiento de los jóvenes frente al Estado en el sentido de pérdida del respeto, validez y legitimidad hacia la institución en un proceso particular de desobediencia civil de la juventud.

Este 2008 algunos de estos procesos incubados se ubican ya como una práctica concreta y avanzando derechamente en la perspectiva del contrapoder. Las prácticas constantes de democracia directa y participativa en asambleas y comisiones ha permitido que hoy exista, a veces en las sombras y a veces no tanto, un proceso paralelo a lo visibilizado por los medios en cuanto a la organización y la práctica política. Se comienza a construir organización estudiantil con objetivos más allá de la coyuntura, cada vez más inclusiva, flexibles y, por cierto, politizada. Con autonomía relativa de partidos o movimientos, estas organizaciones se han planteado objetivos de largo plazo relacionados con la construcción territorial y la autoformación de sus pares.

Es el caso de los Cordones Comunales de secundarios en territorios como La Florida, Ñuñoa, Peñalolén y La Granja. Estas orgánicas se piensan a sí mismas no como caras visibles o interlocutores de futuras mesas de negociación. En palabras de Gonzalo Hidalgo, vocero del Cordón La Florida: «Cuando se acepta la propuesta de crear Cordones Comunales validamos el darle una organización territorial al movimiento estudiantil, apostamos más a un poder estudiantil porque ya fuimos movimiento el año 2006. Tuvimos voz, nos hicimos escuchar pero no supimos ejercer esa voz. Tenemos que generar presión para hacer válida la voz que tenemos, tomando en cuenta lo que fue en la Unidad Popular, los Cordones Industriales».

Es muy probable que lo de la aprobación de la LGE en el parlamento y el senado no les tome de sorpresa ni mucho menos y, por el contrario era un escenario esperable. Lo que subyace es el espíritu de lucha y las ideas forjadas en cada asamblea y discusión. El contacto con universitarios y trabajadores es una constante, los talleres de formación están ahí para los que quieran ver el problema social en su conjunto, las asambleas y comisiones siguen produciendo ideas y deliberación.

Si la medida de lo posible desde el poder es ley, los sueños se vuelven, una vez más, peligrosos, porque como dice otro adagio viejo, el sueño que es soñado por todos se convierte en realidad. Las mayorías estarán ahí para lograrlo.

Pablo Román (Resistencia Estudiantil)