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Libertad para decir no

Fuentes: Rebelión

¿Podemos ser más libres? ¿Y qué es ser libre? ¿Y qué es poder serlo? Son estas tres cuestiones fundamentales para una teoría revolucionaria. La libertad metafísica, la dejaremos de un lado. El hombre «elige», en efecto, pero ¿dentro de qué cauces y coaccionado por qué circunstancias? La libertad más restringida a la que nos podemos […]

¿Podemos ser más libres? ¿Y qué es ser libre? ¿Y qué es poder serlo? Son estas tres cuestiones fundamentales para una teoría revolucionaria. La libertad metafísica, la dejaremos de un lado. El hombre «elige», en efecto, pero ¿dentro de qué cauces y coaccionado por qué circunstancias? La libertad más restringida a la que nos podemos ver confinados hoy es la libertad de elección consumista. La estructura económica del mercado propone, y el soberano consumidor dispone. Es evidente que esto no es libertad. Libertad sería, por ejemplo, poder construir sin trabas violentas ni adversarios fanáticos una economía comunista. Sería un ejemplo de voluntad colectiva, ejercida por parte de una mayoría popular decidida y organizada, deseosa de construir el socialismo. Esa libertad de un pueblo que decide acabar, por los medios que sean necesarios, con un modo de producción absurdo y alienante y substituirlo por otro. ¿Se puede? «Libertad» y «poder» no son ideas que floten en el vacío. Van unidas íntimamente a sus obstáculos.

1. En todo marco regional y nacional donde una lucha de clases se agudiza hasta el punto de que las masas trabajadoras y populares «deciden» pasar a la acción defensiva y, de ahí, a la sustitución de un modo de producción por otro, el «poder» de estas masas revolucionarias viene definido por el «contra-poder» de la burguesía y de su capacidad de poner en movimiento la reacción. El pacifismo fanático es el suicido para las masas más desfavorecidas cuando a sus utopías y demandas ideológicas se les oponen bandas armadas y fuerzas violentas de signo represivo. La lucha proletaria, y en general, la liberación de los más desfavorecidos viene marcada por la clase de resistencia -armada o no- que el estado, la reacción y la burguesía que los sostiene es capaz de presentar.

2. En el marco internacional, la mera idea de «pluralidad» de mundos posibles, es el obstáculo visible a una homogeneidad de un mercado-mundo, o de un mundo-mercado. Así como el capital tiende más y más a acumularse y concentrarse en unos pocos bolsillos, logrando con ello la propia destrucción de los capitales pequeños y medianos que sustentaban la cumbre de la pirámide de los grandes, la sociedad desorganizada mundialmente por causa de esa misma descapitalización, tiene por fuerza que abrir la espita de la pluralidad interna que ella escondía (cultural, étnica, religiosa, ideológica, creativa), si bien en medio de una miseria creciente. La dialéctica del ascenso del capital siempre se presenta en forma de paradoja. Uniformiza y crea positivamente una nueva sociedad, un imposible en su caso límite, el mercado-mundo, pero por otra parte esto se hace a costa de una destrucción planificada -a la vez que ciega- de las múltiples sociedades reales, de las muchas culturas válidas y respetables del planeta, de cuya desorganización real se formará también una solidaridad también «global», una especie de «unidad tras la diversidad», que negativamente brota de la lucha contra una unificación forzada a cargo del capital. El mercado-mundo, tan destructivo como es, crea en su imagen revertida una «sociedad de náufragos» que al menos tendrá en común esa condición de ser una nueva sociedad alternativa de víctimas pisoteadas por las botas del ascenso del capital, en su proceso de acumulación y centralización del mismo.

Podemos ser más libres previendo las sucesivas fases del capitalismo en su dinámica ascendente y poniéndole todas las trabas que sean menester. Empezando por la (re)formación de partidos comunistas y grupos contestatarios, y su estrecha interconexión internacional, y en donde no se vaya a olvidar nunca la importancia de cada nivel de lucha. Un ariete, una embestida contra el imperialismo le va a hacer daño al Sistema, no importa el ámbito temático (contra el genocidio, contra el patriarcado, contra el ecocidio, contra la explotación…) ni el geográfico, incluyendo en este las luchas de los pueblos por su autodeterminación y las de los indígenas y pueblos oprimidos por su reconocimiento y su libertad. ¿Cómo «más libres», en un ambiente hostil? La propia unión de conciencias y voluntades, que saben decir no y pueden decir no, constituye una libertad dentro de la opresión, el prerrequisito de una libertad sin opresión.

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