La paz es el bien más preciado de la nación, y no puede ser arrebatado por un individuo, menos meterlo en un armario cerrado con unas «llaves que se guardan en el bolsillo», en un país tan inseguro, y rodeado por ministerios tan «lisos» como los que saquearon los dineros de Agro Ingreso Seguro. Falta ver si aún las tiene en el bolsillo. Por fortuna el pueblo colombiano entiende de otra manera la paz, no para guardarla en indescifrables alacenas con «llaves de bolsillo», sino que la paz es la verdadera llave para abrir el camino a la Colombia democrática, justa y soberana.
El gobierno de Uribe impuso la visión de la no existencia del conflicto interno, y que en su defecto había «una amenaza terrorista». No era necesario, entonces, la búsqueda de la paz, ya que dicha amenaza debía ser borrada militarmente. Luego de ocho años de gobierno, la realidad sigue siendo tozuda y ha tenido que ser reconocido el conflicto interno, no se necesitaba ser ciegos para no verlo.
El anterior y el actual presidente anunciaron que había llegado el principio del fin, luego el fin del fin; para terminar diciendo que las guerrillas siguen ahí.
Mientras el país se interroga, y con variados argumentos, si es correcto o no seguir en una guerra, llama la atención que Juan Manuel Santos diga muy campante que «las llaves de la paz» las tiene en el bolsillo.
Valdría la pena preguntarse sobre el tipo de «llaves» que tiene en el bolsillo, pues las hay de muy diversas clases: para cerraduras de puertas y cajas fuertes, las llaves inglesas para apretar tuercas, llaves de la lucha libre para doblegar adversarios. De todo esto puede haber.
En los tiempos del capitalismo, y más en el neoliberalismo, donde las privatizaciones de lo público están a la orden del día, se requieren de «llaves» para que la oligarquía y las transnacionales aseguren como «propio» todo cuanto es de los demás. Empresas de la nación, bienes públicos como el agua están siendo privatizados y bajo el amparo de las «llaves» que el gran capital tiene en «sus bolsillos» para seguir acrecentando privilegios, mientras los pueblos siguen apretando sus cinturones.
Los ejércitos también han sido privatizados, y por tanto las guerras. Por eso vemos a las empresas militares privadas, disfrazadas de «contratistas» creando guerras donde hay recursos para robar. De eso no se escapa Colombia, donde ya se cuentan por docenas las firmas de mercenarios, y algunas disfrazadas de «agencias de paz».
El hecho que el Presidente Santos tenga las «llaves» de la paz en el bolsillo, es igual a como se ha apropiado de buena parte de la constitución, para acondicionar al país a la voracidad de las transnacionales, por eso podría decirse que este gobierno se ha convertido en una versión de ferretería, con «locomotoras», «llaves» y «motosierras» que han vuelto a encenderse.
La paz es el bien más preciado de la nación, y no puede ser arrebatado por un individuo, menos meterlo en un armario cerrado con unas «llaves que se guardan en el bolsillo», en un país tan inseguro, y rodeado por ministerios tan «lisos» como los que saquearon los dineros de Agro Ingreso Seguro. Falta ver si aún las tiene en el bolsillo.
Por fortuna el pueblo colombiano entiende de otra manera la paz, no para guardarla en indescifrables alacenas con «llaves de bolsillo», sino que la paz es la verdadera llave para abrir el camino a la Colombia democrática, justa y soberana. Así lo confirma el reciente encuentro realizado en Barrancabermeja hace unos pocos días, sin llaves, en la calle y con mucha gente.
(*) Antonio García es comandante del Ejército de Liberación Nacional de Colombia.
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