Una de las cosas que aprendí con profundidad en este ensayo político que fue la cárcel, y que le debo a Guillermo y sus camaradas, es que el sectarismo no es aplicable en un trabajo político serio con ganas de triunfar.
Conocí a Guillermo Rodríguez a mis 16 años, en la cárcel pública.
Pronto me hice asiduo a las visitas al “Ronco” y él, con una paciencia de maestro (no de santo), recibía no solo mi visita, sino miríadas de jóvenes interesados por la suerte de los combatientes luego de la toma del poder ejecutivo por la Concertación, en una “alegría que nunca llegó”, en Santiago de Chile de inicios de los 90´s.
La paciencia de mi amigo Ronco, su inteligencia, su capacidad de reunir y dedicación, hicieron que en la cárcel los grupos de distintas organizaciones revolucionarias con compañeros detenidos, confluyeran en una sola unidad.
Justo es decir que le cabe al Ronco esa confluencia, al igual que a los compañeros reunidos en torno a ella, quienes entendieron el hecho de que solo juntos lograrían la libertad anhelada que la nueva democracia tutelada demoraba en otorgarles.
Una de las cosas que aprendí con profundidad en este ensayo político que fue la cárcel, y que le debo a Guillermo y sus camaradas, es que el sectarismo no es aplicable en un trabajo político serio con ganas de triunfar.
Los presos políticos decidieron tomar la libertad por sus manos.
Planificaron todo y partieron haciendo una de las huelgas de hambre más prolongadas del período. Guillermo era el dirigente que más participaba, como huelguista y organizador.
Nosotros, las visitas permanentes, nos organizamos como grupo de choque y de acciones audaces que buscaban romper el cerco informativo de la situación de huelga de hambre de los presos políticos de la dictadura que esperaban en vano la libertad.
Nos tomamos embajadas, palacio de justicia, la misma cárcel un par de veces, ayudamos a otro grupo a encadenarse a La Moneda, y fuimos agitadores en las jornadas de protesta por la situación de los presos que, irónicamente llenaron los calabozos de las comisarías de Santiago, con más de 700 detenidos en una sola jornada; había que caer preso para ayudar a sacar de la cárcel a los presos.
Por supuesto, todo esto organizado, desarrollado y pensado desde las celdas, unas de las cuales era, sin dudas, la del que se convirtió en nuestro maestro, el Ronco Rodríguez.
Fue Guillermo y sus camaradas quienes nos formaron políticamente, formación que hasta el día de hoy es núcleo del pensamiento revolucionario que aún mantenemos varios de los participantes de ese grupo.
Guillermo es para mí el mentor de mayor relevancia en la formación política, pues tomaba no solo la parte teórica y de lectura, si no también la parte práctica, la de la acción hasta sus últimas consecuencias.
Con su partida perdemos a un camarada, compañero, amigo, hermano, padre, y tantas cosas familiares y cercanas que encarna su figura…
Ya ganada la huelga de hambre y la pronta libertad, Guille me invita a su celda y me ordena el “repliegue”.
Tuvo paciencia con un mocoso que le increpó, le dijo de todo, pero finalmente logró convencer con razonamientos contundentes:
Nos tenían no solo rodeados, sapeados, fichados, si no infiltrados hasta la médula. Conoceríamos del sucio trabajo de la “oficina” en carne propia. El repliegue era necesario y urgente.
¿Qué hago ahora, Ronco? – le pregunté.
Sé el mejor de tu clase y sigue estudiando, tú que puedes hacerlo.
Le hice caso.
Durante un período no nos vimos. Salió de la cárcel, conocí a su familia en un entorno distinto de una celda, pero el repliegue fue no solo necesario, si no largo.
Retomamos las luchas y nos vimos en otros escenarios, él con la Surda, con trabajadores al poder, yo desde el canto. Nunca dejé y dejaré de considerarlo mi maestro. Nos tocó ser “apoderados” (detesto esa palabra) en el colegio, y asistir a reuniones de padres que observábamos con ironía y reíamos.
Lanzó sus libros, fui a cantar a los lanzamientos.
En una vuelta por Buenos Aires, yo bibliófilo recorría Corrientes a todas horas, encontré “Haceldama” su primera novela. Al llegar a Chile le conté la anécdota.
¡Te encuentro hasta en las tierras de Perón! – le dije.
Ronco reía.
Creo que fuimos varios quienes le dijimos que sus escritos de feisbuc daban para hacer un libro de relatos.
Lanzó el libro, ahí fui a cantar.
Mi grupo de “choque” de la cárcel hizo una suerte de recapitulación necesaria de cosas que no supimos el uno del otro por largo período. Quienes no entiendan esto, no entienden y no se han enterado de que la Concertación es la continuación pactada de la dictadura por los traidores al pueblo de Chile y sus justas demandas.
Resulta que Ronco vivía en casa de uno de nosotros… retomamos esas conversas “clandestas” de conspiradores asiduos y con planes de tomar el cielo por asalto.
Harán falta de ahora en adelante.
Hoy vengo a rendir homenaje a un compañero, a un amigo, a mi Maestro.
Ronco, gracias por todo. La lucha continúa.
Me quedaron pendientes un par de charlas, y además le dijiste a Luchito que querías verme en tu convalecencia en el sur.
Me harán mucha falta tus consejos.
El mundo atraviesa por una etapa histórica donde es probable que caiga el imperio norteamericano, y surgen nuevos puntos de poder “multipolares” que auguran quizás una mejora en las condiciones de los pueblos sometidos a la rapiña de los “neocons” o señores de la guerra.
Pero todo imperio no se va sin dar golpes de agonía y estos llegan a ser tan peligrosos como entrar en un límite de guerra nuclear con la aventura ucraniana de la OTAN, las amenazas a China y la barbarie cometida en Gaza por el sionismo.
En el plano nacional, la entrega y abandono de las masas de este otro nuevo tipo concertacionista de gobierno a la “otra” derecha chilena y mundial, su lamentable política internacional y su claudicación a la perpetuación del pinochetismo.
No va a ser fácil, no es fácil sin tu opinión, tu acción, y tus certeros razonamientos ni tus consejos, Ronco.
Harás falta, pero también (y con eso me quedo), has sembrado conciencia y compañerismo que perdurará y seguirá la senda de la lucha por la emancipación.
Mi pensamiento hoy está con tus seres queridos,
Con tus hijos
Y con la patota de amigos que hoy te despiden con el puño cerrado y la acción hasta la victoria.
¡Gracias!
¡¡Hasta siempre, Guillermo Rodriguez Morales!!
Con cariño,
Joaquín Figueroa, Chilemex.