Iván Cepeda, portavoz del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE) e hijo del asesinado líder de Unión Patriótica, Manuel Cepeda, es uno de los impulsores de la iniciativa civil que, respaldada por 25.000 firmas, ha emprendido un diálogo epistolar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cuyo primer resultado ha sido […]
Iván Cepeda, portavoz del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE) e hijo del asesinado líder de Unión Patriótica, Manuel Cepeda, es uno de los impulsores de la iniciativa civil que, respaldada por 25.000 firmas, ha emprendido un diálogo epistolar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) cuyo primer resultado ha sido la liberación unilateral la semana pasada de tres policías, un militar y dos políticos por parte del grupo insurgente.
Como integrante de la comisión que viajó al lugar en donde se produjeron el 31 de enero las primeras cuatro liberaciones, fue testigo del hostigamiento al que ésta se vio sometida durante todo el proceso por parte de fuerzas militares colombianas. Las denuncias de lo sucedido por parte del periodista Jorge Enrique Botero, también integrante de la comisión, llevaron a Álvaro Uribe a vetar la presencia de integrantes de Colombianos y Colombianas por la Paz en las siguientes liberaciones. Sólo la insistencia de la Comisión Internacional de la Cruz Roja (CICR) permitió la participación de la senadora Piedad Córdoba en las liberaciones del ex – Gobernador del Meta, Alan Jara, y el ex – diputado, Sigifredo López, en los días siguientes.
Recientemente, Uribe se ha referido a los impulsores de la iniciativa como el «bloque intelectual de las FARC», cuya intención, según el mandatario, sería defender al grupo guerrillero con «su cuentico de la paz».
Iván Cepeda es coautor, junto a Jorge Rojas, del recientemente publicado A las puertas de El Ubérrimo, éxito editorial en Colombia que relata el proceso de surgimiento de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) alrededor de la hacienda que Álvaro Uribe posee en el Departamento de Córdoba, así como los nexos de la organización paramilitar con un buen número los políticos pertenecientes a la órbita del presidente colombiano.
– ¿Cómo valora el proceso y el resultado que ha llevado a la puesta en libertad de seis retenidos por las FARC?
Creo que sin duda es un hecho político de la mayor trascendencia. Primero, porque se trata de la primera acción humanitaria emprendida por una iniciativa ciudadana. Regularmente, estas liberaciones se habían producido a través de mediaciones internacionales o del concurso de otras instancias estatales. Es la primera vez que un grupo de colombianos, tal y como representa Colombianos y Colombianas por la Paz, logra abrir un diálogo, en este caso epistolar, que tiene un resultado concreto: la libertad de seis personas. Se trata de un hecho de paz que estimula la creación de condiciones para un diálogo político que busque resolver el conflicto y que abre las puertas a otro tipo de acciones.
Ahora, nuestro grupo está trabajando en una tercera carta en la que vamos a profundizar la vía del intercambio humanitario, es decir, la posibilidad de que los soldados y policías que quedan en manos de las FARC puedan ser liberados a cambio de la liberación de algunos de los presos que pertenecen a las FARC. El intercambio humanitario podría ser una puerta abierta a una negociación de paz en Colombia y por eso creo que esta primera etapa que hemos cumplido ha sido exitosa a pesar de muchas dificultades y escollos colocados por el gobierno colombiano y de intentos de hacer fracasar la misión. A pesar de todo eso, tenemos hoy un resultado concreto y exitoso.
– ¿Por qué razón han decidido las FARC liberar unilateralmente a seis retenidos justo en este momento?
Yo creo que estamos ante un cambio tanto del contexto como de las realidades dentro de la guerrilla. Lo primero es que ha habido un relevo político en las FARC. Ahora hay un nuevo Comandante en Jefe, Alfonso Cano, del que se dice que es un hombre más político, y creo que eso incide en una apertura a buscar una negociación política.
En segundo lugar, creo que también hay un cambio en el contexto internacional. Ha habido un relevo en la presidencia de EE. UU. y con un moderado optimismo podemos decir que el nuevo gobierno de Barack Obama puede generar un cambio en la política exterior de los EE. UU., y creo que eso también lo interpretan y lo analizan las FARC.
En tercer lugar, también hay una serie de golpes militares que ha sufrido la guerrilla en este último año especialmente. Creo que eso también ha tenido una incidencia.
Y por último, creo que la aparición de un sujeto como Colombianas y Colombianos por la Paz, con una iniciativa de paz desde los ciudadanos y con una propuesta muy concreta y muy clara, incide en esa decisión de las FARC.
– ¿Cuál ha sido el comportamiento de Uribe antes, durante y después de las liberaciones?
Básicamente ha tratado de descalificar esta iniciativa desde un comienzo. El Presidente, antes de que se anunciaran las liberaciones, señaló que lo que nosotros estábamos haciendo era una trampa para debilitar su política de Seguridad Democrática, que es una política esencialmente militarista que pone el peso en el reforzamiento en la capacidad de inteligencia y militar de las Fuerzas Armadas. Y después de eso, toda una serie de acciones del Gobierno para torpedear estas liberaciones. Al punto que en la primera de las entregas, el domingo 31 de enero, se desplegó un operativo militar en la zona en donde se estaban produciendo las liberaciones, en donde había una misión humanitaria en la que estaban varias personas de Colombianas y Colombianos por la Paz, los miembros del Comité Internacional de la Cruz Roja y los tripulantes de la Fuerza Aérea del Brasil. Esa acción militar trató de frustrar las entregas y puso en grave riesgo a los miembros de esta misión humanitaria. Esto se ha conocido públicamente y se ha convertido en un hecho probado. Y ahora, después de las liberaciones, el gobierno ha salido con una declaración del Presidente Uribe señalándonos como si fuéramos miembros de las FARC, como si fuéramos un brazo intelectual de las FARC.
Pero todo esto muestra que el camino que hemos emprendido es un camino correcto que hay que profundizar a pesar de la oposición de un Gobierno que solamente quiere la guerra y reforzar estrategias militares como el Plan Colombia.
– ¿Ha habido confirmación al respecto de la denuncia que hizo el comandante de las FARC Jairo Martínez a través TeleSur, según la cual hubo enfrentamientos directos entre el Ejército y la guerrilla durante las liberaciones con la consecuencia de un guerrillero muerto y otro desaparecido?
El Gobierno ha reconocido públicamente que hubo sobrevuelos de la fuerza aérea en la zona, lo cual ya es un hecho muy grave. Pero también hay testimonios, como el que Vd. menciona, que efectivamente dan a entender que en los días previos a la misión humanitaria se presentaron una serie de operativos militares. E incluso una de las personas liberadas, el ex-Gobernador del Departamento del Meta Alan Jara, dijo tras su liberación que efectivamente a él le tocó vivir este tipo de hostigamientos pocos días antes de que se produjera la liberación.
– ¿En qué dirección va a continuar el diálogo epistolar con las FARC? ¿Tienen perspectivas de que pueda incluso llegar a ser el comienzo de un proceso que lleve a un diálogo de paz?
El diálogo epistolar es un método que nosotros hemos concebido sobre varios presupuestos. El primero es que es un diálogo sobre hechos puntuales y que produce resultados. No es una disquisición con las FARC sobre distintos puntos de vista sobre temas generales del conflicto armado, sino que se basa en la búsqueda de que se produzcan hechos de carácter humanitario. Por esa vía nosotros consideramos que es muy importante el intercambio humanitario. También consideramos un punto importante que las FARC renuncien definitivamente al secuestro como método de guerra. Y pensamos que esos dos elementos podrían generar efectivamente una situación propicia para un diálogo serio de paz en Colombia.
– ¿Hasta qué punto es posible abrir ese diálogo cuando el presidente Uribe está criminalizando a quienes están tratando de abrir ese espacio en la sociedad colombiana?
Está claro que es un proceso muy difícil. Pero también pensamos que en la medida en que se van generando los hechos, también se generan dinámicas políticas distintas. Y yo creo que estas liberaciones han colocado al Gobierno en una situación difícil en la que se ha demostrado que no tiene voluntad de paz. Pero estando implicado un país como Brasil y otras instancias de la comunidad internacional, se van generando una serie de situaciones en las que el Gobierno tiene que hacer una serie de concesiones a su postura, lo que a su vez va generando realidades distintas.
– ¿Cómo ha acogido la sociedad colombiana esta iniciativa de Colombianas y Colombianos por la Paz?
Yo creo que hay una opinión favorable, que hay mucha simpatía en grandes sectores de la población colombiana. Ahora, por supuesto, también hay un ambiente muy polarizado que viene de la política que ha desarrollado el Gobierno y de la forma en que se maneja a la opinión pública. Pero creo que en mucho tiempo no se había presentado en Colombiaun contexto más favorable a este tipo de acciones como el que tenemos hoy después de las liberaciones.