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Lo que sabíamos y no sabíamos de la Internacional Socialista

Fuentes: Rebelión

El silencio es el oro de los pobres, decía Charles Chaplin. Evidentemente el silencio de los pulpos mediáticos en relación a la pertenencia a la Internacional Socialista de los dictadores de Túnez y Egipto ha sido convertido en oro por el cuarto poder, pero no a favor de los pobres, de las capas populares o […]

El silencio es el oro de los pobres, decía Charles Chaplin. Evidentemente el silencio de los pulpos mediáticos en relación a la pertenencia a la Internacional Socialista de los dictadores de Túnez y Egipto ha sido convertido en oro por el cuarto poder, pero no a favor de los pobres, de las capas populares o de la clase trabajadora, sino de unos pocos que pueden pagarlo. No lo sabíamos. Nunca los medios de des-información nos lo hicieron saber. Ni siquiera el buque insignia de la socialdemocracia española (GRUPO PRISA ) nos informó al respecto.

Han tenido que suceder los acontecimientos de Túnez para conocer que el criminal dictador Ben Alí y su partido Reagrupación Nacional Democrática ( RND ) han sido miembros natos de la Internacional Socialista. También lo es Hosni Mubarak el egipcio y su partido HDW. Ambos, expertos en tareas de represión, corrupción, nepotismo, malversación de fondos y asesinatos contra sus pueblos, han venido compartiendo militancia orgánica, estrategias, puntos de vista, mesas y manteles con los tradicionales partidos socialdemócratas occidentales, entre ellos el PSOE. Pero no nos lo dijeron. Plumíferos, politólogos y aspirantes a filósofos de la socialdemocracia se abstuvieron de informar sobre tal hecho .Por eso no lo sabíamos.

De la Internacional Socialista sabíamos otras muchas cosas, pero no de la participación de ambos canallas en ésta organización. Sin embargo sabíamos que la socialdemocracia en ninguno de los países dónde ha pasado por el poder ha desaparecido, ni ha sido quebrantado siquiera, el sistema capitalista. Incluso en épocas de mayorías absolutas y duraderas en Parlamentos la vieja sociedad en clases ha quedado incólume. También sabíamos del papel jugado por la socialdemocracia para cerrar la vía al fascismo e impedir la subida de Hitler al poder. Como sabíamos que la socialdemocracia jamás mantuvo una posición, ni siquiera independiente en la palestra internacional. Basta recordar que entre los iniciadores de la OTAN, junto a Dulles, Churchill y Adenauer, figuraban líderes tan destacados de la socialdemocracia europea como Beven y Attlee. De hecho elementos tan siniestros como el belga Spaak o el español Javier Solana (la sangre inocente de miles de serbios le seguirá chorreando por sus instintos mientras éste peligroso elemento respire ) han «disfrutado» de la Secretaría General de la Organización del Pacto Atlántico.

También sabíamos cuál fue la actitud de la Internacional Socialista ante el movimiento nacional-liberador que en las décadas de los 60 y 70 conmovió al mundo entero. Basta recordar las guerras y movimientos liberadores en Indochina, Indonesia, Argelia, Malasia, Congo, Ghana, Nigeria y otros países. La socialdemocracia no salió en defensa de los derechos de esos pueblos; ni siquiera se limitó a callar. Casi en todos los casos aprobó el comienzo de las cruzadas colonialistas y en alguno de ellos (Malasia e Indonesia) fue la iniciadora. No está de más recordar al último Gobierno laborista de Harold Wilson. Este hizo una guerra colonialista en Arabia del Sur, apoyó a los norteamericanos en Vietnam e intentó llegar a un acuerdo con los racistas de Rodesia.

Por lo tanto, sabíamos pues, que la socialdemocracia no ha traído a los pueblos de Asia, África y Latinoamérica otra cosa que desengaños. Pero no conocíamos de la pertenencia de sanguinarios como el tunecino Ben Alí y el egipcio Mubarak en la Internacional Socialista. Sabíamos de otros sanguinarios que ocuparon puestos muy destacados en la organización internacional de la socialdemocracia. Bettino Craxi, Carlos Andrés Pérez, Felipe González o el mismísimo Alan García. También de otros que fueron admitidos en la I.S. solamente en calidad de «observadores» como el venezolano Rómulo Betancourt o el costarricense José Figueres, quienes estando en el poder ilegalizaron los partidos comunistas de sus países.

Cabría preguntarse, porque también lo sabemos, ¿qué han hecho los socialdemócratas por alcanzar cuanto antes el objetivo principal del socialismo, es decir, el paso a una sociedad sin clases? La respuesta es bastante elocuente. Al cabo de 90 años de tormentas mundiales han dejado de aspirar en absoluto a la sociedad sin clases. Pero, ¿porqué tan prolongado silencio de los pulpos mediáticos en darnos a conocer un hecho tan importante como la adscripción de ambos tiranos en la Internacional Socialista?. Acostumbrados como estamos a la mentira, la tergiversación y el engaño cuándo de Cuba, Venezuela, Corea, Bolivia, Irán, China o Ecuador se trata, nos sorprende ahora la manera de ofrecernos la cruda realidad de Túnez y Egipto y de la filiación política de sendos dictadores. En éstos casos han optado por un prolongado silencio cómplice y disciplinado. Si todavía queda alguien en este mundo que dude de la complicidad de los grandes grupos mediáticos con el poder establecido, que levante la mano. En el poder establecido, obviamente hemos de reconocer a la Internacional Socialista, ya que las actas de la historia no caducan.