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Los cinco monopolios de Samir Amin y la búsqueda de la paz en Colombia

Fuentes: Rebelión

Colombia como cualquier país de la periferia mundial, explotado (saqueado) y dominado por la triada imperialista central ( USA. EU. Japón), esta “sobredeterminada” por los 5 monopolios, que el importante sociólogo marxista Samir Amin, en uno de sus últimos libros titulado: “Mas allá del capitalismo anciano (senil) Ed. Paidós. 2003. Bs As”; en las páginas 107 a 109,  define como contradicción principal actual, surgida de la más reciente recomposición de la Triada Imperialista hegemónica actualmente dominante. Valdría la pena considerarlos seriamente.

…”1 Los monopolios que benefician a los centros contemporáneos en el terreno de la tecnología, los que exigen gastos gigantescos que solo el gran rico Estado puede permitirse sostener. Sin ese sostén, silenciado, en particular el sostén de los gastos militares, la mayor parte de estos monopolios no podrían sostenerse.

 2 Los monopolios que operan en el ámbito del control de los flujos financieros de envergadura mundial. ..Hasta no hace mucho tiempo, la mayor parte del ahorro de una nación sólo podía circular en el espacio nacional de sus instituciones financieras. Hoy ya no ocurre lo mismo: este ahorro está centralizado por la intervención de las instituciones financieras cuyo campo de acción de operaciones ahora es el mundo entero. Estas instituciones constituyen el capital financiero, el segmento más mundializado del capital. … el libre movimiento de este capital opera en los marcos definidos por un sistema monetario mundial basado en el dogma de la libre apreciación del valor de las divisas por parte del mercado, ( según la teoría según la cual la moneda sería una mercancía como las demás) y, en la referencia al dólar como moneda universal “de facto”…

 3 Los monopolios que operan en el acceso a los recursos naturales del planeta…

4 Los monopolios que operan en el campo de las comunicaciones y los medios. Dichos medios no solo uniformizan, hacia abajo, la cultura mundial que transmiten, sino que además abren nuevas posibilidades de manipulación política. La expansión del mercado de los medios modernos es ya uno de los principales componentes de la erosión del concepto y práctica de la democracia en Occidente mismo.

5 Finalmente, los monopolios que operan en el terreno de los armamentos de destrucción masiva”.  Armamentos  altamente tecnológicos, cada vez más sofisticados y letales que solo superpotencias desarrolladas y con suficiente capital pueden financiar y mantener.

Si bien la vida no le alcanzó al sociólogo Amín para ver la guerra en Ucrania, si le permitió prever científicamente el periodo caótico, violento y desastroso a nivel global (mundial) que la actual recomposición mundial del “Imperialismo colectivo” estaba  generando en todas partes incluida Colombia. Y quien de “ buena voluntad” (también la hay mala) quiera abstraer la realidad colombiana actual de esta pesada sobredeterminación objetiva de la cual forma parte y está encadenada, por ejemplo al tratar de resolver el llamado conflicto interno colombiano mediante una Solución Política ideal, se encontrará que esta es una piedra granítica que le golpeará los dientes y le dejará el sabor amargo de la frustración.

Una vez tenida una caracterización académica objetiva del conflicto colombiano como la elaborada por el profesor de la Universidad del País Vasco Alexander Ugalde, en lugar de seguir disparando “escopetazos” a ver a cual blanco pegarle, los partidarios sinceros de la verdadera y definitiva Solución Política,  deberán, primero que todo,  valorar y sacar experiencias de los diferentes y múltiples fracasos que se han dado en los distintos procesos de paz realizados durante los últimos 70 años; especialmente “las soluciones” o mejor, las experiencias del Caguán y la Habana, esta última agenciada por reconocidos hipócritas-cínicos y pérfidos representantes del Estado, ayudados en la contraparte por colaboradores y liquidadores, quienes no solo contribuyeron a crear las condiciones para el reciclamiento y agudización del conflicto, sino que llevaron a sus antiguos camaradas guerrilleros, ingenuamente desarmados, al oprobioso  matadero del  gota a gota. Me refiero a “los acuerdos limitados e incompletos” del profesor Ugalde.  

Sin embargo, hay otros elementos esenciales en la definición del profesor Vasco, que no se han considerado en los “escopetazos” anteriores. Veamos: 1 “El aspecto histórico”, está bastante estudiado y existen  abundantes elementos diagnósticos que lamentablemente no se ha intentado resolver en la práctica. Por ejemplo la conformación histórica regional del país. Apenas ahora se empieza a plantear la necesidad de adelantar procesos de diálogos de paz en las diferentes y muy distintas Regiones colombianas (antiguas Provincias departamentales, restos ruinosos y antiguos de divisiones territoriales hechas por las constituciones del Siglo XIX que todavía perduran).

2 “El aspecto multicausal y multidimensional” del conflicto se ha focalizado y sobre todo congelado en el tiempo alrededor de dos elementos: 1 La tierra y 2 La cerrazón política del régimen dominante (el bipartidismo con sus ampliaciones y cooptaciones). Ambos aspectos esenciales, subrayo esenciales y por lo tanto, fundamentales. La dificultad radica en que la mentalidad quietista o escolástica enemiga por principio del movimiento que genera los cambios, ha preponderado congelando su concepción y  evitando comprender la forma perversa cómo estos dos elementos se han convertido en “círculos viciosos”. En culebrones que se muerden la cola sin morir. Veamos:

a) El bipartidismo colombiano que hunde sus raíces en el modelo Estadounidense de los dos partidos y que F.P.  Santander, junto con su clique o camarilla impusieron desde 1840, bajo la dominación de la naciente hegemonía estadounidense como modelo ultra de la nueva formación económico social colombiana; es la lacra histórica que nos ha llevado a las 9 guerras civiles del siglo XXI, la violencia bipartidista de mitad del siglo XX y al posterior conflicto interno en el que nos debatimos.

b) El asunto agrario y la concentración de la tierra en manos de una muy poderosa, voraz y sanguinaria oligarquía tradicional bipartidista, que dado su atraso político muchos marxistas de la época confundieron con el “feudalismo tributario europeo”; hoy en día, se ha transformado en una oligarquía transnacionalizada, violenta y reaccionaria, pero sin ningún atraso económico (cuyos personajes emblemáticos puede ser el señor Uribe Vélez,  o el señor Lafaurie), que han sabido adaptarse económica, política y militarmente a las transformaciones inducidas por los inmensos dineros del narcotráfico sobre la tenencia de la tierra al haberla convertido en su gorda y Jugosa alcancía. Nada ha obtenido el pueblo colombiano sometido durante los últimos 50 años al dictado implacable de las órdenes del “US department” sobre la “War on Drugs”, porque el cultivo de la coca y la destrucción de la selva tanto por el glifosato como como por la tala y quema de la colonización para ampliar cultivos que de por sí son parte inherente del problema agrario (campesino), hoy, se han fusionado conformando un verdadero circulo vicioso por el momento muy difícil de romper, y han entrado a formar parte inherente del  complejo problema multinacional del narcotráfico. Nada se saca insultando  y satanizando aún más a los guerrilleros que persisten en el enfrentamiento armado como narcoterroristas o simplemente como narcotraficantes que financian  sus guerrillas con dineros por fuera de la ley y poniendo todo el peso de la solución al conflicto sobre sus hombros,  cuando es un asunto mucho más complejo y mundial,  que escapa, incluso, de las manos del Estado colombiano  y que requiere tratamientos paralelos bien diferenciados, y soluciones separadas, una por una.  

3 Ahora bien, el otro rompecabezas que tiene atascada la Solución Política del conflicto, es la caracterización de las organizaciones que en Colombia se ha dado en llamar los “narcoparamilitares”.  Dos palabras distintas y un solo ejército verdadero. Los narcoparamilitares de todas las generaciones conocidas, con todas las infiltraciones trasnacionales sufridas y la sopa de letras con las que se han camuflado;  no son agentes políticos independientes y menos enfrentados al Estado, porque son “criatura” del Estado mismo, que los concibió, amantó, educó, armó, transportó y llevó a la guerra contrainsurgente, y así hoy se les repudie y no se les quiera reconocer como carne de su carne, son parte esencial constitutiva del Bloque de Poder Contrainsurgente(BPCi) del que hemos hablado desde el 2008, fecha que se dio a la luz dicha categorización del régimen colombiano. Tratar de convertir este complicado y engorroso asunto sociopolítico en un asunto meramente jurídico para lavarse las manos, no resolverá ningún conflicto ni menos algún problema y en cambio, si exhibirá la demagogia Estatal que se quiere ocultar. Sin una y una adecuada caracterización y definición por parte del Estado que tienda a su desmonte definitivo, su combate real que posibilite la desestructuración (ojo repito) desestructuración completa del Bloque de Poder Contrainsurgente en mención, volveremos a tropezar (volveremos a trompicar decía mi paisano). No es cierto lo que dice cierto arriero reformista que posa de marxista, de que “por el camino vamos arreglando las cargas”.  Lo más probable es que  lo que mal comienza mal acaba: la carga se caiga,  la mula se espante y se pierda en la carrera,  y el arriero quede en la ruina.

Hago pues votos, porque una discusión objetiva, seria y sobre todo práctica, alcance a quienes comienzan a luchar esta larga y compleja tarea por encontrar una Solución Política al llamado conflicto interno colombiano.                         

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.