Acaba de realizarse el 21 congreso del Partido Comunista Colombiano (Pacocol) en Bogotá, con la asistencia comprometida de 374 delegados de toda la geografía de Colombia y que como era de esperarse, fue ocultado por el gran aparato mediático del régimen. Sin embargo, la madurez alcanzada en 82 años de lucha, muchos de ellos de […]
Acaba de realizarse el 21 congreso del Partido Comunista Colombiano (Pacocol) en Bogotá, con la asistencia comprometida de 374 delegados de toda la geografía de Colombia y que como era de esperarse, fue ocultado por el gran aparato mediático del régimen. Sin embargo, la madurez alcanzada en 82 años de lucha, muchos de ellos de la mano de Gilberto Viera, ha trascendido en la enjundiosa, condensada y actual declaración política que los delegados plenos firmaron este 21 de julio. Se puede decir claramente que ese colectivo partidario ha respondido con gran altura intelectual y responsabilidad histórica, al reto clasista de las circunstancias críticas actuales de una Colombia trasnacionalizada y sumida en una guerra geoestratégica por el militarismo intervencionista del «imperialismo colectivo, encabezado por el imperialismo norteamericano» (sic).
Muchos planteamientos actualizados o novedosos (que devuelven el optimismo histórico solicitado por Marx a los comunistas de todos los países) se pueden sacar de esta declaración, que he leído en su totalidad varias veces y, no dudo en recomendar. Deseo destacar (sin perjuicio de ser repetitivo) algunos de ellos:
1 La caracterización de la profunda crisis global del capitalismo neoliberal, su larga duración y su ampliación geográfica, que sin duda alentará durante bastante tiempo, y para largo, la movilización social masiva de los trabajadores y demás explotados y dominados del mundo. Así como la caracterización que se hace del imperialismo en su fase actual colectiva y de financiarización trasnacional violenta.
2 El remplazo definitivo del término gastado de «Latinoamérica» por el concepto Bolivariano de Nuestra América. Lo cambios progresistas continentales y la contraofensiva brutal de las fuerzas del capital trasnacional por revertirlos.
3 La contextualización amplia que se hace de la Crisis de descomposición en la que está sumida la Colombia actual, las contradicciones dentro del bloque de clases dominante y las posibilidades excepcionales que se abren en los «años venideros» a la lucha unitaria y amplia, la acción y la movilización de los dominados y explotados, incluyendo los «limitados espacios para la denuncia y la oposición parlamentaria dentro de la democracia gobernante y el fraude electoral Estructural», con el fin de construir un nuevo poder popular y democrático.
4 Las conceptualizaciones guerra. La salida política ( ya no la SN o salida negociada de antes) y, la Paz como justicia social, democratización y desmilitarización de la sociedad, recuperación de la memoria, reparación de las victimas y un nuevo poder materializado a través de una Asamblea Nacional Constituyente en favor del pueblo, son sin duda desarrollos fundantes.
5 También lo son, el deslinde con la llamada «izquierda democrática» de los intentos del régimen por estabilizar la dominación y explotación contando con ese sector político proclive y descompuesto. La Unidad Popular en la acción amplia de masas y la definición de los puntos mínimos de convergencia programática para desarrollarla.
Si esta declaración de luces largas (como parece ser) se plasma en la realidad y supera los simples «llamados a la unidad del pueblo», para continuar con el electorerismo de los actuales carteles de la contratación oficial en Bogotá, que tanto daño le han hecho a la Unidad Popular, estamos ante una verdadera guía para la acción y el renacer del optimismo histórico para Colombia. ¡Hay que estudiarla en su totalidad y sobre todo, ponerla en práctica!
(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.