En Colombia los cauces democráticos siguen bloqueados por la oligarquía para evitar el desenvolvimiento de una verdadera democracia, que ha sido siempre con la paz, una reivindicación fundamental para las mayorías Colombianas. Una de las características actuales de la burguesía es su limitada capacidad de maniobra y de manejos para garantizar su dominación por medio […]
En Colombia los cauces democráticos siguen bloqueados por la oligarquía para evitar el desenvolvimiento de una verdadera democracia, que ha sido siempre con la paz, una reivindicación fundamental para las mayorías Colombianas.
Una de las características actuales de la burguesía es su limitada capacidad de maniobra y de manejos para garantizar su dominación por medio de la vulnerada normalidad institucional, del ejercicio de las ínfimas libertades políticas o de la siempre restringida garantía de los derechos ciudadanos. Sin embargo esto no niega su posibilidad de maniobrar ante la agudización de las contradicciones generadas por su clase, y por el sistema capitalista.
Tal como está planteada la confrontación de clases en Colombia, y ante la negativa del Estado para detener la guerra que enmarca dentro de la concepción yanqui de seguridad nacional, y que recurre siempre al terrorismo de estado como herramienta preferida de la guerra sucia, se reconfirma la importancia de avanzar en la unidad popular y la acumulación revolucionaria, para así alcanzar los cambios profundos que el pueblo exige en procura de la liberación nacional y social.
Confirmada la validez y el crecimiento de las diferentes expresiones de la lucha popular para conquistar la libertad y la democracia, y ante el creciente grado de exacerbación de los conflictos de clase, – como por razones de índole histórica y por la trayectoria combativa del pueblo-, es indispensable defenderse ante las diferentes expresiones de la violencia imperialista, oficial y paramilitar contra un pueblo que busca la paz.
La burguesía con su «paz», le sigue declarando la guerra al pueblo. Éste tendrá que actuar en consecuencia.
Hoy en Colombia y ante el crecimiento de la conciencia y la movilización política del pueblo, este lucha no solo por reivindicaciones económicas y sociales inmediatas, sino por transformaciones políticas de fondo, contra la farsa electoral de Santos-UribeZuloaga-Peñaloza, por la paz, por un Nuevo Gobierno, democrático, popular, antiimperialista; demandas en las que la respuesta popular debe enfrentar la ofensiva reaccionaria del régimen.
Está claro que la solución definitiva de los agudos problemas del pueblo colombiano exige del protagonismo de las mayorías, del avance de la unidad y la consolidación del poder popular, como de un acuerdo de paz que termine con la guerra, y rompa con la dependencia del imperialismo.
Por esto, las transformaciones de fondo no pueden limitarse a simples cambios de gobierno, pues mientras el estado burgués y el fascismo existan, prolongarán la sobreexplotación y la opresión hacia el pueblo y las masas trabajadoras.
De tal manera que el pueblo colombiano continuará trabajando incansablemente por la paz y la acumulación de fuerzas populares, labor que entraña la más variada actividad que conjuga formas de unidad y de acción, respuestas de solidaridad internacional, como organizativas de diversa índole, así como la defensa del pueblo en los distintos terrenos contra el imperialismo y la clase dominante.
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