La obra de esta ilustradora francesa bebe de la teoría de la economía feminista, que reclama poner en valor los cuidados y ponerlos en el centro de la vida económica y política, cuestionando el sistema y los roles de género.
Un compañero de trabajo te invita a cenar a su casa. Su mujer está preparando la cena que vais a comer a la vez que se la da a sus dos hijos pequeños. Vosotros habláis en el sofá mientras tomáis un aperitivo. De repente, vuestra cena se quema. Tu compañero de trabajo dice: «¿qué ha ocurrido? ¡Podías haberme pedido ayuda!». Con esta historia empieza La carga mental, el cómic más conocido de Emma Clit. ¿Cuántas veces, en el hogar y en el mundo laboral, las mujeres están preparando las cosas para que después vengan los hombres y actúen con todo ya resuelto? ¿Cuántas veces los hombres reclaman haber sido advertidos de algo de lo que ya deberían ser conscientes?
Emma Clit se presenta como ingeniera informática, autora de cómic para transmitir sus preocupaciones, feminista y revolucionaria. Es una francesa que todavía no ha llegado a los cuarenta y que se ha politizado en los últimos años, así nos lo explica ella. La buena acogida de su obra en el mundo digital la ha llevado a publicar ya diferentes obras en Francia que ahora se empiezan a traducir a otras lenguas. En mayo de 2017 aparecía Un autre regard, en noviembre un segundo volumen y este septiembre La charge émotionnelle et autres trucs invisibles.
Ahora podemos encontrar en las librerías La carga mental (Lumen 2018). Y no deja de crear y compartir desde las redes sociales ( Instagram , Twitter ). Parte de una crítica que surge de su propia experiencia con la maternidad, con el reparto de las tareas de cuidado en nuestra sociedad y las concepciones sobre masculinidad y feminidad, para llegar a una crítica a su sociedad, incluso global y sistémica.
Emma, que no se apellida Clit, sinó que toma esta especie de pseudónimo o nombre de guerra de clítoris, se hizo conocida por su blog y especialmente por el cómic Me lo podrías haber pedido. En esta obra habla de la carga mental y de cómo las mujeres asumen como prioridad la familia, el cuidado de sus miembros, mientras que los hombres, aún hoy, tienen como prioridad el trabajo fuera de casa. Incluso cuando hombres y mujeres trabajan a jornada completa fuera de casa, si hay personas pequeñas o grandes que tienen necesidad de cuidados, son las mujeres las que se ocupan de ellas. Diferentes estudios así lo muestran.
Los hombres hacen tareas del hogar, pero no acostumbran a asumirlas como su responsabilidad. Los hombres responden a las demandas que les hace la mujer, pero no acostumbran a llevar el peso de la gestión mental. De ahí el concepto de carga mental y el título del cómic Me lo podrías haber pedido. La cuestión no debería ser que las mujeres «pidan» ayuda, sino que los hombres «piensen» en lo necesario para el cuidado de la familia.
Emma Clit, que comparte el análisis de la economía feminista y de los cuidados, afirma que hombres y mujeres deben romper con los roles establecidos. Por ejemplo, hay que acabar con que los hombres sean mal vistos si salen pronto del trabajo y con que las mujeres tengan la obligación de ocuparse del hogar y la familia. Y la manera de romper con estos roles es cambiar las prioridades. ¿Cuál es nuestra prioridad, el trabajo o el cuidado?
El cambio de prioridades implicaría trabajar menos horas fuera del hogar y poder dedicar más horas a los cuidados. Y aquí surge una crítica global al sistema económico y al mercado laboral. Trabajar menos horas sería posible y nos permitiría vivir mejor. Para eso habría que revisar el modelo económico que nos lleva a producir más y más sin considerar las consecuencias y las necesidades reales de las personas.
Desde la economía feminista se plantea la crítica a un sistema económico que no pone en valor los cuidados y, como respuesta, afirma que éstos se deben poner en el centro de la sociedad. Hay que considerar las tareas de cuidado como lo más importante, porque permiten la supervivencia humana y, por tanto, redefinir los roles y redistribuir los tiempos que dedicamos a las diferentes facetas de nuestra vida.
Hoy asistimos a una movilización social creciente, incluso podemos hablar de un cambio en las maneras de pensar en nuestra sociedad. Hay feministas de larga tradición y nuevas incorporaciones por motivos generacionales o porque hasta hace poco no habían dimensionado la limitación que supone para sus vidas el patriarcado. El año pasado se hizo muy evidente con el seguimiento masivo de la huelga y manifestación del 8 de marzo. No fue un hecho puntual, es la evidencia del crecimiento del feminismo en los últimos años.
La aparición de numerosas dibujantes e ilustradoras, que también aquí, hacen una crítica feminista podría ser otra evidencia de este crecimiento del feminismo, de su popularidad, de su capacidad para llegar a sectores de nuestra sociedad que en las últimas décadas no habían expresado esas ideas, preocupaciones y reivindicaciones. Es el caso de autoras como Paulapé , Flavita Banana , María Murnau , Ana Penyas …
Venimos de lejos, tenemos una larga historia que nos precede y una larga genealogía de mujeres activistas, sufragistas y sindicalistas: como las que sostuvieron la Segunda República; las que lucharon en la Guerra Civil; las que se enfrentaron al colonialismo y las que han formado parte de las luchas antiimperialistas en todo el mundo.
El feminismo viene de lejos, de muy lejos, como dice el Manifest de la Vaga Feminista 8 de Març. El feminismo viene de luchas ganadas y otras por ganar. Nuestra sociedad necesita revisar los roles de hombres y mujeres, la distribución de los tiempos y priorizar los cuidados. El cuidado es fundamental entre familiares, entre amistades, en el trabajo, en el conjunto de nuestras sociedades, ahí está el camino hacia un mundo justo.
Fuente: http://catalunyaplural.cat/es/emma-clit-los-cuidados-y-el-feminismo-para-una-sociedad-justa/