El duopolio con sus sectores cercanos y afines demuestra cada día el nivel de corrupción que atraviesan las instituciones neoliberales: parlamento, gobierno, las entidades supuestamente fiscalizadoras, entre otras varias. Sabemos que este fenómeno no es un hecho casual o puntual, es el modelo neoliberal que no puede existir sin corromper cada día a hombres, mujeres […]
El duopolio con sus sectores cercanos y afines demuestra cada día el nivel de corrupción que atraviesan las instituciones neoliberales: parlamento, gobierno, las entidades supuestamente fiscalizadoras, entre otras varias. Sabemos que este fenómeno no es un hecho casual o puntual, es el modelo neoliberal que no puede existir sin corromper cada día a hombres, mujeres e instituciones, es la razón de su existencia, como modelo que permite estas últimas décadas administrar la crisis que vive el capitalismo a escala mundial y nacional.
El neoliberalismo se parece en demasía a la descripción de la «barbarie» de los clásicos, sobre todo en su expresión más salvaje la política del imperialismo y sus aliados en el planeta, que ha contado siempre con la complicidad de los corruptos criollos.
El nivel de saqueo de los recursos nacionales es simplemente escandaloso, el cobre, el litio, el agua las arcas nacionales de todos los chilenos, y no solo los recursos marítimos, sino incluso el mar como posesión de la oligarquía chilena entregada por la llamada «Ley Longueira».
Los intereses de la Lumpen-burguesía expresada en Senadores, diputados (salvo pocas excepciones) ministros, lacayos menores de la repartición estatal, grandes empresarios del capital financiero, todos ellos han estado en función de robar sistemáticamente lo que producen todos los trabajadores y pueblos de Chile. Sus programas de gobiernos evidencian el único propósito que buscan, es decir, desbaratar la unidad nacional y entregar nuestros recursos al capitalismo decadente.
El gobierno atrapado por su incoherencias y los intereses en juego, junto con el abrumador rechazo que tiene de toda la ciudadanía, cada día aumenta el hastió hacia los políticos sistémicos, las masas ven hoy con claridad de donde emana el poder, no son en las instancia políticas, sino que emana del empresariado ligado al capital trasnacional, que financia indistintamente a la derecha y a la Nueva Mayoría. El gobierno trata de ganar tiempo ante la presión de los sectores sociales para avanzar en una Asamblea Constituyente con soberanía popular, el inmovilismo o la búsqueda de salidas truchas del gobierno generará una profundización de la crisis en Chile, la fisonomía del cuadro político en los próximos años cambiara radicalmente. Todo esto sin considerar aun los efectos la desaceleración de la economía chilena en los próximos semestres producto de la profundización de la crisis capitalista internacional.
Los sectores sociales, sindicales, estudiantiles y poblacionales que buscan la Refundación de Chile, enfrentan hoy el mejor momento para cuestionar la legitimidad del actual parlamento del duopolio y que instale en la conciencia de las masas la necesidad de su renovación total, bajo una nueva institucionalidad fundada en la soberanía de los de abajo.
La unidad de los de abajo es necesaria, urgente, pero debe ser en torno a una política para el periodo, un proceso que nos permita acumular en torno a un programa para hacer frente al duopolio. Un programa de gobierno alternativo que dé luces en dirección de la Refundación de la Patria. Es necesario instalar en la conciencia de la gente que solo es posible una Asamblea Constituyente bajo un nuevo gobierno de carácter Patriótico y Popular , que represente los intereses de las grandes mayorías.
La Asamblea Constituyente en la actual coyuntura juega un rol gravitante en la confrontación del país que queremos; neoliberal versus un Chile soberano y democrático justo para todos y todas. La lucha por una constituyente es en el actual momento es el mejor escenario para la lucha de clases. Debemos abrir un camino que permita la confluencia de los diversos sectores que luchan por una constituyente con soberanía popular, incluso con aquellos sectores honestos que se ilusionan que la Nueva Mayoría llame a una constituyente, sus esperanzas se verán cerradas, porque ese camino no es viable para el Bloque en el Poder, al menos una asamblea constituyente real que exprese la voluntad popular.
Es necesario que las organizaciones sociales, políticas populares, sindicales, de pobladores, estudiantiles, ciudadanas, etc. se sienten a la mesa de una vez y salgan con una propuesta nacional y de país, otro camino es invariablemente en dirección a una nueva derrota.
Jorge Gálvez es militante Rodriguista
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