Recomiendo:
0

Los debates teóricos, el socialismo del siglo XXI y la historia reciente

Fuentes: Rebelión

El problema del socialismo como teoría es que Marx y Engels explicaron que el comunismo era la única teoría social científica que estaba destinada al deber de cambiar el mundo. El comunismo hay que construirlo a partir de las bases de una sociedad socialista. Desde entonces, hemos tenido teóricos marxistas, post marxistas, modernos, post modernos, […]


El problema del socialismo como teoría es que Marx y Engels explicaron que el comunismo era la única teoría social científica que estaba destinada al deber de cambiar el mundo. El comunismo hay que construirlo a partir de las bases de una sociedad socialista. Desde entonces, hemos tenido teóricos marxistas, post marxistas, modernos, post modernos, críticos teóricos, socialistas reales, post socialistas, del socialismo del siglo XX y del socialismo del siglo XXI; pero socialistas constructores del comunismo en la práctica los hay de menos variantes. El único socialismo que existe hoy objetivamente en el siglo XXI es el que hay en Cuba, China, Vietnam y (cada vez menos) en algunos países nórdicos y el que se trata de construir en Venezuela, Nicaragua y Bolivia y algunos, espero sinceramente que cada vez más, otros lugares.

Pero el socialismo que se trata de construir vive en medio de la apoteosis mundial del mercado y el poder opresor del imperialismo, etapa final del capitalismo. Esos poderes son considerables. No son omnipotentes, porque no todo lo pueden, pero hacen y harán todo lo posible por impedir que las ideas y la práctica del socialismo crezcan, se consoliden y avancen.

Hablarán de la libertad de prensa cuando se trate de amordazar el deseo del pueblo de verse reflejado en esa prensa, o de dejar de enajenarse con espejismos consumistas. Hablarán de libertad de expresión cuando se acallen las voces de cipayos mercenarios arribistas por los clamores de las manifestaciones populares masivas. Hablarán de populismo cuando el espectáculo triste de los debates políticos de los incumplidores partidos tradicionales sea acallado por la ejecutoria de cualquier gobierno que se gaste el dinero no en publicidad, o en estériles campañas sufragistas, sino en darle a las inmensas masas populares defraudadas cualquier beneficio que le haya sido negado por siglos, si es que esa labor va en contra de las absurdas leyes del mercado que no logran, ni lograrán jamás, dar solución a los graves problemas de los pueblos de la periferia mundial.

En medio de esa batalla de ideas que consiste en defender realidades contra la propaganda eficiente de los mecanismos tradicionales de la burguesía para enajenarnos a todos en el sueño inalcanzable de vivir como viven los ricos en los países ricos hay que continuar trabajando por construir el socialismo para alcanzar un mundo mejor, que cada vez muchos más comprendemos que tiene que ser posible, si es que el mundo al fin podrá sobrevivir a la injusticia, la creciente iniquidad, la inconsciencia y los abusos del decadente imperialismo actual.

Muchas de esas batallas no pueden desarrollarse en el debate público, porque ante enemigos tan poderosos «hay cosas que para lograrlas, han de andar ocultas» como dijo José Martí cuando emprendía la Guerra Necesaria. Muchos de los trabajos de los científicos cubanos son conocidos y abiertos. Otros habrán tenido que concluir en informes que no pueden ser divulgados porque serían inmediatamente utilizados por nuestros enemigos para destruir los progresos que con enormes esfuerzos vamos logrando paso a paso.

El debate es siempre saludable y constructivo y muchos de nuestros científicos participan en él a diario en Cuba y en muchas otras partes del mundo. Ese debate es sano y útil si sabemos hacerlo sin personalismos y sin tratar de excluir ninguna experiencia. El peligro real que existe en el debate es que en el fragor de las palabras y en el empecinamiento en nuestras convicciones empecemos a hacer un favor a nuestros enemigos al dividirnos. Martí nos convocó a construir a Cuba partiendo sobre todo de la unidad. La unidad de todos.

Hacer es la mejor manera de decir, dijo José Martí. No todos los científicos podemos ir publicando todo lo que hacemos cuando tenemos la urgencia de aplicar lo aprendido y en Cuba la urgencia de hacer habrá impedido muchas veces contar con el tiempo para publicar, pero nadie puede negar la ejecutoria científica de Cuba, ni en las ciencias naturales, ni en las ciencias sociales. Está a la vista, en la construcción del socialismo cubano, con sus virtudes y sus defectos, pero vivo aún a pesar de todos los pronósticos de tantos agoreros que anunciaron que el ejemplo de Cuba estaba destinado a desaparecer.

Cuba hizo, ha hecho y está haciendo el socialismo en medio de la guerra económica y política que hace contra ella la mayor potencia mundial que el mundo haya conocido. Esa labor se ha hecho y se hace con sangre, sudor, lágrimas y con mucho amor. Y la mayor parte de las veces hay que hacerla con mucha modestia por las mujeres y hombres que trabajan lejos del debate teórico y construyendo teoría con su praxis. Haciendo camino al andar. Una de las principales autocríticas que nos hemos hecho los científicos cubanos de todas las disciplinas es que tenemos que publicar más (eso decía Rosa Elena Simeón, que tantas publicaciones nos dejó en deuda ella misma), pero ese debate teórico que tenemos el deber de generar en nuestro seno no puede poner en peligro la unidad de los revolucionarios, ni los logros ya alcanzados. Hay que realizarlo a través de la participación efectiva de todos los que estamos interesados en la construcción de nuestro real y objetivo socialismo, uno de los pocos que hoy existe en el siglo XXI, pero, sobre todo, sin poner en peligro lo alcanzado.

Yo pienso que cualquier debate teórico que implique demandar algo a Cuba debe hacerse con mucho respeto, porque Cuba está ahí. Existe y eso es lo más importante. Cualquiera de las críticas que a nuestro socialismo se le formulen corre el peligro de hacer el juego a quienes tratan de que este desaparezca. Cualquier elaboración sobre los procesos sociales puede ser muy buena en teoría, pero si no ha sido plenamente demostrada, no se puede poner a jugar con las bases de la permanencia de lo alcanzado ya en la realidad. Esas teorías construyen el pensamiento hacia el futuro al que todos tenemos el deber de contribuir. Continuemos entonces el debate por los caminos del respeto a las personas, a las ideas, pero sobre todo a aquellos que además de elaborar esas ideas, no sólo para lograr construir con sus libros y artículos alguna nueva doctrina, tratan de cumplir con el objetivo mayor de lograr en alguna medida cambiar al mundo para hacerlo mejor.

El autor es Secretario de Relaciones Exteriores de la Academia de Ciencias de Cuba.

Noticias relacionadas:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=53932