Recomiendo:
0

Los deberes de la izquierda

Fuentes: Ctxt

El mérito del pensamiento de izquierda del siglo XIX fue el de captar bien las necesidades de su mundo y ofrecer herramientas con sentido para su abordaje. Hoy hay que pedirle a las izquierdas lo mismo

Estrenamos año y con él nuevas efemérides. De todas ellas dos sobresalen de manera especial, no solo por su incidencia histórica, sino porque además guardan estrecha relación entre sí. Este 2018 se cumplen 50 años del mayo del 68 parisino y 200 del nacimiento en Tréveris de Karl Heinrich Mordejái Marx ​​(en mayo también). Dos puntos de inflexión relacionados y, seguramente, de pareja relevancia. Sin Marx el mayo del 68 no hubiese sido posible, o al menos no en la forma en que se dio, y sin mayos del 68 el legado de Marx podría quedar relegado a ser un mero fenómeno histórico, sin eco para el presente.

Marx, junto a Nietzsche y Freud constituyen la terna conocida como los «maestros de la sospecha». Así la bautizó Paul Ricoeur, puesto que son pensadores que ponen en duda los cimientos culturales dados por ciertos sobre los que las sociedades occidentales se asentaban (la estructura del poder; la estructura de la moral y el conocimiento; la estructura psíquica del sujeto). Traer a la memoria el nacimiento de Marx no tendría que ser solamente recordar a un sociólogo, un economista o un activista político. Debería conllevar, ante todo, la constatación de que sin él los designios de la historia de gran parte del mundo no hubiesen sido los que hoy relatamos. Así de grave, pero así de cierto.

Dicho esto, conviene plantearse qué queda de Marx en nuestro discurso político, sobre todo en el contexto de las izquierdas. A eso se dedica Marco Revelli en su Posizquierda (Ed. Trotta, 2015), comenzando con una advertencia que es toda una declaración de intenciones. Parece dudoso, dice, poder hablar hoy de izquierda y derecha en un sentido clásico. Nuestro mundo no tiene nada que ver con el siglo XIX, lo que ciertamente no eclipsa que las causas que dieron pie a su surgimiento no continúen vigentes. Más bien todo lo contrario. Pero se echan de menos soluciones adaptadas a los tiempos que corren y sujetos políticos dispuestos a hacerse cargo de ellas, añade Revelli.

¿Por qué la antítesis izquierda-derecha debería ser reformulada? Para Revelli existen cuatro grandes motivos. Primero: ya no se puede hablar de una mera división por clases. Las desigualdades dividen a los hombres en categorías más profundas, ontológicas. Segundo: en las sociedades occidentales existen oligarquías omnipotentes impermeables a la dinámica política. Tercero: el termómetro de la acción política ya no es el ágora pública. Ahora su credibilidad viene marcada por la acción judicial. Cuarto: el debate político es fundamentalmente un espectáculo parlamentario que da pie a una multitud de comentarios en forma de «tuits» o «me gusta».

A todo ello añadiría lo más obvio: nuestro medio social no es solamente diferente al del siglo XIX, sino que el imaginario colectivo es enteramente heterogéneo. Por solo mencionar un par de variables: el estado del bienestar es una realidad que damos por descontada y que asumimos como «lo normal», y la integración cotidiana de la tecnología y la conectividad global ofrecen nuevos modos de relación social y de desarrollo individual que saturan las categorías antes instauradas. Para decir «soy de izquierda», pues, no vale con remitirse a los parámetros del siglo XIX. Hay que adaptarlos.

La tarea urge. Hoy más que nunca necesitamos relatos creíbles y factibles que ayuden a hacer más robusto y extenso el proyecto de una sociedad más feliz. Hoy más que nunca la izquierda requiere de una reformulación de su posición en el mundo que nos afecta, en nuestro mundo. Le constriñe la necesidad de actualizar el sentido de algunas categorías (obrero, patrón, lucha de clases o medios de producción) para afrontar con garantías los retos que se derivan de la autoexplotación, de las nuevas relaciones laborales y sociales, del descrédito de las instituciones políticas, de la sostenibilidad, de la globalización, de la interacción de las tradiciones culturales, de la permeabilidad de la esfera pública…

Se está comentando últimamente el «fenómeno» C’s y el hecho de que sectores catalanes tradicionalmente votantes de izquierda se decantaran el pasado 21/D por la formación naranja. Ya sucedió en las elecciones del 27/S y entonces se dijo que la lógica plebiscitaria lo podía explicar. Ahora cabe añadir que si así fuere, ya no lo sería tanto. Salta a la vista que el relato de la izquierda actual ya no aparece como la alternativa de choque a las urgentes desigualdades sociales existentes. No es ni mucho menos un fenómeno nuevo en la Europa occidental, por eso también en el Parlament el centro-derecha ya suma mayoría. Y el hecho es que, si hacemos caso a las últimas encuestas, en las próximas elecciones generales se consolidará el papel de las derechas, con todo lo que ha llovido.

La denominación «izquierda» nació con la Revolución Francesa y vivió su auge doctrinal en el siglo XIX con la obra de Marx y Engels. Pero es una sensibilidad socio-política que se remonta a mucho antes. Solo hay que recordar a los hermanos Graco y su papel en la Roma republicana del siglo II a. C. El mérito del pensamiento de izquierda del siglo XIX fue el de captar bien las necesidades de su mundo y ofrecer herramientas con sentido para su abordaje. Hoy hay que pedirle a las izquierdas lo mismo, y que se hagan eco del enojo y malestar actuales y lo modulen creativamente en una fuerza transformadora que haga más asequible la posibilidad de la felicidad a la ciudadanía. La empresa no es menor porque no valen las cortapisas, y hasta ahora no parece haberse dado con la tecla. Pero no hay otra, si de verdad se aspira a ser motor de progreso social. Como apunta José Antonio Pérez Tapias en el prólogo del libro, los esencialismos (sean cuales sean) no forman parte, precisamente, de una actitud de izquierdas. Así que no caben restauraciones de antaño, sino atinadas actualizaciones para proyectar un mejor futuro para el rabioso presente.

Miquel Seguró es Profesor de la UOC – Investigador de la Càtedra Ethos (URL). @miquel_seguro

Fuente: http://ctxt.es/es/20180228/Firmas/18102/Miquel-Seguro-marx-engels-marxismo-izquierda.htm