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Los doscientos años de Manuel Rodríguez

Fuentes: Radio U. de Chile

El 26 de mayo [recién pasado] se cumplieron los doscientos años del homicidio de Manuel Rodríguez. ¿Qué queda de su memoria? ¿Por qué para nadie fue destacada la efeméride? ¿Es parte de nuestro real ‘patrimonio de Chile’? El día del Patrimonio, ahora dos días seguidos, se ha ido convirtiendo en una recuperación de palacios, mansiones, […]

El 26 de mayo [recién pasado] se cumplieron los doscientos años del homicidio de Manuel Rodríguez. ¿Qué queda de su memoria? ¿Por qué para nadie fue destacada la efeméride? ¿Es parte de nuestro real ‘patrimonio de Chile’? El día del Patrimonio, ahora dos días seguidos, se ha ido convirtiendo en una recuperación de palacios, mansiones, bancos, templos, cuarteles. Como un recuento de objetos, de antigüedades, de antiguallas, de uniformes viejos (así veo una foto del homenaje de las fuerzas armadas a Rodríguez en El Mercurio).

«La tierra andaba entre los mayorazgos

de doblón en doblón, desconocida,

pasta de apariciones y conventos,

hasta que toda la azul geografía

se dividió en haciendas y encomiendas.

Por el espacio muerto

iba la llaga

del mestizo y el látigo

del chapetón y del negrero.»

(Pablo Neruda, Las haciendas: Canto General).

Es indispensable recordar al popular guerrillero que puso en jaque la dominación patriarcal del estado monárquico y absoluto de los europeos en Chile: el poder de los ‘godos’, es decir, de los ricos, los nobles, los blancos, los privilegiados del estatuto colonial. Manuel Rodríguez supo identificarse con los afectados por el régimen de los godos. Recogió el sentipensar de la plebe, su sofocado inconformismo y su rebeldía. Son sus palabras: «Es muy despreciable el primer rango de Chile. Cada caballero se considera el único capaz de mandar. Muy melancólicamente informará de Chile cualquiera que lo observe por sus condes y marqueses. Más la plebe es de obra y está por la libertad». ¿Cuánto habrá cambiado Chile de entonces a hoy? A lo mejor, ni tanto. Los caballeros están donde están. Los condes y marqueses de hoy se visten y revisten con otras pompas, títulos y grados. La plebe siempre estará en otra, aspirando a la libertad. La plebe, esto es, el pueblo llano, la gente común, a ras de tierra.

En otra ocasión el parecer de Rodríguez acerca de los chilenos no dejó títere con cabeza.

El régimen patriarcal y moderno colonial de España había degradado de arriba abajo a todos los habitantes de Chile. Son sus palabras: «Los chilenos no tienen amor propio ni la delicada decencia de los libres. La envidia, la emulación baja y una soberbia absolutamente vana y vaga son sus únicos valores y virtudes nacionales […]. El pueblo medio es infidente y codicioso. De todo quiere sacar lucro pronto, en todo meterse y criticarlo […]. La última plebe [está] degradada por el sistema general que los agobia con una dependencia feudataria demasiado oprimente, se hace incapaz de todo».

Los partidarios del rey no toleraron al joven rebelde. Más de algún abogado lo trató de «hombre pícaro, loco, y turbulento». El «infame Rodríguez», dijo la Gaceta Viva el Rey en 1817. «Joven corrompido», lo llamó el gobernador Marcó del Pont. Lo peor fue que las nuevas y flamantes autoridades republicanas tampoco lo soportaron.  Es «bicho de mucha cuenta» le escribe O´Higgins a San Martín. En 1932 Ricardo Latcham distinguió a Rodríguez de O´Higgins: «Uno era la fuerza libre de la Naturaleza y el desborde rico de los ímpetus espontáneos; el otro significaba la sumisión a las normas consagradas y a las razones de estado.» (Vida de Manuel Rodríguez, el guerrillero).

Manuel Rodríguez encarnó la conciencia más lúcida de su tiempo en términos de comprender los desafíos eternos de la historia de Chile. La miseria del régimen colonial y la necesidad de empezar a crear una verdadera liberación de esa miseria patriarcal.

Su padre era de Arequipa. El pueblo a ras de tierra lo comprende y lo arrulla. En Til Til los campesinos saben que Rodríguez es muy milagroso y encienden velas a su animita. En 1863 se coloca una placa de mármol a su memoria en Til Til. Hasta 1894 la placa fue destruida y tres veces colocada. En 1954 se publican unas décimas del cantor popular y obrero ferroviario de Til Til José Riel en honor del defensor de la tierra:

Manuel Rodríguez patriota

popular por excelencia

porque tuvo consecuencia

hacia el pueblo con ojotas

él no aceptó que la bota

del invasor extranjero

explotara nuestro suelo

saqueara nuestras riquezas

hoy le canto mis tristezas

al popular guerrillero.

(Anales de la Universidad de Chile, 1954).

Entre ojotas y botas. Las botas continuaron el saqueo del siglo XX. La pérdida del patrimonio. ¿Cómo no recordarlo hoy a doscientos años de su muerte? ¿Qué Independencia de Chile podía jurarse en 1818 si ese mismo año asesinaron a Rodríguez? El guerrillero poco cuenta para la olvidadiza memoria chilena. Hay que encontrar los sentimientos apasionados nacidos de la tierra. Es cosa de oír a Violeta Parra:

Quisiera tener un hijo

Brillante como un clavel

Ligero como los vientos

Para llamarlo Manuel.

Y apellidarlo Rodríguez

El más preciado laurel.

De niño le enseñaría

Lo que se tiene que hacer

Cuando nos venden la patria

Como si fuera alfiler

Quiero un hijo guerrillero

Que la sepa defender.

(Violeta Parra, Hace falta un guerrillero).

 

http://radio.uchile.cl/2018/05/28/los-doscientos-anos-de-manuel-rodriguez/