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Los «ensayos» de la Legión Cóndor en Castellón

Fuentes: Rebelión

Un arcano ha envuelto durante muchos años a la comarca castellonense de l’Alt Maestrat. En mayo de 1938, los aviones de la Legión Cóndor bombardearon cuatro municipios -Benassal, Ares del Maestrat, Vilar de Canes y Albocàsser- con un impacto terrible en daños materiales y vidas humanas. Los hechos eran bien conocidos, sobre todo por sus […]

Un arcano ha envuelto durante muchos años a la comarca castellonense de l’Alt Maestrat. En mayo de 1938, los aviones de la Legión Cóndor bombardearon cuatro municipios -Benassal, Ares del Maestrat, Vilar de Canes y Albocàsser- con un impacto terrible en daños materiales y vidas humanas. Los hechos eran bien conocidos, sobre todo por sus víctimas y descendientes. Pero respecto a las causas permanecía abierta una gran interrogante. ¿Qué interés podía tener la aviación nazi en atacar los cuatro pueblos?

Porque Benassal, por ejemplo, se hallaba a 30 kilómetros del frente más próximo, sin objetivos militares ni tropas republicanas en el entorno; es más, las tropas franquistas tardaron en llegar cinco días, una vez producidos los bombardeos.

El Grup de Recuperació de la Memòria Històrica del segle XX de Benassal resolvió la incógnita, por fin, gracias al libro «La Guerra Civil Española» (Crítica. 2010), del historiador Antony Beevor, que les dio pie a una investigación posterior. En este libro se afirma que en la primavera de 1938, con motivo del avance por Aragón, la Legión Cóndor arrojó bombas en pueblos y ciudades, como las de l’Alt Maestrat, y luego tomó fotografías aéreas y terrestres para evaluar el impacto de la ofensiva. Les interesaba, con estos «experimentos», verificar la precisión de los junkers 87 («Stuka») con las bombas de 500 kilogramos. Aquí esta la clave del enigma. La mayor parte de esta siniestra labor empírica -según Beevor- fue obra del comandante Fugger, descendiente de los célebres banqueros de Carlos V.

El Centre Octubre de Cultura Contemporània de València recoge hasta el 6 de enero, en 16 paneles, parte de estas fotografías y otras de colecciones particulares. Antony Beevor citaba en su trabajo un documento medular de los archivos alemanes, el Bundesarchiv-Militärchiv, Freiburg im Breisgau, RL35/34, de donde procede el material de la exposición. Se trata de un informe («de los efectos de las bombas de 500 kilogramos» en los cuatro pueblos de l’Alt Maestrat) de 50 páginas con 65 instantáneas.

El informe, redactado por el Mayor Graf Fugger, uno de los jefes de la Legión Cóndor, constituye el punto de partida de la investigación del grup de la Memòria Històrica de Benassal. «Se trata de un estudio muy completo que analiza la efectividad de los bombardeos en picado de los Ju87A y la destrucción de las bombas de 500 kilogramos, lo que sin duda desempeñó un papel muy importante en la decisión alemana de apostar por estos aviones en la Segunda Guerra Mundial», asegura uno de los paneles de la muestra.

El informe mantiene para los cuatro municipios el mismo método. Hay, primero, una fotografía aérea tomada a 4.000 metros, y que es anterior al ataque. A cada bombardeo sigue una nueva serie de imágenes con los efectos producidos. Se da la circunstancia de que en los casos de Benassal (y puede que también en Albocàsser) los alemanes cometen errores en la señalización de los impactos.

Benassal, afirma el Grup de Recuperació de la Memòria Històrica, era en la época un pequeño pueblo agrícola sin instalaciones industriales ni posibles objetivos militares. Pero esto no le libró de las sangrientas acometidas. Las bombas sacudieron los cimientos del centro del pueblo: se destruyó completamente la calle Mayor (en buena parte porticada), la iglesia, el campanario y la capilla. Las tres bombas de 500 kilogramos lanzadas el 25 de mayo causaron 13 muertos y numerosos heridos. Nuevos ataques sobre Benassal, tres días después, no ocasionaron víctimas pues la gente había abandonado el pueblo.

Estos hechos pueden constatarse con las fotografías del Bundesarchiv RL35/34 expuestas en el Centre Octubre. Son los efectos sangrientos del nazismo. En una de las imágenes se advierte a un soldado germano mostrando el agujero producido por un explosivo SC500 en la plaza; en otra, la destrucción de casas y la calle Valencia con la cúpula de la iglesia agujereada; además, puede apreciarse, a través de una vista aérea, el impacto de las bombas en Benassal.

En Ares del Maestrat los junkers 87 arrojaron nueve bombas, con efectos devastadores: 16 muertos, de manera inminente, por los ataques, según consta en el registro municipal. A estas muertes han de añadirse los heridos cuya muerte se produce después en otros hospitales, según se desprende de la investigación del Grup de Recuperació de la Memòria Històrica del segle XX de Benassal. La barbarie y crueldad de los ataques sobrepasó con mucho cualquier límite racional. En uno de los bombardeos, con fecha 29 de mayo, la aviación nazi acabó de golpe con una madre, sus cinco hijos y una visita que se hallaba en la casa. En la muestra puede observarse una foto aérea de Ares desde el este, con el entorno del castillo totalmente en ruinas.

Como en el holocausto, una lógica fría y criminal, casi científica, acompañaba a la barbarie. ¿Cómo se eligieron los objetivos? Considerando el mínimo consumo de combustible y la seguridad de no encontrarse con la reacción de los antiaéreos ni los cazas republicanos, para no perder ninguno de los junkers. El Grup de Recuperació de la Memòria señala que por esta razón «las pruebas se realizaron, con el frente parado casi dos meses, en los cuatro primeros pueblos republicanos en dirección sur hacia el interior».

En Vilar de Canes, el pueblo más pequeño de los cuatro, dos días de bombazos produjeron tres muertos sobre una población de unas 400 personas. No hubo más víctimas porque tras la primera incursión aérea el pueblo quedo desierto. Los explosivos destruyeron la iglesia y gran parte del centro. En la muestra se ofrecen algunos testimonios de la ignominia, como la imagen a pie de tierra de la calle de la Sacristía arrasada, con la iglesia al fondo.

Fuertemente defendido por las tropas republicanas por su importancia estratégica (puerta de la carretera interior a Castellón), el municipio de Albocàsser fue el primero en sufrir a los junkers, que lanzaron 12 bombas de 500 kilogramos. «Fue el primer pueblo bombardeado y el que recibió más explosivos, aunque el número de víctimas fue reducido en comparación con el resto de los municipios; la presencia militar había ya provocado la huida de la mayor parte de la población», explica el Grup per la Recuperació de la Memòria.

Añade uno de los paneles explicativos que en Albocàsser, como en las demás localidades, «la mayoría de las bombas cayeron en el centro del pueblo, por lo que resultaron destruidas, curiosamente, las casas de las familias acomodadas y el consistorio». Las exposición incluye una fotografía de ocho casas totalmente destruidas en el carreró de Sant Roc; otra de un soldado alemán en medio del Ayuntamiento en ruinas y dos imágenes de la calle Mayor, antes de la guerra y después de los bombardeos.

Pero la tragedia que sufrieron los pueblos de l’Alt Maestrat requiere un contexto gráfico, que la muestra ofrece con acierto. Pueden observarse, por ejemplo, fotos de los junkers 87A (colección Hermanos Cid), los bombarderos más famosos de la Segunda Guerra Mundial. Estos aviones, que utilizaban la técnica de bombardeo en picado , con poco margen de error, comenzaron a construirse en 1935 y tres años después llegaron a España por primera vez.

Si l’Alt Maestrat era un laboratorio para la Legión Cóndor, para los soldados alemanes esta comarca castellonense no pasaba de lugar de veraneo, según los autores de la muestra. Un cruento lugar donde pasar las vacaciones. España venía a ser «un país exótico». «Muchos de estos soldados llevaban su cámara Leika ; existen numerosas imágenes de su paso por el país; los alemanes tienen comida, tabaco y bebida traída directamente de Alemania; cuentan además con unos sueldos muy elevados». Una fotografía de la colección José Ramón Bellauvi muestra a un grupo de militares nazis bajo los olivos del aeródromo de la Sènia. La memoria gráfica del ocio y el recreo en medio de la tragedia. Una señal de alerta para el presente.