Si tuviera que resaltar las dos cualidades que más me han impresionado de Elena Poniatowska diría que la capacidad de conmover que tiene su literatura y su sencillez personal. Luego de más de dos décadas de ausencia de la Isla Elena ha regresado a Cuba como invitada a la XVI Feria del Libro para presentar […]
Si tuviera que resaltar las dos cualidades que más me han impresionado de Elena Poniatowska diría que la capacidad de conmover que tiene su literatura y su sencillez personal. Luego de más de dos décadas de ausencia de la Isla Elena ha regresado a Cuba como invitada a la XVI Feria del Libro para presentar la edición de Casa de las Américas de su novela Tinísima. Una extraordinariamente abarrotada sala Nicolás Guillén siguió con atención cada respuesta suya en este encuentro con el público cubano donde la narradora y periodista mexicana rememoró sus inicios en el periodismo y las experiencias más importantes ligadas a su profesión, sus primeras visitas a nuestro país y su relación con la literatura en general. La presentación de Tínisima estuvo acompañada por un performance evocador de Tina Modotti a cargo de Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez. La relación de Jesusa y Elena data de hace 26 años, de ella ha dicho la narradora mexicana: «nos queremos muchísimo, nos hemos acompañado mucho, en muchas circunstancias de la vida». La presentación de Tinísima en esta XVI Feria nos ha regalado a los cubanos no solo la posibilidad de tener en las manos ese magnífico texto, sino, además, de conversar con estas extraordinarias artistas y activistas políticas.
Usted ha dicho: «Cuba es un país heroico y algo de eso suena en mí», ¿cuáles son las razones que la traen a Cuba esta vez?
La invitación que me hicieron para participar en esta Feria del Libro y la presencia aquí de Roberto Fernández Retamar a quien quiero muchísimo, de Chinolope, de Eliseo Altunaga, de Pablo Armando Fernández, quienes me ayudaron cuando yo vine a hacer las entrevistas en 1980 para el libro Tínísima y tuve la oportunidad de hablar con Sara Pascual, con María Luisa Lafita y con Roberto Vizcaíno, en fin, las personas que todavía vivían en Cuba, en La Habana, que la conocieron y trabajaron con ella.
Luego de una semana aquí, ¿cómo valoraría la Feria del Libro?
Conmueve a alguien que viene desde fuera como yo ver a los niños escogiendo su propio libro, la cantidad de lectores que tiene esta Feria, el entusiasmo que suscita. Para cualquier escritor, este es el paraíso y también lo es para cualquier lector.
Hablando específicamente de Tinísima ¿de qué manera nació este libro?
Cuando vine a La Habana en 1980 Gabriel Figueroa me pidió que hiciera un guión de cine porque se iba a filmar una película de Tina Modotti. Carlos Saura había hecho una película sobre Antonieta Rivas Mercado y la segunda en la que habían pensado era Tina Modotti. Resultó que la hermana del presidente de la República José López Portillo era la encargada de la cinemateca y nos hizo el favor de descuidarla y por lo tanto no hubo dinero para hacer esa segunda película. Yo había entrevistado a muchísimos viejos comunistas mexicanos, gente muy valiosa, muy entrañable, que me hablaban naturalmente de Tina Modotti, pero también me hablaban mucho de sí mismos, incluso fui a Trieste a entrevistar a su último amante y me dije, qué voy a hacer con todo esto, pues voy a hacer una novela. Así nació Tinísima, que era como le decía Julio Antonio Mella en sus cartas: mi cara Tinísima.
Se cuenta que luego de que usted escribiera Tinísima, Octavio Paz le dejó de hablar por un período de 10 años. ¿Ha sufrido en otras ocasiones situaciones como esta por defender sus ideas desde la izquierda?
Sí, he sufrido represalias, insultos, gente que me deja de hablar, pero finalmente en el último año de vida de Octavio, me invitó a pasar con él su fiesta de fin de año.
Los héroes y heroínas de sus obras son mujeres pobres, ¿no le interesa a Elena, la descendiente de una monarquía europea, escribir sobre sus antepasados?
Ya yo escribí un libro sobre ese tema que se llama Flor de Lis, pero en general a mí lo que me interesa es lo que no se me parece, lo que no tiene que ver conmigo, porque me gusta mucho descubrir y porque la gente siempre me sorprende. Mi medio social para mí es previsible, puesto que lo conozco.
Usted ha dicho: «Tengo el sello, la marca de fuego del periodista como un tatuaje que supongo que nunca va a desaparecer.» Si volviese a nacer ¿ejercería nuevamente esa profesión?
No sé si volvería a hacerlo, pero sí extraño muchísimo la academia, me hubiera gustado ser universitaria, pero estoy muy agradecida con el periodismo, porque aprendí de él. Alguna vez le dije a Juan Soriano ―un pintor mexicano― que yo quisiera volver a vivir para volver a hacer las cosas mejores y me dijo: no te preocupes, que todo lo volverías a hacer, pero peor. Entonces no me hago ilusiones, pero sí extraño la academia porque a mi juicio me hubiera facilitado mucho tener una formación académica, saber investigar, saber leer, saber escoger qué voy a estudiar a lo largo de los años. Siento que me dispersé muchísimo, hice muchos artículos, entrevistas, crónicas sociales que me pedía el jefe de información y en eso me parece que perdí el tiempo. Hoy que tengo menos tiempo, pienso que eso fue mucho tiempo perdido.
Usted ha incursionado en todos los géneros periodísticos pero todos destacan su particular habilidad como entrevistadora, ¿cuál es su opinión sobre la italiana Oriana Fallaci?
Oriana Fallaci empezó siendo una gran periodista pero acabó siendo muy reaccionaria, terminó mal, vivía en los Estados Unidos, creo que al final renegó de todo aquello en lo que ella creía, lo cual es muy triste, pero de todos modos en su época fue una gente que sabía hacer las preguntas y escuchar, que son las dos cualidades fundamentales que necesita un entrevistador.
¿Cómo valoraría a la izquierda mexicana hoy?
Creo que la izquierda mexicana se ha dividido y esto le hace daño porque la sitúa a veces en una situación de inferioridad, pero ahora tenemos un presidente legítimo que es Andrés Manuel López Obrador y somos muchas las personas que votamos por él.
¿Qué piensa Elena Poniatowska de los cambios que se están produciendo en América Latina?
Ojalá de veras se incline la balanza hacia la izquierda, ha habido cambios que favorecen a América Latina y no estamos tan lejos del ideal de Bolívar que es una América Latina unida. Esto depende mucho de nosotros, porque en general también los escritores lo que quieren es triunfar en los EE.UU. y no que los traduzcan a algún idioma indígena, sino al inglés.
¿Cuál debería ser hoy el papel de la literatura latinoamericana?
La literatura latinoamericana debería documentar lo que sucede en América Latina, porque para ser provechosamente universal hay que ser también nacional, hablar del propio país, hablar de las propias cosas, no es hacer indigenismo ni costumbrismo, sino de veras dar una visión del país como la dio Gabriel García Márquez, como la dio un gran escritor que merecía más que nadie el Nobel de Literatura: Alejo Carpentier, como la dio Miguel Ángel Asturias, que fue muy importante para Guatemala, y como la han dado otros escritores. Es muy importante reflejar en nuestra literatura nuestra realidad y que nos conozcan y nos amen a través del conocimiento que tienen de nosotros.