1. El portazo presidencial en la cara de los prisioneros de guerra reafirma la profunda animadversión de Álvaro Uribe hacia el canje por considerarlo lesivo a su estrategia de seguridad. 2. Su demagogia y ausencia de compromiso real con los familiares de los prisioneros, con las organizaciones amigas del intercambio, con los colombianos que lo […]
1. El portazo presidencial en la cara de los prisioneros de guerra reafirma la profunda animadversión de Álvaro Uribe hacia el canje por considerarlo lesivo a su estrategia de seguridad.
2. Su demagogia y ausencia de compromiso real con los familiares de los prisioneros, con las organizaciones amigas del intercambio, con los colombianos que lo anhelan y con los gobiernos que ofrecieron su concurso, quedaron al desnudo abruptamente bajo el pretexto de lo ocurrido en la Escuela Superior de Guerra, como si el país no fuese escenario cotidiano de una intensa confrontación aupada por el mismo Presidente y conociéndose que los generales ponen bombas para culpar a las FARC e impedir cualquier salida política al conflicto.
3. Vale recordar que no ha pasado un solo día desde su posesión en agosto del 2002, en que los aviones, helicópteros y la Fuerza Pública Oficial hayan dejado de lanzar bombas y metralla so! bre selvas, campos y poblados buscando afectar opositores armados y desarmados. Ni un solo día ha cejado en su empeño por rescatar los prisioneros. Su frustración es muy grande, pues tanto en uno como en otro caso, sus fracasos son de público conocimiento.
4. El desastroso impacto socio económico que sobre los sectores populares ha tenido la gestión uribista, la impúdica generosidad presidencial con las mafias del narco- paramilitarismo y con los infames «Falsos Positivos» de la fuerza pública, así como sus «pírricas» victorias sobre la Insurgencia Revolucionaria, le están acarreando múltiples dificultades de gobernabilidad, que aspira a sortear reciclando su machacado discurso de tono camorrero contra todos aquellos que se aparten de su concepción dictatorial del poder.
5. No aspiramos a lisonjas de nuestros adversarios, pero tampoco creemos que la ofensa personal acerque a la reconciliación ni mucho menos que aproxime el triun! fo militar. Eso sencillamente denota ausencia de grandeza.
6. Ratificamos nuestra voluntad y propuesta para materializar el canje y la plena disposición para que una vez superada esa etapa, podamos entre todos avanzar en procesos políticos que lleven a acuerdos de convivencia y de paz.
Secretariado del Estado Mayor Central.
FARC-EP.
Montañas de Colombia, octubre 26 del 2006