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Los herederos del Golpe cívico militar nos gobiernan

Fuentes: Rebelión

Lo clave y determinante de los tiempos presentes es que los herederos directos y principales beneficiados del Golpe de Estado del martes 11 de septiembre de 1973 sean los que sigan gobernando desde la misma Moneda bombardeada por sus progenitores intelectuales y materiales. Fue con los aviones de Guerra de la Fach comandados desde tierra […]

Lo clave y determinante de los tiempos presentes es que los herederos directos y principales beneficiados del Golpe de Estado del martes 11 de septiembre de 1973 sean los que sigan gobernando desde la misma Moneda bombardeada por sus progenitores intelectuales y materiales. Fue con los aviones de Guerra de la Fach comandados desde tierra por Pinochet y con el presidente Salvador Allende armado de un fusil ametralladora con su guardia leal ahí atrincherada. Tragedia que era anunciada, ya que no fue un rayo en un cielo sereno.

 

Los «inquilinos» de La Moneda, como eufemísticamente se los llama, deben felicitarse. «Lo logramos» deben decirse (qué mejor que seguir siendo los dueños del poder y la riqueza del país, ahora, en democracia parlamentaria capitalista) y, de paso, agradecer para sus adentros a los interlocutores válidos (la proto Concertación) que la dictadura reconoció como legítimos para preparar la llamada «transición» pactada que se hizo salvaguardando la estructura del modelo neoliberal de los ahijados del dictador. Todo un dibujo mal hecho.

 

El que hoy gobierna es uno de aquellos. Se presentó siempre como un híbrido Derecha-DC/empresario/RN-neoliberal. Dice que votó NO a la dictadura siguiendo los consejos implacables de la lógica del capital. Y como tal, todo el mundo sabía con la chichita que se iba a seguir curando. Con un ente camaleónico.

 

De Sebastián Piñera, antes de haber sido elegido en su primer mandato, todo el mundo mediático-político estaba al tanto que había violado las reglas del mercado. Que había traficado información privilegiada para enriquecerse jugando con acciones en la bolsa. Así puede medirse el grado de indecencia y corrupción del país. Y la hipocresía de los que hoy rasgan vestiduras.

 

Todo se conecta y ramifica entonces. Por lo mismo, las generaciones ante y pos golpe somos todas contemporáneas de las mismas referencias histórico sociales. Y pese a los que se llamaron «renovados» antes, y ahora «más allá de las izquierdas y derechas». O de extremo centro. Todos los chilenos y chilenas vivimos en el mismo marco político de un ciclo largo y en la vida de los flujos y reflujos de la lucha por un Chile democrático, justo e igualitario desde el mismo 11 de septiembre del 73. Han habido avances, retrocesos, derrotas y pequeñas victorias, cierto. Cuando nos birlaron la caída del régimen militar y pactaron fue grave, después de las protestas y los caídos a partir del 83. Las movilizaciones obreras y estudiantiles, mapuche, las feministas y de defensa de la calidad de vida junto con las rebeliones de Aysén y Magallanes, las ecologistas contra HidroAysén y Piñera I han sido acontecimientos populares de gran valor.

 

Se trata hoy como siempre de saber distinguir aliados, adversarios y enemigos. Y de evaluar las relaciones de fuerza y la manera de levantar un proyecto donde una vuelta esclarecedora por la historia sea imprescindible para librar, junto con los vencidos de ayer, la nuevas batallas del presente y del futuro (*).

 

*Una pocas letras para los miles de trabajadores, pobladores, estudiantes, campesinos y cientos de marinos y soldados, hombres y mujeres que se movilizaron desde junio del 73 a su manera para parar el Golpe. A los y las que sabían que agosto fue decisivo y que con el pretexto de aplicar la Ley de Control Armas, aprobada en el Congreso, los sectores golpistas de la derecha y la DC azuzaban a los militares para intimidar a los trabajadores y preparar el camino al descabezamiento del movimiento popular. Mientras Nixon y Kissinger exigían «continue keeping the pressure on every Allende weak spot» (no dejen tranquilo al Gobierno de Allende le decían a la CIA). A quienes veían con trágica lucidez como los Altos Mandos jugaban las últimas intrigas para comandar la masacre. A los y las que con las armas continuaron luchando por la libertad y la dignidad contra la barbarie militar desde el mismo 11/73. Al movimiento de familiares de desaparecidos y desaparecidas políticos, detenidos y torturados y por los DDHH que mantuvieron la lucha hasta hoy por la memoria, la dignidad y la historia de nuestro pueblo.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.