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En el 80º aniversario de Camilo Torres

Los ideales de Camilo y el final de la negra noche

Fuentes: Rebelión

El 3 de febrero de 1929 nació Camilo, el cura guerrillero, en Bogotá en el seno de una familia aristocrática (por eso en aquella época del Frente Unido se decía que Camilo y Raquel Mercado -el sindicalista patronal- habían traicionada sus propias clases sociales). Como era obvio estudió su bachillerato en la exclusiva Quinta Mutis […]

El 3 de febrero de 1929 nació Camilo, el cura guerrillero, en Bogotá en el seno de una familia aristocrática (por eso en aquella época del Frente Unido se decía que Camilo y Raquel Mercado -el sindicalista patronal- habían traicionada sus propias clases sociales). Como era obvio estudió su bachillerato en la exclusiva Quinta Mutis y en el Liceo Cervantes, No obstante, en 1946 ingresó a la Universidad Nacional a estudiar derecho en donde fue compañero de García Márquez. Algo muy traumático debió pasarles a este par de prohombres en esta facultad, lo cierto es que el uno se retiró para dedicarse al periodismo y el otro resolvió volverse cura. Luego estudió sociología en Lovaina e hizo un posgrado en Minnesota. Como se ve, a más de brillante era una persona muy culta y de una enorme sensibilidad social.

Fundador con Fals Borda de la Facultad de Sociología en la Universidad Nacional, fue uno de los precursores del movimiento Teología de la Liberación y hacia Agosto de 1965 inicia la publicación del semanario Frente Unido en cuyo primer número, dedicado a los cristianos, sostiene que «es necesario quitarle el poder a las minorías privilegiadas para dárselo a las mayoría pobres».

Los siguiente números llevan mensajes a los militares, a los comunistas, a los países no alineados, a los sindicatos, a las mujeres, a los estudiantes, a los desempleados y a la oligarquía. Este periódico va nucleando un importante movimiento popular con mucha presencia estudiantil y obrera.

Con todo, hacia 1965, Camilo había llegado a la conclusión de no era posible un cambio en la estructura de poder por la vía pacífica. Veamos lo que manifiesta en un reportaje a la revista Semana por aquella época:

Por qué le parece indispensable la revolución?

-La revolución es indispensable porque ahora el poder se encuentra en manos de una minoría de más o menos cincuenta familias incapaces de afectar sus intereses por los de la mayoría, lo que significa que esta minoría posee también el control político, el de las elecciones, el de todos los medios y de todos los factores del poder y que al derribarse, se ejecuta lo que considero una revolución: el cambio de la estructura del poder de manos de la oligarquía a manos de la clase popular.

-Camilo, usted habla de la toma del poder: ¿de qué manera cree que puede lograrse?

-Estoy convencido que es necesario agotar todas las vías pacíficas y que la última palabra sobre el camino que hay que escoger no pertenece a la clase popular, ya que el pueblo, que constituye la mayoría, tiene derecho al poder. Es necesario más bien preguntarle a la oligarquía cómo va a entregarlo; si lo hace de una manera pacífica, nosotros lo tomaremos igualmente de una manera pacífica, pero si no piensa entregarlo o lo piensa hacer violentamente nosotros lo tomaremos violentamente.

En noviembre de 1965 se une al ELN y desde las montañas lanza una proclama al pueblo colombiano en la que expresa en uno de sus apartes:

«Colombianos:

«Durante muchos años los pobres de nuestra patria han esperado la voz de combate para lanzarse a la lucha final contra la oligarquía.

«En aquellos momentos en los que la desesperación del pueblo ha llegado al extremo, la clase dirigente siempre ha encontrado una forma de engañar al pueblo, distraerlo, apaciguarlo con nuevas fórmulas que siempre paran en lo mismo: el sufrimiento para el pueblo y el bienestar para la casta privilegiada.

«Cuando el pueblo pedía un jefe y lo encontró en Jorge Eliécer Gaitán, la oligarquía lo mató. Cuando el pueblo pedía paz, la oligarquía sembró el país de violencia. Cuando el pueblo ya no resistía más violencia y organizó las guerrillas para tomarse el poder, la oligarquía intentó el golpe militar para que las guerrillas, engañadas, se entregaran. Cuando el pueblo pedía democracia se le volvió a engañar con un plebiscito y un Frente Nacional que le imponían la dictadura de la oligarquía.

«Ahora el pueblo ya no creerá nunca más. El pueblo no cree en las elecciones. El pueblo sabe que las vías legales están agotadas. El pueblo sabe que no queda sino la vía armada».

Murió Camilo en combate el 15 de febrero de 1966. Su tránsito por la guerrilla no pasó de un poco más de un año. Se estilaba por aquella época en la insurgencia hacerse a su propio fusil quitándoselo al enemigo. Nadie ha logrado explicar satisfactoriamente cómo fue posible que le permitieran a Camilo este especie de suicidio en el cual subyace, posiblemente, el prurito de dar ejemplo, de que el pueblo lo siguiera. Hoy el único que sabe donde están sus restos es su hermano Fernando Torres Restrepo.

Desde la muerte de Camilo ha pasado mucha agua por debajo del puente. La Utopía se derrumbó estrepitosamente a la par con el muro de Berlín. Como resultado resucitó el capitalismo hirsuto y brutal que describe Marx en su Manifiesto, ahora conocido como neoliberalismo y que se propuso para enriquecerse, a límites patológicos, transgredir todas las normas éticas de la humanidad a través de la banalización del mal. Tanto daño y tanta ruina ocasionó este modelo que el mismo capitalismo no pudo escapar al desenfreno y se propinó una estocada mortal. Ahora agónico y babeante es de esperar que, de nuevo, la izquierda no le permita levantarse (ojo a la socialdemocracia que siempre le ha servido de palanca al capitalismo en sus momentos de crisis).

Colombia, desde la muerte de Camilo, entró en un proceso de involución acelerado en el que «los inmorales nos han igualado», como dice el tango, incluso nos han superado, es más: nos mandan.

Pero hay indicios de que la negra noche tiende a ceder, que los sueños de Camilo se pueden cumplir en corto plazo. Por eso la izquierda, en todas sus vertientes y expresiones debe cohesionarse, estar más unida que nunca. Como siempre el enemigo está al acecho, conspirando.