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Los liberales, los gobiernos de la UE y la mantenida Ucrania

Fuentes: Rebelión

Desde el comienzo de la Operación Militar Especial rusa, la financiación con la que mantenemos a los ucranianos sin trabajar, unos desgraciadamente muriendo en el frente y otros no, pero mientras viven lo hacen de rentas a costa de nuestros impuestos, que realmente nos los imponen a los ciudadanos de la Unión Europea, que no los deseamos pagar para esa finalidad por más que utilicen la coartada del miedo a una invasión rusa de nuestros países, curiosamente, al margen de cualquier coherencia entre afirmar que Rusia carecía de la capacidad de hacerse con Ucrania y sostener que Polonia, todos los escuálidos, casi insignificantes cuantitativamente, países Bálticos, e incluso hasta Alemania y todos los países miembros de la UE, pueden ser atacados e invadidos por Rusia. La ridiculez es evidente, pero como los políticos no tienen sentido del ridículo sino obediencia debida a los intereses usamericanos (lo cual es evidente y para muestra un botón: ni Alemania, ni Austria, ni Holanda, por mencionar a los más afectados negativamente por la destrucción del gasoducto Nord Stream, han protestado, mientras que su destrucción ha beneficiado a Estados Unidos, por encima de todos, que ha podido vender su gas licuado considerablemente más caro, y Polonia y Ucrania, que temían perder sus rentas del paso del gas por tuberías en  sus respectivos territorios). 

Es curioso comprobar que los liberales, defensores de la productividad y del dogma duro del mercado, que dejan al Estado el sólo margen para dar un marco legal que impida a las empresas acabar a garrotazos, y en todo caso, que corra con unos gastos que ellas prefieren no pagar directamente, se han callado ante este desmán de dinero público para mantener a unos improductivos. No salen a la palestra, cuando está del todo justificado desde su doctrina habiendo confeccionado libros contra las guerras, como hizo von Mises (mente lúcida donde las haya). Los defensores del dogma liberal han salido de puntillas y sin decir palabra, siendo la contradicción evidente: no se puede andar azuzando ideológicamente contra la intervención de las Administraciones Públicas en general y, al mismo tiempo, aceptar el uso de fondos públicos para mantener sin trabajar a una población ajena que carece de capacidad para pagarse el sustento diario y, además, el gasto militar corrupto que le envuelve. Las empresas fabricantes de armamento militar tienen poco de empresas modélicas en la doctrina liberal, pero, cabe al poder, no conviene criticarlas.

Afortunadamente, entre los gobiernos de países miembros de la UE hay quienes discrepan y son capaces de constatar el desbarajuste de la economía europea a la que conduce la Comisión europea y los Estados que apoyan el enfrentamiento a Rusia como manera de ocultar sus deudas y desgobierno interno (¡que se lo digan a los franceses!). Algunos de los gobiernos, son tan lentos de reflejos que se percatan ahora, con evidente retraso, de que apropiarse los fondos depositados por Rusia en sus países, conllevaría inmediatamente lo propio realizado por Rusia respecto de las inversiones. No sacaron las cuentas con presteza (¡que se lo digan a Alemania!), pero nunca es tarde si la dicha es buena. Estamos gobernados por simples, lo cual nos sitúa a los ciudadanos en pésima situación, pues les conferimos en su día el derecho a gobernarnos y ya se vio con la crisis de las subprimes, crisis financiera mayor, también se vio con la gestión a ciegas y corrupta del COVID-19, (que nos ha dejado unas secuelas con el COVID persistente, que requiere de esos ciento setenta y ocho mil millones que la UE ha dado a Ucrania). Y vemos hoy con una gestión basada en plegarse a los intereses de Estados Unidos a costa del bienestar de la población de la UE.

Los únicos perdedores en este tablero de juego somos los ciudadanos de la UE, que nos hace pensar que tal vez no sopesamos bien en la balanza de la adhesión a las Comunidades europeas y luego a la UE. Iluminados por el euro, que permitía a Alemania exportar y a nosotros endeudarnos, aceptamos perder nuestra soberanía a cachos gordos, creyendo que negociábamos fetén, cuando, en realidad, las grandes empresas extranjeras iban tomando las riendas de las mejores empresas nuestras y los precios que pagamos como consumidores se han ido igualando con los de esos países en tanto nuestros salarios han quedado a la zaga y sin poder arbitrar medidas de política económica propias.

Los liberales de creencia, de convicción o aquiescencia están atrapados en su contradicción. Los países miembros de la Unión europea están prisioneros de decisiones serviles a favor de la Casa Blanca (que paulatinamente se va convirtiendo en la Casa del Terror, ¡que se lo pregunten a los venezolanos y colombianos!, y no digo mexicanos porque se sometieron ya). Y los ciudadanos de la UE, andan consumiendo sus fuerzas vitales en naderías, mientras su real nivel de vida prosigue por la pendiente descendente del pagar más, recibir menos.

Por el Dr. F. G. Jaén. Profesor Titular del Departamento de Economía y Empresa de la UVIC-UCC

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