Se podrían construir cuatro centrales hidroeléctricas en Panguipulli. El alcalde de la zona es uno de los más férreos detractores del proyecto, mientras del otro lado, los representantes de la firma aseguran que el impacto sería mínimo y, «ojalá, despreciable».Pareciera que la lucha de los mapuches por defender sus tierras, por exigir que se respeten […]
Se podrían construir cuatro centrales hidroeléctricas en Panguipulli. El alcalde de la zona es uno de los más férreos detractores del proyecto, mientras del otro lado, los representantes de la firma aseguran que el impacto sería mínimo y, «ojalá, despreciable».
Pareciera que la lucha de los mapuches por defender sus tierras, por exigir que se respeten sus derechos y no sean vulneradas sus garantías constitucionales, no cesará. Al menos, durante el 2007 fuimos testigos de varios focos de conflicto y, probablemente el 2008 los problemas se repitan.
El combate frontal entre las comunidades indígenas y las transnacionales se está transformando en un cuento de nunca acabar. Es una historia marcada por la desolación de los primeros y el afán de lucro, de los segundos. Se trata de una pelea que se mantiene vigente, a pesar de que en ciertos momentos, se piense que la tranquilidad se instaló entre ambos grupos. Lamentablemente, esa tranquilidad no es permanente.
Hace poco en la Región de Los Lagos se difundió una noticia que, aunque tranquilizó los ánimos de los comuneros mapuche, los mantiene aún en estado de alerta: la empresa Trayenko, perteneciente a la compañía generadora de energía renovable SN Power, postergó la realización de un estudio de impacto social y ambiental, cuya finalidad es la instalación de cuatro proyectos hidroeléctricos sobre tierras indígenas en las comunas de Panguipulli, Futrono y Lago Ranco, a través de centrales de pasada.
Luego de una protesta de empresarios turísticos de la zona y de las comunidades originarias de José Neculfino y Vicente Pitrillan, (ver fotos en el reportaje), Trayenko (a cargo de proyectos hidroeléctricos sustentables), a través de un comunicado explicó que la decisión de no hacer el estudio se debió a la necesidad de ser «consecuente con nuestros principios de negocios… con el fin de crear instancias de entendimiento con las comunidades y autoridades locales».
Pese a la postergación del estudio de impacto ambiental y social, los habitantes mapuche continúan sintiendo desconfianza por el daño a los bosques que podría generar la construcción de las hidroeléctricas, junto con la posibilidad de que los ríos se sequen, se generen cambios en los cursos de las aguas, o que éstas sean contaminadas.
DETRACTORES
Para María Eugenia Calfuñanco, una de las comuneras que participó en la protesta contra Trayenko, «lo sucedido en Panguipulli es una señal certera, directa y realista de la unidad que debe recuperar nuestra comunidad indígena. La unidad es la fortaleza que ahora y en el futuro, en el marco de nuestra pelea de por vida, nos llevará a enfrentar con la vista en alto a Trayenko y a toda otra empresa, que bajo el pretexto de la modernidad y de ofrecer plazas de trabajo a los mapuche, pretenden dejarnos en la calle, sometiéndonos de la misma manera como lo hicieron los españoles».
La representante de las comunidades ancestrales del sector de Carririñe, aseguró que «SN Power cometió una usurpación al instalar su maquinaria en los terrenos indígenas sin consultarle a la gente. Nos molestó su actitud, porque nosotros nos organizamos para que ellos se acercaran y discutiéramos el tema, pero jamás lo hicieron. Ellos nunca se acercaron, nunca manifestaron la voluntad de dialogar y de escucharnos, y aunque digan lo contrario, no es verdad».
Alejandro Kohler, alcalde de Panguipulli, al igual que María Eugenia Calfuñanco, se opone a la construcción de las centrales hidroeléctricas en la Región de Los Lagos.
«Han sembrado la desconfianza entre nosotros…si no estuviera el pueblo mapuche activo…no habría oposición a los proyectos, sólo una razón del pueblo mapuche es suficiente para impedir estos proyectos, pero existen muchas… Aquí hay un pueblo que debe ser respetado. Este pueblo debe decidir qué hacer con su territorio y con su destino». Agrega que «todos estos proyectos significarán un daño irreparable a los proyectos de vida de miles de habitantes de este lugar».
DEFENSORES
En tanto, Mario Marchese, gerente general de la Hidroeléctrica Trayenko, y que -recibió unos disparos hace algunos días en Santiago-, rechazó las acusaciones vertidas por los comuneros mapuche y el edil de Panguipulli contra la empresa, respecto del supuesto nulo interés de la firma por informar a la comunidad acerca de las obras y los daños que éstas ocasionarían en la zona.
«A pesar de que todavía faltan casi dos años para tomar la decisión definitiva de realizar los proyectos, para nuestra empresa es de vital importancia conocer la opinión de la gente, sus inquietudes y necesidades. Hemos abierto oficinas de información al público en la zona (Liquiñe, Coñeripe, Panguipulli) para que cada uno pregunte lo que quiere y se consulte por los detalles de los proyectos», señaló.
Marchese insistió en que la empresa lleva bastante tiempo interactuando con la comunidad, pero admite que «hay falta de entendimiento y claridad de cómo son estos proyectos. Hay un desconocimiento general de la gente y se tiene la idea al leer el nombre «hidroeléctrica» que somos todos iguales, que será otra más que inundará grandes extensiones de terreno y que dañará el medioambiente».
El gerente general de Trayenko afirmó que los proyectos de la empresa se evalúan en base a tres consideraciones: desde el punto de vista medioambiental, socialmente y desde una perspectiva técnico-económica.
«Si una de esas tres patas no funciona, no hay proyecto. Esto tiene que ser un beneficio para todos y no sólo para la empresa. No hay proyecto en el mundo que no tenga algún grado de impacto, pero lo que buscamos es que ese impacto sea mínimo y, ojalá, despreciable», apuntó.
Marchese adviertió que «la alternativa nuestra es la mejor para la zona. No se contaminarán los ríos, porque se hará pasar el agua a través de la turbina y se devolverá a la misma cuenca. Las tierras de los comuneros no se verán afectadas, ya que hemos planificado hacer nuestros proyectos en forma subterránea. No habrá instalaciones ni infraestructura sobre la superficie (los túneles de conducción de agua, como las casas de máquina -donde van las turbinas- serán bajo tierra)».
Según el gerente general de Trayenko, la puesta en marcha de este proyecto, cuya ejecución tardaría 4 ó 5 años, contempla la capacitación de los comuneros.
«Esto les permitiría emplearse en otras zonas y buscar posibilidades de trabajo en otras áreas, o abrir su propio negocio, ya sea turístico o una pequeña industria para generarse sustento». Agrega que está programado impartir un curso de capacitación de guías turística y también de pesca. «El modelo considera abrir las centrales como atractivo turístico. La venta del paquete turístico y los guías tendrán que ser gente de la zona».
Mientras por un lado, las comunidades mapuche denuncian que sus derechos serán vulnerados si se llevan a cabo las obras, los representantes de la empresa Noruega, por otra parte, hablan de los beneficios que reportará el proyecto. Dos miradas distintas, contrapuestas y donde el consenso se torna cada vez más difícil.
La autora es periodista chilena. Colaboradora de Crónica Digital.