Podría decirse que la declaración e inicio de una primera etapa de la llamada «tercera guerra mundial» comenzó el 11 de septiembre del año 2001, a partir de los ataques perpetrados al Centro Mundial de Comercio (World Trade Center) en Manhattan-Nueva York, conjuntamente con el «supuesto» atentado en el cual un «avión» impactó contra las […]
Podría decirse que la declaración e inicio de una primera etapa de la llamada «tercera guerra mundial» comenzó el 11 de septiembre del año 2001, a partir de los ataques perpetrados al Centro Mundial de Comercio (World Trade Center) en Manhattan-Nueva York, conjuntamente con el «supuesto» atentado en el cual un «avión» impactó contra las edificaciones del Pentágono en el estado de Virginia y, además, el vuelo 93 de United Airlines que se estrelló en un campo abierto, en Shanksville-Pensilvania. Estos atentados ocurridos hace nueve años, constituyeron el acto de conspiración criminal de mayor magnitud y relevancia del nuevo milenio.
A pesar que todos ellos se presentaron en su momento como parte de la «amenaza terrorista mundial», diversas investigaciones revelan que fueron cometidos por los arquitectos de las estrategias políticas de dominación del imperio norteamericano. Hoy, dada la cantidad de evidencias y testimonios, la comunidad internacional poco a poco vislumbra con asombro algo que cada vez cobra mayor fuerza, la teoría de un complot interno con objetivos precisos (recursos energéticos) que pretende dominar al mundo.
A medida que trascendieron los sucesos posteriores a estos atentados, se pudieron precisar los objetivos planteados:
-
La justificación ante la opinión pública mundial de una guerra declarada al supuesto «terrorismo internacional» y, por consiguiente, a aquellos estados que lo apoyan o encubren. Curiosamente la totalidad de esas naciones señaladas y declaradas «forajidas» por parte del gobierno norteamericano son aquellas que poseen los mayores yacimientos de petróleo, minerales (litio y coltrán) y las más grandes reservas de gas del planeta (situadas en el Oriente Medio y Asia Central).
-
Persuadir a los organismos de poder del Estado norteamericano para la aprobación de un incremento considerable del presupuesto de defensa, modificar leyes favorables a las acciones inmediatas para el desarrollo de la guerra, favorecer las condiciones necesarias que permitan -sin el menor obstáculo- reducir gradualmente los derechos democráticos conquistados que garantizaban las libertades civiles a los ciudadanos estadounidenses, manipular las decisiones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a favor de la agresión a los estados señalados como «terroristas», etc.
Las naciones que inicialmente fueron señaladas como fuentes del terrorismo y escogidas como blanco del «contraataque» gringo, fueron Afganistán e Irak, la primera bajo la excusa de la supuesta cooperación en las acciones de la organización terrorista Al-Qaeda (La Base) por parte del gobierno talibán y la aseveración de que en ese territorio se encontraba protegido el jefe de esa organización Osama Bin Laden (un agente creado por la CIA que, a la larga, a pesar de la invasión que aun se mantiene en Afganistán, nunca apareció). Este personaje, es una especie de fantasma que cada vez que reaparece, a través de videos, por lo general precede alguna nueva acción criminal tramada por los tentáculos del imperio. La segunda, Irak, con el pretexto de eliminar el inexistente arsenal de armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, disminuir la amenaza del terrorismo internacional y promover la democracia en la región. Ninguno de los argumentos utilizados resultaron tener validez.
Las fuerzas invasoras han pretendido justificar la destrucción de la infraestructura de estas naciones soberanas ancestrales y la masacre indiscriminada de la que son víctimas estos pueblos, que han convertido en ruinas estas naciones, en campos de exterminio sus territorios, así como en montañas de cadáveres su geografía. Todas estas acciones han sido cometidas impunemente bajo la patraña de la mentira y manipulación mediática utilizada históricamente como vanguardia en cada zarpazo asestado en el desarrollo de las estrategias de dominación del «cuervo imperial disfrazado de águila».
Para hacer referencia al tema princportales ipal de este análisis, era necesaria esta introducción que explica el motivo del notable incremento de la estrategia mediática, puesta en marcha desde hace tiempo, a través de las producciones cinematográficas Hollywoodenses. Películas como: Zona de Miedo (The Hurt Locker), Inconcebible (Unthinkable) y Los Mercenarios (The Expendables); tienen como objetivo persuadir a la opinión pública internacional de una realidad «virtual» que sirva para justificar cualquier acción que el imperio plantee ejecutar. Éstas sirven como propaganda de guerra que, por un lado, limpie el rostro a las fuerzas invasoras yankees con sus perversos cuerpos de «seguridad» y, a la vez, satanice a gobiernos que no se subordinen a sus intereses.
Igualmente, es oportuna la ocasión para recordar estos sucesos en la reciente conmemoración del día signado por la barbarie que representa, para algunos, la posibilidad del principio del fin del capitalismo a escala global. Un cruel sistema que logró transformar un mundo paradisiaco de naturaleza generosa y con capacidad de albergarnos a todos sin discriminación, en un verdadero caos de proporciones infernales. Imponiendo los antivalores como modelo, prevaleciendo la ley del más fuerte, logrando una especie de regresión en la conducta humana colectiva a un estado de conciencia primitivo, sistema caracterizado por la desigualdad y la injusticia, que como enajenado mental se conduce hacia su propia destrucción. Es de esperarse que, tarde o temprano, ese sistema logre borrarse así mismo de la superficie del planeta, accionando su propio arsenal de muerte creado con los más oscuros propósitos, producto de su desmedida ambición y egoísmo.
Son incontables las denuncias, suficientemente sustanciadas, de evidencia que demuestran la participación del gobierno norteamericano en estos hechos. Sin embargo, el silencio oficial de estos nueve años transcurridos desde el 11 de septiembre de 2001, hasta la actualidad, y la persecución de la que han sido víctima los denunciantes en la mayoría de los casos, evidencian cada vez más la teoría de un complot interno de parte del gobierno de Washington. El control monopólico de la información al que estábamos sometidos por las grandes corporaciones de medios fue desplazado por los modernos sistemas de comunicación actuales que permiten la fluidez de la información sin restricciones a través de la Internet, rompiendo el cerco mediático con el que siempre manipularon a la opinión pública internacional. Si no fuera por esta razón, lo que supiéramos del caso sería la versión oficial que transmiten sus cadenas cómplices y no la verdad de los hechos.
Basta colocar en cualquier buscador de la Internet: «ataques al World Trade Center», para que aparezca cantidad de información muy bien documentada con videos que explican detalladamente las evidencias descubiertas en torno al ataque, con testimonios de sobrevivientes, familiares que perdieron a sus seres queridos, científicos calificados, expertos en materia de explosivos, personal del cuerpo de bomberos rescatistas que penetraron los edificios y que fueron testigos de la cadena de explosiones que ocurrieron en los diferentes niveles del sótano, inclusive un ex director de la NASA, Dwain Deets, defiende esta tesis. Además hay evidencia videográfica que hubo una primera explosión segundos antes de impactar el primer avión, entre tantos otros importantes descubrimientos que desbaratan la versión oficial de los hechos; y sobre el «avión» que supuestamente impactó en edificaciones del Pentágono, ni hablar, allí se puede decir que eso es falso de toda falsedad, ni el propio gobierno insiste en decir que lo que impactó allí fue un avión, simplemente se limita a guardar silencio.
Nada parece importarles, apoyados con sus grupos económicos aliados, estos criminales adelantan sus planes de dominación global a pesar del desprestigio y la falta de credibilidad que actualmente tienen ante la comunidad mundial. Ahora marchan hacia sus objetivos inmediatos: República Islámica de Irán, la República Popular Democrática de Corea del Norte y la región latinoamericana cuyos recursos naturales y energéticos son considerados el botín imprescindible para su supervivencia. Además, tienen como blanco principal de la región a la República bolivariana de Venezuela que lideriza el movimiento antiimperialista y anticapitalista, como epicentro de transformación continental que, junto a la República de Cuba, se le acusa de ser responsable de la pérdida del control que mantuvo el imperio norteamericano durante décadas en la región. Esto explica la avanzada mediática que han incrementado en la actualidad con el fin de preparar la justificación de un supuesto escenario en donde se contemple una intervención militar en la zona.
Los Mercenarios
Con el mismo grado de cinismo y ridiculez que caracteriza al gobierno yankee en sus recurrentes declaraciones y matrices de opinión que, a través de sus medios lacayos, proyecta al mundo acerca de la Revolución Bolivariana, esta vez lanza con furia sus primeros misiles mediáticos desde Hollywood, utilizando su última producción cinematográfica Los Mercenarios (The Expendables), con el propósito de presentar una imagen deformada de lo que en realidad ocurre en nuestra patria. Se muestra una población sometida a una tiranía salvaje que reprime y asesina indiscriminadamente en un estado donde no existe ningún tipo de garantías ciudadanas, un pueblo sometido por un tirano al estilo de las dictaduras gorilas que el imperio si mantuvo durante décadas en todo el continente. Se exhibe una especie de dictador narco-terrorista cuyo nombre aparece como «Garza», lo que hace pensar que en su tarada mentalidad «creativa» y el excesivo infantilismo que padecen estos retrasados estrategas, pretenden dar el mensaje «perfecto» al planeta entero, que ese tirano es «Chavez», basta que aparezca la «z» para que funcione la clave, eso debe haber sido producto de un esfuerzo sobrehumano de sus asesores «expertos» en desarrollar estrategias comunicacionales para producir su propaganda de guerra, para dar con semejante mensaje subliminal directamente al subconsciente del espectador.
Obviamente el nombre de la nación tenía que sonar a Venezuela, pues se trata de una supuesta isla ubicada cerca de Cuba, de nombre «Vilena». «Otro gran acierto» que sin tener que nombrar el país aludido, todo el mundo entenderá que se trata de Venezuela; además la cercanía a la que se hace referencia con la isla de Cuba, se refiere a su cercanía ideológica, no a su ubicación geográfica. Uno puede imaginar el orgullo que deben sentir por su inteligencia y el impacto que esto pudiera representar para la satanización de la Revolución Bolivariana. Seguramente lo consideran un golpe certero que los coloca casi al punto de justificar una invasión real, que les permita venir a tomar posesión de nuestros recursos, es más, descaradamente reconocen los mercenarios contratados durante la trama que su país (USA) está muy interesado en «sus recursos» ( los recursos de Vilena), pero se equivocan, cometen un grave error al subestimar la inteligencia de los pueblos que han despertado y cuando ellos van, nosotros venimos de regreso, como dice el dicho.
Fácilmente se les desmonta esa mediocre peliculita en donde se ve que han invertido una fortuna. Emplean gran parte del tiempo de su rodaje derribando el supuesto palacio de gobierno con una cantidad exagerada de explosiones y utilizando armas con gran poder destructivo que masacran y destruyen a sangre y fuego, vidas e infraestructura sin dejar en pie absolutamente nada de lo existente en el lugar. Todas esas escenas demuestran las verdaderas intensiones ocultas de las garras del imperio, siempre disfrazando sus acciones por la supuesta «defensa» de la democracia; pero se van a quedar con el deseo, sólo en su perversa fantasía podrán soñar con esa escena, porque una cosa es querer, y otra muy diferente es poder.
Bastará rebatir cada uno de los elementos más importantes con los cuales se pretende crear una imagen totalmente opuesta del proceso que se desarrolla actualmente en la República Bolivariana de Venezuela, mediante la producción de un cortometraje con las siguientes características:
-
Breves escenas de la fantasía (realidad virtual) de esta producción cinematográfica con la que ellos pretenden satanizar a la Fuerza Armada Bolivariana y al proceso revolucionario bolivariano, en donde aparecen militares uniformados con boinas rojas, uniformes semejantes a los utilizados en nuestro país, atropellando, asesinando y golpeando a la población que encuentran en su camino.
-
Seguidamente extractos documentales, de los muchos existentes tomados durante los diez años de revolución en donde se observe la realidad de la verdadera participación del Ejército Bolivariano en tareas de servicio y cooperación a la población, como por ejemplo brindando apoyo en las diversas Misiones (Robinson, Ribas, Sucre, Barrio Adentro, Hábitat, Mercal, Pedeval, Guaicaipuro, Identidad, Negra Hipólita, etc.) sin que ello represente costo alguno, en contraste a los millones de dólares que los norteamericanos invierten en su porquería, por supuesto con el uniforme militar y sus boinas rojas, tal y como aparecen en la película.
-
Luego, continuar con la presentación de escenas reales del ejército yankee en acción, en donde asesinan, bombardean a poblaciones civiles y torturan a prisioneros de guerra, etc. Que no son peliculitas y se pueden sacar de Internet «escenas reales». Podría añadirse cortos en donde se muestre al ejército esbirro de las dictaduras gorilas que ellos montaron y mantuvieron en el poder durante décadas en este continente y en otras regiones del planeta, en plena acción represiva contra el pueblo; por cierto conducta muy parecida a la que muestra el ejército que aparece en su peliculita.
-
Por último, incluir partes de la culebra cinematográfica en donde se muestran sembradíos de coca que pertenecen al entorno del narco-gobierno de «Vilena» y montañas de cocaína empaquetada dentro del palacio de gobierno con la intención de relacionar al Gobierno Venezolano con el tráfico de cocaína.
-
Por último, finalizar el documental pulverizador de la patraña gringa pasando cortos de secciones de las noticias de tantos golpes efectivos asestados por nuestros Organismos de Seguridad del Estado contra el narcotráfico, realidad que contrasta con la manipulación subliminal utilizada para crear la matriz de una posible vinculación del Gobierno Bolivariano con los carteles de la droga. Para desmentir semejante acusación bastaría exhibir por ejemplo, algunas tomas de la reciente incautación e incineración por parte de efectivos de la Oficina Nacional Antidrogas, Guardia Nacional Bolivariana y Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, de las cuatro toneladas de Cocaína y heroína de alta pureza incautadas recientemente en una finca ubicada en la población de Guardatinajas, cerca de la ciudad de Calabozo en el estado Guárico.
Con respecto a las otras «superproducciones» de Hollywood, en Zona de Miedo (The Hurt Locker) la intensión fue personificar la responsabilidad de la autoría del complot en el que se aseveraba la existencia de armas de destrucción masiva en poder del Gobierno de Saddam Hussein, «engañando supuestamente» tanto a la Fuerza Armada estadounidense como al Gobierno de la administración Bush, colocando a los victimarios como víctimas. Se pretende con esto atribuir la responsabilidad de este hecho a «un personaje» perverso que aparece en la película que supuestamente logra engañar a los «inocentes» gobernantes. De esta forma se intenta desviar la naturaleza real de un plan previamente elaborado y desarrollado por la administración del gobierno imperial de George W. Bush, que lograría una vez más engañar al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y justificar así la barbarie cometida en contra de esa nación.
Por supuesto, esto permite entender el favoritismo evidente del jurado de los premios Óscar, que inclinó su preferencia hacia esta película al ser galardonada con la mayoría de los premios otorgados por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas en Los Ángeles-California, la misma disputaba las preciadas estatuillas doradas con Avatar, otra película desde todo punto de vista superior, de ciencia ficción, estadounidense, escrita, producida y dirigida por James Cameron; excelente producción que podría calificarse de antiimperialista, antimilitarista y espiritual, razones suficientes para no gozar del agrado de las élites políticas y económicas, ni religiosas que tienen injerencia en casi todos los ámbitos de poder del planeta (hasta el Vaticano ha publicado severas críticas a esta película).
En este trabajo se muestra de manera magistral el verdadero rostro y la codicia descomunal del imperio depredador quien utilizando la fuerza, mediante el uso de los más avanzados recursos tecnológicos, arremete iniciando un conflicto armado contra el planeta imaginario llamado «Pandora» con el fin de apropiarse de sus recursos energéticos so pretexto de «salvar a la humanidad», cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Inconcebible (Unthinkable).
Para concluir este análisis, es necesario mencionar la insólita pretensión del imperio norteamericano de tratar de justificar a través de su maquinaria mediática las torturas de las que fueron víctimas los prisioneros de guerra durante la invasión a Irak y Afganistán. Este es el objetivo principal que se persigue con la película Inconcebible (Unthinkable).
En la trama se presentan situaciones de ciudadanos que habitan grandes ciudades norteamericanas y cuya vida se encuentra en peligro ante la amenaza de hacer explotar una serie de bombas mini nucleares por parte de un terrorista de origen estadounidense, pero que profesa la religión islámica y pone en vilo a los organismos de seguridad de la nación norteamericana.
En virtud de salvar la vida de tantas personas y la presión del escaso tiempo con que se dispone, hace justificar el empleo de la tortura más despiadada. Tras el estallido del primer artefacto explosivo en donde mueren medio centenar de personas, comienzan las escenas de tortura desgarradoras con el fin de sacarle la información al terrorista de la ubicación de las otras bombas para proceder a su desactivación, durante el proceso se ve arrancarle las uñas una a una al terrorista, destrozarle los dedos con un martillo, haciéndolos estallar, uno por uno, etc.
El espectador no tiene otra opción que «entender» la necesidad de que estos métodos sean aplicados, ya que no quedando ninguna otra alternativa «el fin justifica los medios». Ese es el mensaje subliminal principal implícito al que el público es conducido a medida que avanzan las escenas. Algunas posiciones del prisionero que toman lugar durante la sesión de tortura a la que es sometido son semejantes a las fotografías que fueron publicadas cuando el escándalo de las denuncias sobre las torturas y maltratos en la prisión de Abu Ghraib, lo que hace inmediatamente relacionar esos hechos con lo que se está viendo en la película en ese momento.
Claramente se trata de lavarle la cara al fascismo yankee de una manera absolutamente «impensable» como sería el significado en una traducción literal del título de esta película. Es evidente además, la intención de satanizar a quienes practican la religión islámica, dejando la premisa de que todo musulmán es terrorista, independientemente de la nacionalidad del practicante. En el caso de la película se trata de un ciudadano norteamericano, lo que podría deducirse como un mensaje de segregación religiosa, más allá que étnica.