¿Qué pasa cuando las instituciones de Estado están en contra de los derechos de los Pueblos y de las personas?¿Cuál es el camino que está señalando la clase política a los movimientos sociales a seguir?¿El de la insurrección, el de la desobediencia civil? Cuando un gobierno y sus parlamentarios se comprometen ante el dolor de […]
¿Qué pasa cuando las instituciones de Estado están en contra de los derechos de los Pueblos y de las personas?
¿Cuál es el camino que está señalando la clase política a los movimientos sociales a seguir?
¿El de la insurrección, el de la desobediencia civil?
Cuando un gobierno y sus parlamentarios se comprometen ante el dolor de familiares, de personas, de luchadores sociales mapuche injustamente encarcelados por juicios viciados y estos, los políticos, los omnipotentes, después como si nada, no cumplen su palabra ni su firma empeñada ¿se puede confiar en quienes gobiernan y legislan?; cuando la armada de guerra y carabineros es capaz de atacar cobardemente a personas que solo defienden sus espacios, para que no los contaminen, para que no los destruyan más, ¿se puede levantar el fusil y disparar, o se puede perseguir con la garrota para reprimir y controlar?; o cuando uniformados van a una casa rural, de una comunidad, de madrugada, sin portar ni una orden judicial y con armas para matar y asesinan en el acto a un anciano mapuche de 71 años sin prestarle ayuda humanitario a los heridos ¿Se puede creer en quienes dicen mantener el orden y la defensa?.
También, se pueden enumerar esos múltiples casos donde ha quedado al descubierto los abusos y las desproporciones de fuerza de agentes de estado, como es por ejemplo, el asesinato de un menor de 17 años en noviembre del 2002 (Alex Lemún). Igualmente, los ataques policiales, con baleo, a una niña de 11 años el 2001 (Daniela Ñancupil); o la perdida de un ojo como consecuencia de un disparo policial (Abraham Santi Calbullanca); O cuando ancianas, autoridades ancestrales, mujeres, profesionales, estudiantes, han sido «pisoteados» por el uniforme y ninguno de sus hechores ha sido castigado, sancionado, por el contrario, hasta han sido trasladados y ascendidos de puestos ¿Dónde estaba esa justicia que tanto se pregona? .
Asimismo, podríamos preguntarnos ¿Cuántas denuncias de autoatentados en los predios de las grandes empresas forestales han circulado y cuántas de estas se han investigado?. Ninguna. Han quedado en la absoluta impunidad. ¿Se puede creer entonces en esa anhelada justicia?
Cuando el poder fáctico y la clase política ha regado los campos de las comunidades con cloaca, químicos, chatarra, desperdicios, basura en general, exponiendo a los más desposeídos a contaminación ambiental y sanitaria y que a pesar de los numerosos llamados de auxilio y de atención de las víctimas, las autoridades ¿no hallan hecho absolutamente nada para terminar con ello?. ¿Es legal, ético, o moral hacer eso? ¿se puede confiar cuando siguen aprobando proyectos que continúan reproduciendo el mismo daño fuera de todo marco legal? . ¿Hay que seguir creyendo en este tipo de institucionalidad mientras sigue la expansión de Forestal, celulosas, Represas, aeropuerto y plantas químicas en contra de territorios, recursos naturales donde habitan las ya sufridas reducciones?.
Se puede permitir, que en este País, de tantas riquezas y potencialidades, recientemente, un dirigente de los sin casa, quien junto a numerosas otras familias llevan años de espera para tener un techo digno, cumpliendo con cada uno de los requisitos burocráticos con años de ahorro y paciencia ¿intente quemarse a lo bonzo para exigir justicia?, mientras, a en la otra cara de la moneda, existen en este mismo País, poderosos que superan o bordean los 3.000 millones de dolares, como Angelini y los Matte, principales responsables del saqueo, la destrucción social y ambiental en Chile. Cabe mencionar, que aquellos sin casa, por su «radical» protesta en la llamada toma de Peñalolén, deben enfrentar la acusación de asociación ilícita, usurpación y desórdenes graves interpuesta por la Intendencia de la Región Metropolitana. El mundo al revés.
Cuando llevamos a cuesta a un País estancado en legislaciones sobre los derechos de los Pueblos y de las personas, con un Estado que no es capaz siquiera de sacarse aún las ataduras del pasado y permite que sigan operando instituciones fácticas, como los tribunales militares, los cuoteos políticos de unos cuantos o leyes especiales para perseguir movimientos sociales; o bien, que no es capaz siquiera de ratificar tratados internacionales o de hacerlos cumplir, los que en todo el mundo se ha hecho, pero en Chile no ¿se puede confiar en un tipo de democracia así?. Y la prensa, la bendita prensa comercial, ¿Porqué acallar las verdades? ¿No existen periodistas que se atrevan a romper el cerco del miedo y del engaño? ¿Obedecer a este tipo de línea editorial? ¿La que ampara y protege a los mismos que destruyen, usurpan y contaminan?.
Con respecto a las Iglesias, las que hablan de justicia y perdón ¿qué están haciendo por esa llamada paz al acallar las barbaries? ¿o es que acaso el Dios es distinto dependiendo el tipo de gente? ¿seguirán administrando la fe y la miseria sin hacer nada por aquellos que levantan su voz de protesta ante tanto abuso? ¿O solamente estarán para resignar y conformar el sufrimiento de los «humildes»?.
¿Se puede creer en el proceso de diálogo que nuevamente ofrecen los gobernantes, al igual como lo han hecho los distintos gobiernos hacia atrás, y que nunca llegaron a nada, pasándose por el aro los diversos acuerdos adoptados?. ¿Porqué ahora debiera ser diferente?.
¿No se ha dado cuenta la clase política y los grupos fácticos de poder que el descontento y la libertad de las personas no se controla con fuerza, con represión, ni intervencionismo?¿Tan miopes son que no son capaces de enterarse qué la gente está despertando en los movimientos y que se está sacando de encima los tentáculos de los partidos políticos y las instituciones asistencialistas?.
Ante esta realidad, los movimientos sociales deben ser capaces de construir su camino autónomo, de incidencia, de articulación, de crecimiento, de poder, y no detenerse en instituciones colonialistas y estructuradas que solo causan dominación. Tampoco, caer en prácticas «suicidas» ni de «cizañas internas», porque eso quieren algunos, para desbaratar y aislar.
Si no existen señales desde quienes ostentan el poder de urgentes cambios, profundos, que permitan la construcción de un nuevo y verdadero estado democrático, responsable, respetuoso, sostenible, equitativo, diverso, plurinacional y multicultural, el descontento y la protesta social seguirá en aumento y tomará en su momento, con más fuerza, la frase histórica Mapuche…. «No queremos que el estado nos de una mano, queremos que nos la quite de encima»….
– Alfredo Seguel es integrante de la Agrupación Konapewman de Temuco y de los equipos de trabajo CITEM.