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La realidad fuera de nuestro universo

Los niños encontrados en la selva del Guaviare

Fuentes: Rebelión

A pesar de que creo que la mesa es “realmente” del mismo color en toda su extensión, las zonas que reflejan la luz parecen ser mucho más brillantes que las demás, y algunas partes se ven blancas porque reflejan aún más esa luz. Yo sé que, si me muevo, las zonas que reflejan la luz serán distintas, así que la aparente distribución de los colores sobre la mesa cambiará. Bertrand Russell   

Escuchamos la palabra selva e inmediatamente se convierte en algo ajeno al territorio de quienes viven fuera de ese espacio, lugar o entorno: es diferente la realidad.  En efecto, la selva es un territorio, es una realidad en un universo lleno de representaciones encauzadas en la naturaleza del tiempo. La selva está concebida en la cosmovisión que contiene, no solo los pueblos étnicos, sino los que  se asumen frente a esa realidad territorial. De manera singular, el territorio lo asociamos a múltiples nociones, que están lejos de nuestro presente con respecto a los acontecimientos, dinámicas y a la ciencia de los pueblos étnicos.

En la esfera del conocimiento, hay esfuerzos en investigaciones académicas, publicaciones, expresiones políticas y tratados por doquier per saecula saeculorum, lo cual hace repensar la naturaleza de la realidad cosmogónica de los pueblos originarios.  El acontecimiento de los niños perdidos por 40 días, en la selva, nos aproxima al mundo cotidiano inserto en la realidad de un pueblo indígena originario de la selva amazónica: los Uitotos en sus 4 lenguas originarias Nipode, minika, Bue y Mika. Los pueblos indígenas que se reconocen, pero que una sociedad lejana, transita por fuera de su cosmovisión.  Hay distancias entre unos y otros en términos de un conocimiento, bajo un enfoque en el sustento de ver la realidad de manera aprensiva. La realidad, no es la misma a la que nosotros de forma inmediata experimentamos.[1] No es solo expresarse, bajo enfoques de una cosmovisión de un pueblo étnico, se requiere la aprehensión de una realidad que contenga una sociedad que aún está en el desencuentro fragmentado y volátil generado por un política desde hace siglos y una sociedad que se halla lejos de asumir su propia historia.

La realidad de un acontecimiento

Desde un punto de vista puramente humanístico, la sujeción de una realidad originaria, es necesaria que dé cuenta una sociedad. Es imperativo en este siglo XXI, bajo el reino de las velocidades detenerse y repensar la humanidad, bajo el enclave sobre el conocimiento de una realidad. En la esfera de la sociedad, es esclarecer la realidad de manera representada y no distributiva ante el conocimiento de los pueblos étnicos que dan cuenta de una visión como especie humana. Se requiere de los pueblos étnicos, toda la connotación política como sujetos políticos y no decoradores de un retoricismo estatal. La cosmovisión no es una noción de género, en términos conceptuales. El conocimiento indígena es un tema esencial de la  especie humana;  bajo un enfoque amplio  que obedece encontrarse unos y otros en el sentido de la naturaleza de la libertad.[2] EL conocimiento de los pueblos originarios aún está por insertarse en la realidad de un país como Colombia. Es interesante observar, que algunos componentes son llevados a una puesta en escena en lo político y lo social, pero su ejecución es fragmentada.  Somos una sociedad bajo una realidad fraccionada, bajo un individualismo atroz, despreciativo al servicio de la utilidad, apoyados en los cánones de la verdulería cotidiana y una violencia encerrada en convencionalismo paralizadores.

La narración como tradición: vigente en este siglo

El reto implica, una realidad hacia el respeto del conocimiento indígena y de otros pueblos étnicos, bajo un trayecto conceptual que aporte desde el campo ideológico nuevas formas de la sociedad. Ante tal atmósfera, los niños de San José del Guaviare ante la pérdida en la selva, atisban a una relación territorial bajo la noción aprendida en la tradición oral. Su lenguaje y el conocimiento recibido y transmitido por los mayores, implicó la importancia subjetiva y política del aporte de los narradores étnicos tradicionales. 

Los narradores son testimonio de lo que puede ocurrir ante su escucha. [3] Es el enclave para comprender que una sociedad, debe preparase para lo nefasto, para la tragedia y la vida misma en su tranquilidad. La cosmovisión es la llave del territorio de los pueblos étnicos, la cual no debe quedar como un discurso externo. Es necesario sacar a la luz la importancia de la realidad implícita en la cosmogonía, la cual salva a estos niños Uitotos de morir en la selva.  Asimismo, el aporte de un organismo del estado, que logra entrar en ese trayecto de identificación de la vida, pero se requiere una visión más representativa y menos distributiva ante un acontecimiento. Por otra parte, los pueblos étnicos requieren un marco de valores sustanciales hacia una política de estado, diseñada por los propios pueblos originarios. América latina en el siglo XX avanzó de manera fragmentada en ello.  La sociedad colombiana y el estado debe encontrar el trayecto territorial, para no sucumbir en una noticia de impacto; sino repensar en una sociedad más razonable y al mismo tiempo de voluntades ideológicas que se hacen necesarias socialmente en una existencia más aceptada. Cabe decir, que este siglo XXI cambió la faz del mundo de manera completa, cada siglo lo trae. Lo interesante es que la noción del progreso, sigue latente para algunos con sus nefastos hechos, pero para otros, se requiere unas condiciones de avance dialógico e ideológico más civilizado hacía crítica del progreso. Colombia en su vaivén de eclecticismo político y América latina en sus retos, deben continuar en resistencia ante la dominación política y técnica. Es injustificado lo que ocurre en Colombia, la posesión del progreso en el poder que da invisibilidad al conocimiento étnico, caso de la amazonia entre otros y muchos escenarios. El pasado lejano, atisba en un presente en términos de tiempo y espacio. La cuestión no es de color de piel solamente, sino sentir la sangre que se lleva y no caer en los juegos almibarados del retoricismo vulgar del poder dominante.

Hasta el retorno.


[1] Ver el texto de Bertrand Russell en su texto: Los problemas de la filosofía.

[2] Ver sobre este punto: la obra de Michel Foucault: Seguridad, territorio, población.

[3] Ver la obra de Walter Benjamin, sobre la narración y el camino de la experiencia como acción crítica a la modernidad.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.