Estupor mundial ha provocado -de acuerdo a lo que narran los noticieros-, el caso llamado «Papeles de Panamá», investigación periodística internacional que demostró que relevantes personajes de la política mundial, empresarios, deportistas de elite, artistas, magnates, etcétera; de variadas nacionalidades, mantenían dinero en sociedades offshore, ubicadas en paraísos fiscales. Estas sociedades fueron montadas por el […]
Estupor mundial ha provocado -de acuerdo a lo que narran los noticieros-, el caso llamado «Papeles de Panamá», investigación periodística internacional que demostró que relevantes personajes de la política mundial, empresarios, deportistas de elite, artistas, magnates, etcétera; de variadas nacionalidades, mantenían dinero en sociedades offshore, ubicadas en paraísos fiscales. Estas sociedades fueron montadas por el bufete de abogados panameño Mossack Fonseca. Se sospecha que dichas sociedades, cuya constitución no es una ilegalidad, estarían vinculadas a «numerosos presuntos casos de corrupción en todo el planeta». Esto, porque «su naturaleza se presta para desarrollar actividades financieras ilegítimas».
Las operaciones quedaron expuestas a la luz pública debido a la filtración de la base de datos del bufete, entregada al periódico alemán Süddeutsche Zeitung, que llevó adelante una investigación en conjunto con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). Entre los más de 11 millones de documentos filtrados se encontraban los nombres de varios personajes de la Clase Alta chilena.
¡¡¡¿Chilenos en los Papeles de Panamá?!!! … Pues bien, ¿debería asombrarnos después de los numerosos actos de corrupción política-oligárquica-
Lo lamentable es que estas noticias que «asombran» son sólo un estupor momentáneo que, al tiempo, caen en el olvido desplazadas por otros asombros. La corrupción en Chile se ha transformado en una especie de normalidad que retorna a la palestra pública, de cuando en vez, como un asombro pasajero, y contra la cual nada se puede hacer. De hecho, muchas de estas situaciones terminan almacenadas en el imaginario anecdótico de la ciudadanía, o como material para humoristas. Sólo en eso. Un ejemplo de esta normalidad, a la que hacemos mención, fueron las afirmaciones del lobbista Enrique Correa, al decir que «el financiamiento irregular de la política no es corrupción».
El tiempo pasa y de justicia real poco o nada. El gobierno, los encargados de la ley y el Parlamento anuncian nuevas normativas legales sanciones draconianas para estos delitos. Sin embargo, al final, todo queda en nada. La casta político-empresarial se atrinchera sin pudor. Claro. Son ellos los que administran el país.
Hoy nos «asombramos», nuevamente, de hechos que eran vox populi, pero nadie plantea soluciones definitivas y de fondo con carácter de ley. La corrupción se enseñorea, sin duda, debido a la inexistencia de penas de cárcel efectiva para estos delitos, y que establezcan un mínimo de 5 años reales de presidio sin beneficio alguno, porque el daño causado a la sociedad es gravísimo.
Vale recordar que todos esos millones de dólares con que se benefician cada una de las personas involucradas en los «Papeles de Panamá», son producto del trabajo de miles de trabajadores anónimos de todo el mundo que, si bien producen riqueza con su trabajo, viven al tres y al cuatro con niveles de endeudamiento siderales o, simplemente, en la miseria.
Ante los millones de dólares que involucran los actos de corrupción, el sueldo ético de 400 mil pesos, propuesto en Chile por el obispo Alejandro Goic, parece una broma. Un trabajador, en menos de una semana produce el valor de su sueldo, el resto es plusvalía. Pero ya nadie se asombra demasiado de la siempre vigente historia de la «explotación del hombre por el hombre», que no es otra cosa que la madre de todas las corrupciones. Los «Papeles de Panamá» y la corrupción en Chile son sólo algunos de sus vástagos. ¿Quién le pondrá el cascabel al gato?
Escritor y coordinador general de Carrié Comunicaciones
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