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Paro nacional de los estudiantes con adhesión de cien organizaciones sociales

Los pingüinos chilenos van por más

Fuentes: Página/12

Los «pingüinos» reatacaron ayer con un paro nacional en el que participaron alrededor de un millón de estudiantes, entre secundarios y universitarios, y al que más de cien organizaciones sociales se adhirieron, aunque la mayoría no de manera activa. Los jóvenes intentaron que esta vez no hubiera violencia ni detenidos. Sin embargo, el tono que […]

Los «pingüinos» reatacaron ayer con un paro nacional en el que participaron alrededor de un millón de estudiantes, entre secundarios y universitarios, y al que más de cien organizaciones sociales se adhirieron, aunque la mayoría no de manera activa. Los jóvenes intentaron que esta vez no hubiera violencia ni detenidos. Sin embargo, el tono que ha tomado el conflicto, sumado a la expectativa que se había generado en torno de posibles infiltrados, no permitió que ello sucediera. Más de 260 detenidos -58 mayores de edad- y al menos 29 heridos -24 carabineros y cinco periodistas- fue el saldo de la segunda movilización masiva en menos de una semana. Mientras el gobierno de Michelle Bachelet se sigue aferrando a la propuesta que presentó el jueves pasado y que fue el detonante del paro de ayer, los alumnos se reunían anoche en los colegios tomados para decidir si continúan hoy con la medida de fuerza.

Comparada con la primera gran movilización del martes pasado, el paro de ayer convocó a una base social mucho más amplia. No sólo participaron la mayoría de los colegios públicos y establecimientos de financiamiento compartido -que están tomados desde hace semanas-, sino que esta vez se sumaron estudiantes de 35 universidades y el Colegio de Profesores. Como si fuera poco, más de un centenar de organizaciones sociales, entre ellas las que representan a los funcionarios del Ministerio de Educación y a los trabajadores portuarios, se unieron a la protesta. En el primer caso, no trabajaron durante dos horas y, en el segundo, alternaron entre adhesiones «más simbólicas» y otras más activas, como las de los trabajadores en Valparaíso, que marcharon junto a los estudiantes hasta el Congreso Nacional. La movilización allí alcanzó las 12 mil personas y terminó con 12 detenidos.

Durante todo el día se vieron enfrentamientos intermitentes con los carabineros, especialmente en la ciudad de Santiago. Durante la mañana y parte de la tarde, algunos grupos de estudiantes, que no acataron el llamado de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES) de manifestarse dentro de los colegios con actividades culturales, se lanzaron a protestar en las zonas céntricas, como frente a la Casa Central de la Universidad de Chile, en donde lograron cortar una de las avenidas principales de la ciudad durante un tiempo, hasta que la policía los dispersó con camiones hidrantes y gases lacrimógenos. Esta escena se volvió a repetir varias veces con no más de mil manifestantes y, en una ocasión, incluso derivó en saqueos a varios negocios. Según los periodistas que cubrían las protestas, los responsables habrían sido «infiltrados» de movimientos radicales.

Quizá la movilización más temida de ayer era la que había convocado el radical Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) para marchar por la céntrica Alameda hacia el palacio presidencial de La Moneda ya entrada la tarde. Previendo cualquier tipo de reacción violenta, la ACES emitió un comunicado más temprano en el que daba libertad de movilización a cualquier organización que los estaba apoyando en esta jornada, aunque se desreponsabilizaba de sus acciones. Como se esperaba, los dos mil militantes del FPMR fueron interceptados por los carabineros, que les impidieron avanzar. El broche de la jornada fue el paro «bullicioso», que aunque no fue tan masivo como deseaban los estudiantes fue un ejemplo de una protesta pacífica en las calles. Decenas de automovilistas tocaron sus bocinas, mientras que desde las casas se oía el ruido de las cacerolas y desde las ventanas de los edificios se veían velas prendidas en solidaridad con los jóvenes que desde hace más de un mes vienen demandando una mejora integral en el sistema educativo instaurado por la dictadura pinochetista (ver aparte).


El paro repercutió en la dirigencia política. Por primera vez, el ex presidente Ricardo Lagos habló del tema. Además de reafirmar su apoyo a su sucesora, que a la mañana había calificado de «innecesario» el paro, el ex mandatario cuestionó a algunos manifestantes que apedrearon a los carabineros. «Las piedras corresponden a otra época de la historia de Chile», recordó. En tanto, la oposición aprovecha la situación de debilidad del gobierno. Parlamentarios de los dos principales partidos, Renovación Nacional y la Unión Democrática Independiente (UDI), acordaron presentar en la semana un pedido de interpelación contra el ministro de Educación, Martín Zilic. La presidenta, sin embargo, continúa defendiendo su propuesta y ya adelantó que hoy presentará el proyecto de reforma educativa en el Congreso. Una conciliación que parece cada vez más lejos.