La cuesta de enero es más empinada desde que el euro le quitó el puesto a la peseta. Y no sólo por unas subidas de precios que duplican cada año el IPC que se fija como objetivo el Gobierno, sino también porque las familias tienen cada vez menos dinero disponible. Sobre todo en Galicia. Los […]
La cuesta de enero es más empinada desde que el euro le quitó el puesto a la peseta. Y no sólo por unas subidas de precios que duplican cada año el IPC que se fija como objetivo el Gobierno, sino también porque las familias tienen cada vez menos dinero disponible. Sobre todo en Galicia. Los trabajadores de la comunidad son los cuartos que menos cobran de España. Lo constata el Instituto Nacional de Estadística, que desde que comenzó el 2002 ha medido un incremento de apenas un 5% en el sueldo medio de los gallegos.
Y de ahí la asfixia del presupuesto familiar, exprimido por unos precios que han crecido en el último lustro seis veces más que los salarios. Frente al 31% de encarecimiento del coste de la vida, los gallegos sólo pueden esgrimir los 65 euros mensuales más que cobran ahora. Gracias a ellos, el sueldo medio se sitúa en 1.366 euros, una cifra que aleja cada vez más a Galicia de la convergencia con Europa.
El desequilibrio empieza en la península. La diferencia entre comunidades es tal que los gallegos cobran hoy de media mensual 355 euros menos de lo que le pagaban a los catalanes hace cinco años. Y en ese tiempo la brecha salarial no ha hecho más que ensancharse, hasta llegar a la situación actual, que deja la renta per cápita gallega en el puesto 192 de un total de 254 regiones europeas.
7.000 millones de negro
Aunque ese ránking no refleja la situación real de la economía gallega. En las cuentas faltan los casi 7.000 millones de euros en dinero negro que circulan por la comunidad, según calculos del Banco de España y el Instituto de Estudios Fiscales. Dentro de esa cantidad, que equivale al 22,1% del PIB gallego, las viejas pesetas que no se llegaron a cambiar son una pequeña parte: en todo el Estado apenas quedaron sin retirar 1.003 millones de euros en billetes de pesetas y otros 826 en monedas.
Así, la transición al euro no se convirtió en el tratamiento de choque contra la economía sumergida con el que soñaban las autoridades monetarias europeas. Lejos de eso, el dinero negro circula en tal volumen que en fuentes del sector bancario reconocen desde el anonimato que cada vez hay más demanda de cajas de seguridad en los bancos. Lo mismo ocurre con las cajas fuertes y con los servicios de seguridad privada, que según informan en el sector están mejorando su facturación en Galicia a un ritmo del 20% anual. Los gallegos han pasado así de guardar el dinero bajo el colchón a depositar grandes cantidades en cajas de seguridad de las que no queda huella fiscal. Sólo así se entiene que España sea el país en el que más billetes de 500 euros hay. O que las cuatro provincias gallegas estén entre las doce en las que más dinero negro se mueve, según el Instituto de Estudios Fiscales.
Gran parte de esta economía sumergida está relacionada con las plusvalías que se fraguan en los ladrillos del sector inmobiliario. Desde que llegó el euro, el precio de los pisos ha crecido un 122%, mientras la hipoteca media que afrontan los gallegos ha pasado de los 80.213 euros de los últimos días de la peseta a los 137.000 de la actualidad: suficientes como para que la cuesta de enero se torne cima inasequible.