Una de las cosas que más llama la atención de los resultados de la Encuesta Casen recientemente publicada, es el ingreso que se le asigna a los sectores más ricos del país. Es curioso sino absurdo y enojoso a la vez que para ser admitido en el selecto grupo del 10% más rico del país […]
Una de las cosas que más llama la atención de los resultados de la Encuesta Casen recientemente publicada, es el ingreso que se le asigna a los sectores más ricos del país. Es curioso sino absurdo y enojoso a la vez que para ser admitido en el selecto grupo del 10% más rico del país sea suficiente con disponer mensualmente de 395 mil pesos. Muchos trabajadores contratistas de Codelco que hoy exigen mejoras salariales con su ya larga huelga, serían parte de los más ricos de Chile. Es más, la Casen 2006 nos informa que, en promedio, un exponente de los más privilegiados dispone mensualmente de unos 890 mil pesos.
Y respecto a la pobreza se nos dice que las nanas de Chile, esas mujeres que deben emplearse como domésticas -una tarea siempre asociada a los sectores más pobres y marginales del país- no es pobre pues su ingreso mensual supera los 47 mil pesos. Es más, ellas se encontrarían, según la información de la Casen, dentro del 30% más rico de Chile. Peor aún, si le agregamos al sueldo de las nanas, la comida, el agua, la luz, la calefacción y el alojamiento de que disponen por hacer su trabajo puertas adentro, estarían holgadamente ubicadas en el 20% más rico.
Estos resultados no resisten el menor análisis y no pueden ni deben tomarse en serio, casi parecen un chacota instrumental que sólo algún iluso -que los hay- podría considerar adecuada para interpretar la realidad social del país. Es muy difícil imaginar a don Anacleto Angelini viviendo con 900 mil pesos mensuales. Para dimensionar lo absurdo de los datos hagamos el siguiente cálculo: Angelini dispone de una fortuna superior a los 4 mil millones de dólares según la revista Forbes que publica el ranking de multimillonarios del mundo; si calculamos una rentabilidad anual promedio del 20% sobre su capital que no guarda debajo del colchón sino que lo invierte muy rentablemente, llegamos a una ganancia anual de 800 millones de dólares que se traducen en unos mil doscientos millones de pesos diarios, es decir, unos 35 mil millones de pesos mensuales que son algo más que los 890 mil pesos que, en promedio, dice la Casen gana un hombre rico en Chile. Y ojo que don Anacleto, en algunas de sus inversiones, como por ejemplo las plantas de celulosa que pudren la vida de los pueblos y ciudades de Chile, él obtiene más de un 70% de rentabilidad. De allí que nuestra estimación es una aproximación menor de sus reales ganancias.
Pero eso no es todo, puesto que según la Casen, el hombre más rico de Chile dispone mensualmente de unos 32 millones de pesos. Esto quiere decir que el encuestado más rico dijo percibir ese nivel de ingreso por mes. En consecuencia y tal como lo he repetido incansablemente, los señores feudales no contestan las encuestas, dado que, sólo Angelini gana mensualmente un ingreso más de mil veces mayor al que, según la Casen, gana mensualmente el hombre más rico de Chile.
Por lo tanto, estamos ante una evidente y grosera subestimación del ingreso de los privilegiados. Según la Casen, la suma del ingreso disponible de los chilenos ascendería a unos 61 mil millones de dólares para el 2006, mientras que, según el Banco Central el ingreso nacional disponible descontando un 20% por impuestos y depreciación, ascendería para el mismo año a unos 104 mil millones de dólares. Esto significa -como ya se ha dicho- una subestimación del 41%. Ahora bien, como ese ingreso casi exclusivamente pertenece al sector más rico que no contesta las encuestas, entonces, la diferencia entre el 10% más rico y el 10% más pobre es muy superior a lo que informa la Casen y, obviamente, esto implica necesariamente que la desigualdad viene creciendo y no disminuyendo como ha voceado el Gobierno.
Esto es lo consistente con la enorme acumulación de riqueza que tuvo lugar durante el gobierno de Ricardo Lagos, gracias a los tratados de libre comercio -entre otras cosas- que permitió un importante crecimiento de las ventas de las mega y grandes empresas que pertenecen a los grupos económicos. Esto es lo que indujo al jefe de los empresarios, el entonces Hernán Somerville, acuñar la frase «mis empresarios aman a Lagos» y ellos tenían toda la razón.
Marcel Claude, Economista
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