A pesar de las amenazas de las autoridades gubernamentales sobre un período donde los chilenos tendrán que «apretarse los dientes«. Más allá de las golpizas y detenciones arbitrarias de las fuerzas especiales de carabineros y grupos de vigilantes bancarios ordenadas por el holding Santander España. Pese a las agresiones de todo tipo, incluso sexuales, contra […]
A pesar de las amenazas de las autoridades gubernamentales sobre un período donde los chilenos tendrán que «apretarse los dientes«. Más allá de las golpizas y detenciones arbitrarias de las fuerzas especiales de carabineros y grupos de vigilantes bancarios ordenadas por el holding Santander España. Pese a las agresiones de todo tipo, incluso sexuales, contra los trabajadores; los seguimientos armados a los dirigentes sindicales, los empleados hospitalizados y una huelga de hambre de varios días. Enfrentando los intereses y procedimientos del grupo financiero más poderoso del país, y uno de los cinco que más utilidades obtiene en el planeta.
A contracorriente de una legislación laboral completamente antagónica a la defensa de los derechos y la organización de los trabajadores. Haciendo frente a un bloqueo comunicacional debido al avisaje millonario del holding Santander en todos los canales televisivos, los periódicos de tiraje nacional, y las principales casas radiales. Así y todo, más de 700 trabajadores y trabajadoras de Santander Banefe Multinegocios -rama de fuerza de venta del grupo- llevaron adelante una huelga de un mes; lejos, la más larga de los funcionarios bancarios en casi 40 años. Y finalmente, el 1 de agosto, durante la tarde invernal en el corazón de Santiago, tras una compleja y conflictiva negociación colectiva y huelga, los empleados lograron un conjunto de beneficios ganados por la convicción unitaria, voluntad inquebrantable de lucha, y un espíritu de dignidad manifiesta en cada una de las asambleas generales de los trabajadores.
De este modo, los empleados obtuvieron un bono de colación de $ 2 mil pesos diarios (4 dólares); un bono de locomoción de $ 12 mil pesos (24 dólares), que se pagarán desde agosto de 2008, y un bono de fin de conflicto que va de $ 400 mil a $ 650 mil pesos (entre 900 y 1300 dólares), que se cancelará el 5 de septiembre de 2008.
La propuesta final de la administración financiera, fuertemente presionada por los trabajadores y sus dirigentes, fue aprobada por una amplia mayoría de la asamblea sindical, a través del voto secreto. Inmediatamente después de los escrutinios metropolitanos y regionales, los representantes de los trabajadores sostuvieron una reunión con los empleadores donde se firmó el acuerdo.
Tanto los dirigentes del Sindicato, como de la Federación de Sindicatos del Grupo Santander y la Confederación de Trabajadores Bancarios que fueron parte de todo el proceso desde sus inicios, calificaron el resultado como «bueno, considerando el gigante financiero al que nos enfrentamos; el debilitado estado del sindicalismo en el país (sólo el 8,7 % de la fuerza laboral chilena está facultada para negociar colectivamente, y de ella, una ínfima fracción hace efectiva la huelga); la violencia irracional de la que fue víctima nuestro movimiento; y el nulo apoyo de políticos y del gobierno. Sólo recibimos solidaridad de algunos dirigentes particulares, mucha de la gente de a pie, y el apoyo irrestricto de organizaciones sindicales hermanas del país hispano. La fluidez y prácticas democráticas auténticas entre dirigentes y asociados, aportaron sustantivamente a la cohesión de los trabajadores y los resultados de la negociación. La huelga del Santander Banefe será un ejemplo de lucha para el conjunto de los empleados del sector. Con nuestra huelga hemos demostrado que las condiciones laborales de los trabajadores pueden mejorar con unidad, ética insobornable, participación activa y claridad en los objetivos.»
La huelga de 30 días de los funcionarios de Santander Banefe terminó con el reconocimiento de los propios trabajadores a sus fuerzas y organización propias.
El 85 % de los huelguistas eran mujeres. El futuro de la recomposición sindical también está en manos de las trabajadoras chilenas.