1. En el hospital público de Iquique, en el norte de Chile, fueron detectados cientos de casos de VIH SIDA provocados por negligencia del sistema médico. La gravedad del hecho, cuyos casos se multiplican a diario incluso en otras regiones del país, revela la crisis estructural de la salud pública administrada por la Concertación. El […]
1. En el hospital público de Iquique, en el norte de Chile, fueron detectados cientos de casos de VIH SIDA provocados por negligencia del sistema médico. La gravedad del hecho, cuyos casos se multiplican a diario incluso en otras regiones del país, revela la crisis estructural de la salud pública administrada por la Concertación. El 80 % de los chilenos se atiende en el servicio de salubridad pública. Al interior de recintos hospitalarios capitalinos, al decir de Neruda, «los huesos salen por la ventana». Las cifras negras de la muerte por falta de medios y recursos, tanto humanos, como técnicos y medicamentosos, aún no son explorados seriamente y menos publicados, pese a que basta visitar cualquier consultorio u hospital del país para experimentar la precariedad, miseria, indolencia y mal trato a los usuarios del sistema. Según el diputado y ex Presidente del Colegio Médico, Enrique Acorssi, en el Continente los Estados invierten un promedio del 3,5 % del PIB en salud pública, mientras en Chile, apenas el 1,5 %. Y el doctor agrega que Chile es el único lugar en el mundo donde los médicos de la asistencia pública atienden sólo media jornada.
2. Mientras el Banco Central ajusta sus proyecciones a la baja, afirmando que el crecimiento del país el 2009 será de un 2,5 %; el cobre -mineral que fundamenta el 30 % de la economía nacional- pierde mercados, jibariza su precio y destruye empleo en uno de los sectores productivos estratégicos de Chile. El principal comprador del metal rojo es China, que en octubre de 2008 registró un crecimiento de un 8,2 %, lejos de las dos cifras que apuntalan su condición de potencia emergente y cuarta economía mundial. Efecto de la caída libre del precio del cobre como efecto de la contracción severa de la demanda, la estatal Codelco que controla el 28 % de la producción total, hasta el 2007 recibía una prima por parte de los compradores de alrededor de 130 millones de dólares por tonelada. Ahora la gerencia está negociando primas más bajas para lograr competir en mejores condiciones con Corea del Sur (que recibe 64 millones de dólares por tonelada), y Japón (prima de 65 millones de dólares). Los analistas de Codelco consideran que en el mediano plazo, el precio del mineral se estabilizará en 2 dólares la libra (en la actualidad, está en 1,67 dólar por libra), esto es, a casi la mitad del valor del cual gozó hasta hace pocos meses. La crisis mundial nuevamente golpea las arcas fiscales, el dinamismo cada vez más esclerotizado del país, y prologa un inminente castigo a los presupuestos sociales y fiscales.
Una vez más, la crisis cae como un techo de plomo sobre los trabajadores y el pueblo, en un contexto de alta inflación y aumento del costo de la vida (sólo el precio del agua este año se ha reajustado en un 16 %), desempleo creciente, flexibilización laboral, y congelamiento o abierta baja salarial. Ni las inyecciones estatales de recursos a las entidades financieras y bancarias destinadas a ofrecer crédito a los pequeños y medianos patrones que emplean al 80 % de la fuerza laboral (casi 5 millones de asalariados), logran detener el acelerado deterioro de las condiciones de existencia de las grandes mayorías. La capacidad de créditos de consumo para los chilenos de a pie, es decir, la realidad dramática de llegar a fin de mes a punta de préstamos que muerden más de la mitad del salario mensual, también comienza a tocar sus propios límites.
De la acumulación de atrasos en pago de deudas, a la franca cesación de pagos, existe una frontera frágil que aumenta sostenidamente entre amplias franjas sociales empobrecidas. Basta que el desempleo -una de las modalidades de la patronal para resolver la crisis económica sin límite notificado de origen norteamericano- se despliegue con mayor violencia para que se multipliquen las judicializaciones por no pago y se redoblen los remates de bienes (sobre todo, de viviendas). La extrema liberal capitalista que gobierna las relaciones sociales y económicas del país desde hace más de 30 años, comienza a sentar las bases de la mala vida generalizada y el subsecuente malestar popular. El tránsito dinámico del malestar a la organización y de la organización a la protesta en clave de masas, sólo es cuestión de tiempo. Y poco tiempo.
3. Las huelgas de trabajadores organizados de diversos sectores económicos del país se vuelven panorama cotidiano. Como botones de muestra, más de mil asalariados contratistas de Endesa, Enersis y Chilectra llevan más de una semana de paro exigiendo mejoras salariales y de seguridad laboral. Asimismo, 1200 trabajadores de Supermercados Santa Isabel, propiedad de la multimillonaria CENCOSUD -uno de los complejos privados que más renta en Chile- ejercen la huelga desde hace 5 días por demandas económicas. Por su parte, los casi 400 mil trabajadores públicos agrupados en la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), han protagonizado paros, marchas, y concentraciones a lo largo de todo Chile que en su cima han superado las 20 mil personas, exigiendo un reajuste de un 14,5 %, en atención a que la inflación acumulada raya en el 10 %. Como se ha vuelto costumbre trágica, cada episodio de protesta laboral es duramente reprimido por orden gubernamental. Muchos de sus dirigentes son militantes de partidos de la Concertación, la cual se niega terminantemente a acceder a las demandas de los asalariados, respondiendo «con palo y duro».
Ya la patronal del país ordenó contraer el gasto fiscal para cautelar los recursos estatales destinados a mantener la tasa de ganancia de sus negocios. Y obedientemente, el Ejecutivo responde a sus propios electores con soberbia y represión. Son 600 mil los empleados fiscales en el país. Ante el empate técnico de ambos rostros del bloque en el poder, la Alianza por Chile y la Concertación, los trabajadores pueden bascular de manera determinante los resultados de las elecciones presidenciales de fines de 2009. Al parecer, al gobierno no le interesa. Ha ofrecido descuentos por los días no trabajados y un impresentable 5 % de reajuste. La autodestrucción de la Concertación apura rabiosamente sus exequias.
4. Pero la organización paulatina de los trabajadores ya conjunta sus empeños. Producto de las multimillonarias pérdidas de los fondos previsionales administrados por las privadas AFPs, cuyos montos han desaparecido en un 25 % de su total, esto es, en casi 30 mil millones de dólares (hechos añicos por la especulación financiera alentada por el propio sistema de capitalización individual y la Reforma Previsional de Bachelet), diversas organizaciones sindicales, más allá de sus distancias políticas, reivindican como una sola fuerza un nuevo paradigma de seguridad social para los asalariados. Es así que confederaciones, federaciones y sindicatos de la salud, la banca, la madera, el cobre, empleados públicos, servicios, comercio y empresas privadas en general, han construido recientemente una mesa común bajo la consigna de Fin a las AFPs.
Asimismo, están diseñando un plan de movilizaciones a nivel nacional para impulsar la creación de un nuevo régimen integral y único de previsión y seguridad social basado en el reparto solidario, la universalidad, el financiamiento tripartito y la participación protagónica de los propios trabajadores en la gestión de los recursos producidos por su labor, con pleno respaldo estatal. No quieren una AFP del Estado porque saben a ciencia cierta que el BancoEstado funciona bajo las mismas premisas financieras que el conjunto de la banca privada, y que la propia naturaleza del modelo de AFP es perversa, ineficaz, no garantiza pensiones dignas, y sólo beneficia a sus administradores privados. Paso a paso, el movimiento real de altos contingentes de asalariados concientes de sus intereses profundos comienzan a convenir las demandas. Con la generosidad y estatura histórica que escasea en la secta política tradicional, los trabajadores y sus dirigentes aceleran la reunión necesaria para transformar hoy un sistema previsional inventado en plena dictadura militar, y sobre el que los gobiernos civiles no han tenido la voluntad -intereses mediante- de modificar.
Por el contrario; desde arriba sólo se ha consagrado y sobrelegitimado. Mientras la disociación estructural entre la impopular trama política de los de arriba -signada por el retorno probable de Ricardo Lagos Escobar al ruedo electoral tras la obligada y eventual bajada del actual Secretario General de la ONU, José Miguel Insulza; la debacle en vitrina del Partido Socialista y la Democracia Cristiana; y la cocina sucia de la derecha histórica- y las grandes mayorías; la reconstrucción del movimiento concreto de los trabajadores y el pueblo ya anuncia su madrugada. La recomposición del mapa popular y su derrotero para convertirse nuevamente en protagonista histórico nunca ha sido fácil. Sin embargo, y con las maneras de la esperanza, la ética y la política propia, los trabajadores y el pueblo retornan por sus fueros que dejaron pendientes durante un largo período de somnolencia. El miedo comienza a trizarse y la unidad genuina al interior de la propia clase trabajadora se vuelve materia renovada, se arropa con convicción de mayorías y empieza a erguirse sin atropellos, ni concesiones. En medio de la primavera chilena, los de abajo organizan las primeras puntadas del futuro.