El Centro de Traductores de la Feria del Libro de Fráncfort tuvo ayer un entrañable recuerdo para Manuel Vázquez Montalbán al cumplirse casi un año de su muerte. Los tres profesionales que han hecho posible que los alemanes lean al escritor catalán evocaron ayer durante más de una hora sus encuentros con el autor y […]
El Centro de Traductores de la Feria del Libro de Fráncfort tuvo ayer un entrañable recuerdo para Manuel Vázquez Montalbán al cumplirse casi un año de su muerte. Los tres profesionales que han hecho posible que los alemanes lean al escritor catalán evocaron ayer durante más de una hora sus encuentros con el autor y las dificultades para traducir la esencia, «el alma», de su obra. Al coloquio se sumó la escritora Maruja Torres, compañera de tantas aventuras profesionales, para aportar una visión más íntima del amigo fallecido.
Los tres traductores dejaron latente su pesar por la irregular presencia de la obra de Vázquez Montalbán en Alemania, al que se conoce, básicamente, como al autor de las aventuras del detective Pepe Carvalho. Las restantes novelas o carecen de versión alemana o son difíciles de encontrar. Willy Zurbrüggen, traductor de Galíndez, recordó que esta obra, una de las mejores de escritor, se publicó directamente en edición de bolsillo, no se ha reeditado y en la actualidad es casi ilocalizable, «incluso en internet».
LASRECETAS
Theres Moser dijo que los alemanes consideran a Vázquez Montalbán un autor de novela policiaca «transgresor» porque la trama de su obra trasciende los tópicos habituales de este género literario. Moser, residente en Barcelona desde hace siete años, que habló en un catalán más que correcto, trabaja en la última aventura de Carvalho, Milenio, que publicará la editorial Piper, posiblemente a lo largo del año 2005. La versión alemana de esta novela tiene, según la traductora, especiales dificultades a causa del elevado número de ciudades que Carvalho recorre en su vuelta al mundo y por los numerosos platos que el detective cita a lo largo de la obra.
Las recetas culinarias y la gastronomía, la que fue gran afición de Vázquez Montalbán, han sido obstáculos con que se han tropezado sus traductores. «Cita platos y alimentos que no tenemos en Alemania –apostilla Zurbrüggen– y para ser fiel a lo que él quería decir he tenido que llegar a inventarme comidas, porque Manolo trataba de despertar los sentidos y eso no puede hacerse con una traducción literal». Moser insiste en esta cuestión con un ejemplo muy simple: «Las palabras pan con tomate, sin más, carecen de sentido para nosotros; hay que explicar de qué se trata, cómo está el tomate en el pan». En su afán por intentar aproximarse a la esencia de los platos descritos por Vázquez Montalbán, la traductora intentó cocinar una de las recetas que aparecen en Quinteto de Buenos Aires y pidió a un cocinero que le explicara los diferentes cortes de carne argentinos.
Pero no es sólo en el apartado gastronómico donde los traductores han encontrado escollos para ser fieles a la prosa del escritor. Maralde Meyer Minnemann, autora de la versión alemana de El pianista, cree que los tiempos de esta novela, las diferentes formas de lenguaje, «la popular, la intelectual, los modismos de la gente joven», revisten sutilezas de compleja traducción. Para Zurbrüggen esa dificultad reside en el rico lenguaje del autor «en los tópicos que utilizaba con frecuencia y en la sucesión de adjetivos a los que recurría para completar una descripción». Moser añade a esa relación «los poemas, las canciones y los himnos».