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Los vínculos de Óscar Naranjo, director de la policia colombiana con el narcotráfico

Fuentes: Yvke Mundial

El director de la Policía Nacional de Colombia implicaba ayer en rueda de prensa a los gobiernos de Ecuador y Venezuela en la financiación de las FARC. Ambicioso y hombre clave de la DEA estadounidense en el gobierno de Uribe, este alto cargo policial no logro alejar de su institución la implicación con el narcotráfico

La biografía digital de Óscar Naranjo, director de la policía de Colombia, señala que trabajó como subteniente en la Escuela de Suboficiales Gonzalo Jiménez de Quesada, en la Dirección Docente de la Policía Nacional, en la Dijin y en la Escuela Nacional de Policía General Santander.

Ocupando el grado de capitán, Naranjo Trujillo trabajó en Escuela Nacional de Policía General Santander, regresando posteriormente a la Dijin. Laboró en comisión en el DAS y luego fue a la Dirección de Inteligencia de la Policía, donde alcanzó el grado de teniente coronel. Por sus méritos, fue seleccionado para desempeñarse en la Agregaduría Policial en el Reino Unido. Desde 2005 estaba al frente de la Dijin.

El poder del general Óscar Naranjo

«Quizás ningún director de la Policía había llegado al cargo con tanto poder en sus manos. Con la salida de doce generales, no queda nadie que le haga sombra en la institución, tiene además un especial respaldo del presidente Uribe, un ambiente muy favorable en el gobierno de los Estados Unidos y una acogida sin precedentes en los medios de comunicación».

Así describe el periodista León Valencia al general Óscar Naranjo, director de la policía colombiana, en su columna «La otra orilla», del diario El Tiempo de Colombia.

Valencia argumentó en su artículo, titulado El poder del general Óscar Naranjo, que: «sería muy bueno para el país (Colombia) y para la Policía, que hiciera acopio de esos (sus) conocimientos, para cortar los lazos de sectores de la institución (policía colombiana) con paramilitares y narcotraficantes, adecuar la fuerza a los cada día más exigentes estándares internacionales de derechos humanos y desatar una campaña contra los persistentes brotes de corrupción.

Ha quedado en evidencia que, desde dentro del Estado, encumbrados funcionarios públicos y dirigentes políticos empujaban el crimen y anulaban la competencia democrática en alianza con grupos armados ilegales. Fue una brutal estrategia de acumulación de riquezas y poder, que costó miles de vidas humanas y ha producido un daño profundo en las instituciones».

También desde Colombia, el director de Radio Café Stereo, Miguel Suárez, describe la amplia experiencia del general Naranjo. A continuación reproducimos un escrito de su autoría, que fue publicado el 04 de febrero del 2008 en el portal Kaos en la red.

Jabón: El ubérrimo entorno y contorno

Por estos días se conoció que Wilber Varela, alias «Jabón», había sido asesinado en Venezuela, hasta donde sin duda llegó la mano de la «Seguridad Democrática» para acallar a uno de los narcotraficantes del Cartel de Norte del Valle con grandes nexos con el entorno Uribista, donde probablemente tubo mucho que ver el mejor policía del mundo, en cuanto a narcotráfico, el director de la Policía colombiana, general Oscar Adolfo Naranjo Trujillo, quien a su vez es una «inamovible» pieza de la DEA en el gobierno de Uribe.

Desmintiendo la versión Uribista de que la Farc son un cartel de las drogas, Varela, su entorno y contorno, que fue responsabilizado por los Estados Unidos del 70 por ciento de la cocaína enviada desde Colombia a territorio estadounidense, señala como narcotraficantes al gobierno narcoparamilitar.

Según se conoció, el que ellos llaman «el último capo del cartel del Norte del Valle», porque de acuerdo a la mentira oficial, los narcotraficantes también se acabaron en Colombia, fue asesinado junto con su guardaespaldas el miércoles pasado (080130) en Mérida (Venezuela).

Tal como el general Naranjo, es jefe de la policía, Varela fue miembro de la policía de la oligarquía colombiana, portando el titulo de sargento de la Policía. El hombre asesinado junto con Varela, era un ex policía de entre 25 y 30 años, que formaba parte de su seguridad del mafioso.

Oscar Naranjo, considerado como uno de los funcionarios más cercanos al presidente Álvaro Uribe, tiene un hermano, Juan David Naranjo Trujillo, que fue detenido en Alemania por narcotraficante.

En el año 2004, un fiscal antimafia, que luego fue despedido de su cargo, aseguró que el general Naranjo estaba siendo investigando por brindar apoyos a Wilber Varela. Los nexos entre Varela y Naranjo han sido metódicamente ocultados con la obvia complicidad de los «periodistas» colombianos que tiemblan ante la posibilidad de remover su pasado y sus vínculos con la mafia, dado el peligro que corren.

Wilber Varela sostuvo una guerra a muerte con la banda los ‘Machos’ de Diego Montoya Henao, ‘don Diego’, el otro gran capo del Norte del Valle y su antiguo socio, guerra en la que sirvió como mediador Carlos Mario Jiménez alias «Macaco», uno de los narcotraficantes que compraron al ejercito oficial el apelativo de jefes paramilitares.

«Macaco», uno de los huéspedes de Uribe, quien en «prisión» entra y sale como Pedro por su casa, gracias a la «ley de Justicia y Pax» de Uribe, recibe diariamente entre 30 y 40 personas, además de tener a su disposición armas, teléfonos portátiles y otros equipos, que muestran su poderío y la falacia de que este encarcelado.

La conocida como «masacre de Jamundi», donde el ejercito de la oligarquía asesinó a unos diez policías, se dio en el contexto de la guerra abierta entre Wilber Varela, el protegido del general Oscar Naranjo, y Diego Montoya.

Al parecer, tanto los policías del general Oscar Naranjo y del ejercito de Álvaro Uribe, estaban tras un cargamento de cocaína ubicado en la finca La Margarita del 8, famoso estadero de propiedad de Fabio Ochoa, patriarca del clan de los narcotraficantes conocido como los «Ochoa» y familiares por parte de madre con Álvaro Uribe Vélez.

Al ser interrogado, el general Oscar Naranjo aseguró que él dio la orden para la operación policial, pero a las pocas horas, la subintendente de la Policía, Diana Bianey Marulanda, confesó que falsificó la orden de trabajo del mayor Molina, su jefe inmediato, y uno de los asesinados, «porque insistentemente de Bogotá la llamaban y le pedían esa orden». Aseguró que ella «estaba cubriéndole la espalda al general Naranjo».

Con el asesinato del narcotraficante Wilber Varela, tanto Naranjo como Uribe, se han quitado un peso de encima ya que este podría delatarlos y en Venezuela no podían controlarlo. Varela, según dicen, había comenzado como contador del Cartel de Cali. Basaba su seguridad en la policía de esta ciudad y poco a poco fue ascendiendo hasta formar su propia banda.

Raúl Grajales Lemus, hombre al servicio del Cartel del Norte del Valle, y quien frecuentaba a Álvaro Uribe Vélez en el nido de mafiosos conocido como Palacio de Nariño, mantenía muy buenas relaciones con el Ministro de los interiores de Uribe, Carlos Holguín Sardi.

Grajales, acusado de lavar millones de dólares producto del narcotráfico, como muestra de su «honorabilidad», presentó fotos donde aparece al lado de los ex presidentes Andrés Pastrana, Ernesto Samper, del actual ministro del Interior, Carlos Holguín; y de su antecesor, Sabas Pretelt; entre otros.

Holguín mantuvo relaciones comerciales con Raúl Grajales, quien en una carta le enrostró que en alguna ocasión le había asignado un contrato a la empresa de Holguín, Acción S.A. con Casa Estrella (antes Casa Grajales), una de las empresas implicadas en el lavado de activos.

También han hecho parte de la junta directiva de Acción S.A, dos hijos del Ministro Holguín: María Mónica Holguín Molina y Carlos José Holguín Molina, actual embajador de Colombia en Ecuador.

Al hablar del Cartel del Cali, debemos recordar que según el periodista Juan Carlos Giraldo, en el libro «Los Rodríguez Orejuela», capos del cartel de Cali, cuando Holguín fue alcalde de esa ciudad «tuvo vínculos con ellos».

Holguín es pues otro mas de los innumerables»colaboradores» de Uribe con vínculos con el narcotráfico. Tras el asesinato del narcotraficante Wilber Varela en Venezuela, se mencionan como los nuevos capos a los hermanos Mejía Múnera, conocidos como «los Mellizos», quienes están al servicio del amigo de Uribe alias «Macaco».

El pasado 23 de enero de 2008 se conoció de la detención del general (r) Pauxelino Latorre Gamboa y su sobrino Leobardo Latorre Latorre, un fiscal especializado, como integrantes de la organización de los nuevos capos; los «Mellizos», acusados de exportar entre siete y diez toneladas de cocaína al mes a países de Norte y Centroamérica, Europa y Asia. Latorre, quien tiene un tenebroso historial de violación de derechos humanos, fue condecorado el 24 de julio de 2003, con la medalla Almirante Padilla de la Armada Nacional por el presidente Álvaro Uribe Vélez.

Esta corta historia de Wilber Varela, su entorno, contorno, vida y asesinato, nos deja entrever por milésima vez los nexos del gobierno de Uribe con el narcotráfico». El asesor de la derecha yanqui, el periodista Robert Novak, en un articulo publicado en varios diarios de ese país, dijo que «Ejército colombiano es el ‘elefante’ que nadie quiere ver», destacando la putrefacción de este por sus vínculos con los narcotraficantes y paramilitares».

Aparatos de represión y narcotráfico

Forrest Hylton, investigador e historiador de la Universidad de Nueva York, publicó un libro titulado «La Hora infernal en Colombia», donde analiza el desarrollo de lo que él llama del «Capitalismo cafetero» a la «Republica de la Cocaína» y la brutal combinación de terror, expropiación y la pobreza que existe hoy en Colombia.

Hylton asegura que la oligarquía tradicional de Colombia se nutre de los dineros del narcotráfico y destaca las relaciones de estos con paramilitares y narcotraficantes que desplazaron a la iglesia como tradicional aliado de esta oligarquía.

Las relaciones de la oligarquía colombiana y sus aparatos de represión con el narcotráfico son destacadas también en el reporte de Amnistía Internacional correspondiente al año 2005, que textualmente dice; «Durante esas décadas, la mayor parte del tráfico de cocaína del país estaba en manos de dos sindicatos de la droga: el cártel de Medellín y el cártel de Cali.

El comercio de cocaína penetró en la policía, el ejército, el sistema judicial, los partidos políticos y los órganos civiles del Estado, y desató un baño de sangre y violencia que afectó a todos los niveles de la sociedad».

Amnistía Internacional también destaca la implementación de estrategia paramilitar y que en esa implementación es un factor esencial el ejército. Estrategia paramilitar que basa su estrategia en la violación sistemática de los derechos humanos y la imposición de un dominio político, económico y social sobre las zonas por ellos controladas, tema que también destaca Hylton en su libro.