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Una mirada desde Pradera, Valle del Cauca

Los vividores de la paz

Fuentes: Rebelión

Durante muchos años se dijo que quienes se oponían a la paz, y específicamente las fuerzas detrás del uribismo, eran los sectores que «vivían de la guerra». Bien se sabe que la guerra ha significado miles de millones de dólares, que se han canalizado en contratos, sueldos y viajes que han beneficiado a un sector […]

Durante muchos años se dijo que quienes se oponían a la paz, y específicamente las fuerzas detrás del uribismo, eran los sectores que «vivían de la guerra». Bien se sabe que la guerra ha significado miles de millones de dólares, que se han canalizado en contratos, sueldos y viajes que han beneficiado a un sector de la población que jamás tuvo que poner una gota de sangre en el enfrentamiento armado, pero que recogió esos millones a manos llenas. Hoy tenemos un nuevo fenómeno: los vividores de la paz. En realidad el fenómeno no es tan nuevo: desde hace décadas que existe un sector de profesionales, tanto de derecha como de izquierda, que han hecho carrera como mediadores y asesores en un conflicto en el cual no han tenido parte directa. Ahora se re-encauchan ya no como mediadores en el conflicto, sino que como gestores de paz, asesores del post-conflicto, pedagogos de la paz, etc. Al parecer, gran parte de los recursos que la comunidad internacional ha destinado para el post-conflicto, se quedará enmarañada en esa telaraña de asesores, gestores, pedagogos, mediadores profesionales; irá, como siempre, a las ONGs y fundaciones que se inventen, y muy poco es lo que llegará a las comunidades que verdaderamente padecieron el rigor del conflicto armado en carne propia. Es la historia del país y es la historia de la cooperación internacional. Como dice un proverbio haitiano, la plata va a donde ya hay plata.

Un ejemplo de esto se puede ver, a pequeña escala, en la zona rural del municipio de Pradera en el Valle del Cauca. Un dirigente del sindicato campesino ASTRACAVA, adherido a Fensuagro, nos explica que «hasta ahora, a las administraciones no se les ve voluntad política de ayudar a que el proceso sea más efectivo acá en el municipio. Sigue implementando el gobierno sus políticas de limosnas, programitas que toda la vida ha utilizado para mantener el pueblo adormecido… antes peor, porque la politiquería está cogiendo es fuerza, porque como ya no hay FARC, están volviendo los politiqueros a los pueblos más alborotados que antes y creando grupitos para llegar a la comunidad. El post-acuerdo le está abriendo las puertas a los politiqueros y los corruptos para que sigan haciendo de las suyas. Esto no está nada fácil«.

Sobre la aparición de organizaciones con el único fin de captar recursos por parte de oportunistas, nos explica este dirigente que esto no es un problema que se viva sólo en Bogotá y las grandes ciudades, sino que de la mano de estos politiqueros, es un problema que ya se está viviendo en las mismas comunidades. «Por ahí andan hablando de crear un Consejo Comunitario allá en Bolo Blanco, Retiro, La Feria, El Nogal, donde nunca ha habido afros. Dentro de ellos hay unos educadores rurales. Esto no es algo tan inocente, porque estamos buscando la figura de una Zona de Reserva Campesina para la parte alta de Pradera, y esto enredaría todas las cosas. Bolo Blanco está complejo, porque también están hablando individualmente con campesinos para que firmen para declarar el territorio zona protegida, que sería otro complique. Y andan también los soldados del Batallón Codazzi haciendo dizque desminado humanitario, pero eso debería ser con las FARC-EP, y ellos andan solos… pensamos que andan haciendo inteligencia, viendo los recursos del territorio y estudiando a la comunidad, quizás tienen contratos en mente para empresas extranjeras, no sabemos, pero hay mucha desconfianza que se hagan las cosas así».

«También los politiqueros andan creando asociaciones en San Isidro… acá inventaron una que se llama ASCASP. Primero le habían colocado Comité Cívico y Social de San Isidro, y nosotros les dijimos que ese nombre era prácticamente suplantar la Junta de Acción Comunal legítima y entonces se inventaron ese otro nombre. Ahí hay unos funcionarios públicos de la actual administración [ed. del Partido de la U], una educadora, algunos pensionados que llegaron a vivir comprando fincas de veraneo y alguna población flotante, que de pronto vienen de vez en cuando a la comunidad. De todo menos campesinos, si hay habrá tres, como mucho, creo que uno, pero poquiticos, que se han dejado influenciar por los politiqueros. » Se está hablando de mucha plata, y eso, para los oportunistas, es como miel para las abejas.

«Hay muchas expectativas«, nos dice una compañera de la Junta de Acción Comunal de San Isidro, «hablan de plata por todas partes, de muchos recursos, pero no se ve plata ni para la gasolina de las maquinarias. Ahora el alcalde dice incluso que están quebrados«. Pradera es una de las zonas priorizadas para el post-acuerdo mediante los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, los PDET. «Pero en el PDET está claro que deben participar es organizaciones consolidadas, los que hemos frenteado todo el proceso y no unos advenedizos que andan politiqueando«, dice el dirigente de ASTRACAVA. La compañera de la Junta agrega que «el PNUD está apareciendo a hacer acompañamiento con las comunidades, dizque para construcción de paz, implementación de los acuerdos y los PDET. Se les ve mucho afán de penetrar a los territorios, como para darse reconocimiento, llegar a ser contratantes en el tema de implementación, como para posicionarse. Lo mismo el Instituto Mayor Campesino, cuando ellos nunca hicieron presencia en los territorios y menos con los temas que andan ahora, de diplomados. Nunca los llegamos a ver en el territorio cuando la vaina estaba pesada, cuando fue tan fuerte el paro que se hizo agrario, porque ellos en una presentación dijeron que acompañaban el tema de derechos humanos. Pero el PNUD nunca se apareció entonces, a pesar que tuvimos muertos, heridos y detenidos. Y ahora con la implementación aparecen como un gran apoyo según ellos. Vienen trabajando muy de la mano con la gobernadora».

El dirigente campesino termina con una reflexión sobre el rol que todo este negocio del tema de la paz está teniendo frente a los procesos organizativos que tanto sudor y sangre les han costado. «Eso ayuda a que la comunidad se fragmente porque hasta ahora el gobierno no invierte nada para el desarrollo de las comunidades, y los politiqueros aprovechando cualquier migaja que llega, desde la administración, la captan para ellos utilizarla diciendo que eso es gestión de ellos, y que le traen ayuda a la gente. Utilizan la poca inversión del municipio para engañar a la gente, diciendo que es gestión de ellos, cuando eso es deber de la alcaldía. Los programas asistencialistas los utilizan es para hacer politiquería«.

El gobierno no tiene un presupuesto para la construcción de paz y el cumplimiento de los acuerdos adquiridos con los insurgentes de las FARC-EP. Antes bien sigue aumentando el presupuesto militar; en temas como la sustitución de cultivos ilícitos, se muestra incapaz de comprometer una cifra cercana como la que ha invertido en la guerra contra las drogas. Así las cosas, las perspectivas para el acuerdo ya no se ven sólo difíciles por la falta de voluntad política, sino que también por mera incapacidad fiscal. Incapacidad fiscal que, hay que decirlo, también se deriva de falta de voluntad política. Así que lo que se logre implementar, pasará fundamentalmente por la asistencia internacional, que a través de múltiples agencias, ya viene llegando. Todos alistan los colmillos y las chequeras. Cada uno ve qué saca con la industria de la paz. Ya hay los que están formando sus nuevas ONGs como gestores, promotores o pedagogos de paz. Alguno habrá que acumule ganancias. Las comunidades, sin embargo, seguirán acumulando, con toda seguridad, carencias, violencias e incumplimientos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.