¿En qué punto de nuestra lucha estamos, cómo llegamos hasta aquí, y hacia dónde necesitamos avanzar? El poderoso frente privatizador y las luchas del movimiento estudiantil La lucha que los estudiantes de todas las Universidades de todo Chile venimos dando en las últimas semanas, más de dos meses ya en algunos casos, muestra la disposición […]
¿En qué punto de nuestra lucha estamos, cómo llegamos hasta aquí, y hacia dónde necesitamos avanzar?
El poderoso frente privatizador y las luchas del movimiento estudiantil
La lucha que los estudiantes de todas las Universidades de todo Chile venimos dando en las últimas semanas, más de dos meses ya en algunos casos, muestra la disposición a la lucha del movimiento estudiantil. Muestra su decisión de defender lo que queda de educación pública. Muestra la decisión de cerrarle el paso a los negocios multimillonarios de los privados avalados por el Estado, negocios que significan enriquecerse a costa de las familias, chantajeándolas con las necesidades económicas que padecemos muchos. Muestra el descontento, manifiesto o no, con el negocio de la educación que degrada el conocimiento, que privilegia el estudio de carreras útiles al mercado, que fortalece la estructura autoritaria de organización de nuestras universidades.
Ha venido siendo una lucha persistente, dura, que debió enfrentar la prepotencia del gobierno y del Congreso de la Concertación y la derecha, decidiendo hacer oídos sordos a nuestras justas demandas. Que debió enfrentar la represión policial.
Pero no sólo debió enfrentar la abierta oposición. También la más sutil, esa que apela al sentimiento de comunidad universitaria, con rectores y autoridades universitarias declarando comprender nuestra lucha, declarar ponerse de nuestro lado, si, y aquí viene la trampa, deponemos nuestra lucha en pos de un diálogo, uno más, civilizado y bien argumentado. Cuando sabemos que, en ciertas circunstancias, la lucha es lo único que puede forzar a los adalides de la privatización a responder a nuestras demandas.
Vivimos tomas y paros, cortes de calles, cuatro jornadas nacionales de lucha, golpes de efecto comunicacionales, una política de difusión, la formación de coordinaciones entre estudiantes y universidades y con apoderados y sindicatos, superestructurales y desde las bases, funcionamiento en asambleas y cupulares. Todas las más diversas formas de organizarse, discutir y luchar, superponiendo viejas formas con nuevas, en un desplazamiento que tiene perplejo a muchos.
Enfrentamos un frente privatizador poderoso: el Gobierno de Lagos, el Congreso de la Concertación y la derecha, en representación de los bancos y los empresarios de la educación, los Rectores, y todos sostenidos en la represión de Carabineros.
Nuestra lucha, y por este poderoso frente privatizador que enfrentamos, viene siendo un proceso creciente, aunque con flujos y reflujos. Persistente. Con compañeros a la cabeza de las luchas, como siempre, pero sostenidos en la mayoría, activa o pasiva, del movimiento estudiantil. De no ser así, simplemente no se sostendría por dos meses, ni amenazaría con transformarse en un fenómeno social que, por ejemplo, involucra a apoderados, que se resiste, a pesar de las campañas de los medios de comunicación de masas, a ser estigmatizado socialmente.
Pero su fuerza no residió solo en las medidas de lucha, que en sí mismas son un instrumento para un fin- instrumento que debe tener coherencia con los fines, pues nadie toma un tenedor para comer sopa. Sino que residió la fuerza en el rechazo a este frente privatizador (y tal, vez, podríamos proponer como hipótesis, más aún que a la propia ley privatizadora). Porque es un nuevo golpe a nuestras condiciones de vida. Porque levanta una nueva valla en la ilusión de muchos de mejorar su condición de vida por el estudio. Porque es injusto que se sigan enriqueciendo a costa nuestra, chantajeando con nuestras necesidades. Porque somos opositores a la educación de mercado, al negocio de la educación. Que es lo que consagra con esta Ley este poderoso frente privatizador.
Pero esta verdadera fuerza de la lucha del movimiento estudiantil, necesitaba más que las medidas de lucha en sí mismas. Necesitaba, y necesita, sostener nuestras luchas en nuevas instituciones del movimiento estudiantil a la altura de las circunstancias. No bastaba con esa superposición de viejas y nuevas formas de discusión, organización y lucha. Era necesario retomar parte de lo mejor de las últimas experiencias: los métodos de la democracia directa estudiantil, que nacieran pocos años atrás en el CGR de Filosofía de la Chile, que pervive dificultosamente hoy en al Federación del Peda, con base en métodos de democracia directa estudiantil, que tanto irrita al Rector Navarro. Las viejas exigencias de migajas, las viejas luchas de presión, no sería suficientes. Desde Las Armas de la Crítica planteamos la necesidad de refundar nuestras organizaciones con los métodos de la democracia directa estudiantil, y partiendo de una política de rechazo total a la Ley, avanzar hacia la necesidad de luchar por recuperar la educación gratuita como parte de la lucha por una II reforma Universitaria. La magnitud del ataque, exigía una respuesta a la altura de las circunstancias.
No fue el caso.
Es necesario llamar a las cosas por su nombre
Nuestras luchas fueron siendo gradualmente canalizadas hacia transformarlas en las tradicionales luchas de presión.
Podemos plantear al menos dos hitos. El primero, cuando se comenzó a plantear, en vez del rechazo total a la ley, la modificación a algunos puntos de un artículo. El segundo, cuando, una vez aprobada y próxima a promulgarse, se instala una mesa de trabajo para discutir su reglamentación, y el problema de la Ley pasó a ser dejado de lado en pos de los problemas locales de cada Universidad por separado.
¿Cómo fue posible esta gradual transformación? Primero con el hecho mismo de plantearse, desde las direcciones oficiales mayoritarias de las Federaciones, la modificación de algunos puntos en lugar del rechazo total a la Ley. Pero no fue tan simple. Lo hicieron, considerando el genuino rechazo al poderoso frente privatizador, poniéndose a la cabeza de las luchas. La Confech, por ejemplo, convocó a 4 jornadas nacionales de lucha, a paros nacionales, y en algunos casos, hasta tomas, así como a golpes de efecto comunicacionales. De ahí a, por ejemplo, cortar una calle o no, como plantearon como alternativa (ya hablaremos de esto) algunos grupos, hay apenas una diferencia de grado irrelevante.
El punto es que todo este despliegue de medidas de lucha, fue en base a aceptar el hecho básico de la aprobación de la Ley (aunque exigiendo su parcial modificación). Así, se transformó en una lucha de presión. Y de esta manera, fue siendo llevada a un callejón sin salida.
De esta manera (no nos vamos a referir ahora a otros problemas, como que se convocó tarde a la lucha, etc), se produjo la aprobación en el Congreso de la Concertación y la derecha.
Y es necesario llamar a las cosas por su nombre. Fue una derrota para el movimiento estudiantil. Nadie se atrevió a llamar derrota a la derrota, excepto desde LAC. Porque creemos que sólo llamando a las cosas por su nombre nos podíamos replantear nuestra lucha. Desde esta definición, reafirmamos la necesidad de una política de rechazo total a la Ley, contra la política de las direcciones oficiales mayoritarias de las Federaciones, que entraron en el juego del veto, la discusión de los problemas de cada Universidad, hasta hoy, en que llegando al final de este callejón sin salida, aceptan la política de la mesa de trabajo para discutir la reglamentación de la Ley.
O sea, asumen la derrota, trabajan para ella. Y pretenden llamarla triunfo (como cuando dicen que la mesa de trabajo es un triunfo de las movilizaciones). Por el contrario, nosotros creemos que es necesario rechazar la mesa de trabajo. Que la reglamente el frente privatizador. Y se haga cargo de las consecuencias que tendrá: consumar la privatización de la Educación Superior Pública, y su mercantilización.
Mientras tanto, los estudiantes debemos reagrupar nuestras fuerzas y prepararnos para la próxima batalla. ¿Cómo?
Las falsas disyuntivas
La política de modificar unos o dos puntos de la Ley de las direcciones mayoritarias oficiales de las Federaciones se fue imponiendo casi imperceptiblemente, o desde el comienzo directamente sin cuestionamientos. Así, como decíamos, nuestras luchas fueron siendo transformadas, con ellos mismos a la cabeza, en meras medidas de presión. Pero activas, mostrando parte de la fuerza de los estudiantes, presentes, disruptivas, atractivas para los medios de comunicación, llamativas. De esta manera, nos fueron llevando a un callejón sin salida. Y hoy se anda llamando triunfo a la derrota. Con las Federaciones del diálogo social, de las mesas de trabajo, que terminan trabajando para el frente privatizador colaborando en la reglamentación de la Ley que avanza en consagrar la mercantilización de la educación superior.
No es esta la política que los estudiantes debemos seguir.
Pero tampoco lo es aquella que se presenta como alternativa, abriendo una falsa disyuntiva en el movimiento estudiantil, que busca «radicalizar» las medidas de lucha. Esa que cree de sí misma que si provoca el enfrentamiento con los pacos (y no si es el resultado objetivo, que debe ser concientemente previsto y preparado a su vez, del proceso de lucha) es más de izquierda o combativo. Porque esta concepción de la política, sólo busca golpes de efecto. Golpes de efecto pero levantando prácticamente la misma política que las direcciones oficiales mayoritarias. Por ejemplo, estos grupos de acciones, que se miden por las medidas de lucha y las acciones en sí mismas, plantean también el arancel diferenciado, no hablan de los métodos de la democracia directa estudiantil, ni de la necesidad de luchar por una II Reforma Universitaria que avance hacia una Universidad única, pública, estatal, gratuita, con ingreso irrestricto, en el camino de una Universidad al servicio de los trabajadores y el pueblo pobre. Marcan el paso. Acompañan «por izquierda» a los dirigentes oficiales. Al no tener una política alternativa, sino meros medios de lucha que desplegar, los que siguen dirigiendo, haciendo política, son las mismas direcciones oficiales mayoritarias de siempre. (No es así en todos los casos, algunos plantean estas políticas alternativas, sólo que son impacientes y así se llevan a sí mismos hacia la esterilidad de la acción en sí misma).
Pero, en política todo es concreto. Estos grupos que se sostienen en sus acciones y medidas de efecto, en sus golpes de efecto, finalmente acompañaron por izquierda a las direcciones oficiales mayoritarias, que ocultaban que aceptaban el fondo de la Ley y que sólo perseguían modificar unos puntos amparados en sus medidas de lucha y jornadas de movilización (¿o es que este año, a diferencia de otros, hubo cuestionamientos significativos a estas direcciones oficiales mayoritarias?). Así, las medidas de lucha de los dirigentes oficiales mayoritarios de las Federaciones se sostenían a su vez «por izquierda» en las medidas de lucha con unos grados más de actividad de los grupos que hacen de las acciones y medidas de lucha la política central. Pero, como podemos ver, son diferencias de grado que no cuestionan el callejón sin salida al que nos condujeron.
Y que hoy, cuando los dirigentes oficiales mayoritarios de las Federaciones comienzan a mostrar su voluntad de ir abandonando la lucha para sentarse en las mesas de trabajo a dialogar en los términos que el frente privatizador, en la figura principal de los funcionarios del Mineduc y Rectores, plantea, las medidas de lucha y las acciones llamativas siguen siendo vistosas, pero no dan cuenta del cambio en al relación de fuerzas y de la derrota que se asestó en esta batalla al movimiento estudiantil. ¿Quiere decir que perdiendo esta batalla perdimos la guerra contra la mercantilización de la educación en general y la privatización de la Educación Superior Pública en particular? No. ¿Pero qué debemos hacer?
Lo primero, es despejar las falsas disyuntivas. A una política que, llevándonos a un callejón sin salida, acepta las reglas del juego del frente privatizador, no podemos oponerle medidas de lucha y acciones.
Reagrupar fuerzas, utilizar el nuevo escenario, luchar por una II Reforma Universitaria
El movimiento estudiantil nacional que en un momento parecía estar reconstituyéndose, la posibilidad de transformarse en un fenómeno social (con la participación activa de apoderados en algunos casos, con la simpatía, aunque sea pasiva, de gran parte del pueblo trabajador, etc), la unidad al interior de los estudiantes de cada Universidad que vienen permitiendo sostener una lucha bastante extendida en el tiempo y exigente, y a los compañeros que se ponen a la cabeza (y que por lo tanto no son «descolgados», como en una campaña a lo Macarthy se acusa), se fue desgajando con el paso de los días.
¿Quiere decir que lograron desarticularnos, hacernos retroceder, empujarnos a las salas de clases, sacarnos de las calles, hacernos sentir derrotados o desmoralizarnos? No.
La lucha de ayer, aunque menos masiva y llamativa, en Santiago, y Concepción, las tomas en Temuco y La Serena, la represión en el Peda (por un Rector que ya le tomó el gusto a eso de gobernar con los pacos contra los estudiantes), el anuncio de desalojo a la fuerza en al Usach, la decisión del gobierno de no negociar con las U en toma como medida de presión, la campaña de los medios de comunicación de masas, muestra dos cosas fundamentales:
La primera, la preocupación (más estratégica), del poderoso frente privatizador, de constatar que las direcciones oficiales mayoritarias ya no tienen el control que tenían hace dos o tres años hacia atrás, que cuando llamaban a luchar se luchaba, y cuando a retroceder se retrocedía.
La segunda, que efectivamente, el ánimo de oposición al frente privatizador está vigente.
El punto es que esto último, que es a favor, resulta en un espejismo. Porque la oposición al frente privatizador, no permite reconocer que la Ley privatizadora está aprobada y próxima a ser promulgada, y más aún, en vías de reglamentarse. Y la ilusión estéril de que con acciones y medidas de lucha basta, en esta falsa disyuntiva creada, fortalece este espejismo.
Pero el espejismo no anula la realidad. La relación de fuerzas cambió desfavorablemente, por el momento, para esta lucha inmediata del movimiento estudiantil.
Las direcciones mayoritarias oficiales de las Federaciones del diálogo, convocan a discutir los problemas propios de cada U. y en congresos universitarios. En algunos casos ya se está avanzando en este camino. Podemos enojarnos con la realidad, y seguir con medidas de lucha y acciones vistosas, mientras los que hacen política siguen haciéndola a favor de los intereses del poderoso frente privatizador. O podemos constatar el cambio de escenario y prepararnos para intervenir en él.
Las medidas de lucha y las acciones en sí mismas no son una alternativa a la política de las Federaciones del diálogo.
Las Federaciones del diálogo aceptan las reglas de juego impuestas por el frente privatizador. Es necesario plantear el boicot a la mesa de trabajo. Que ellos se reglamenten su Ley hecha a la medida. Los estudiantes la rechazamos.
Y mientras boicoteamos la mesa de trabajo, sin desgastar nuestras fuerzas innecesariamente, debemos buscar reagruparlas y unirlas bajo una política que avance en resolver los problemas de fondo que, una vez más, nos arroja en la cara el frente privatizador. Ponernos a la altura de las circunstancias y la magnitud del ataque.
Ante las políticas de las direcciones mayoritarias de las Federaciones que nos llevan a callejones sin salida, y aceptan las reglas de juego del frente privatizador (aún planteando el arancel diferenciado- que es parte de la realidad de facto del actual sistema de educación superior), debemos refundar nuestras Federaciones y centros de alumnos, y crear nuevas instituciones de ser necesario, basadas en los métodos de la democracia directa estudiantil.
Pero de la misma manera, es necesario avanzar en la necesidad de refundar enteramente la estructura interna de nuestras Universidades. Es necesario avanzar en implantar el co- gobierno triestramental, con mayoría estudiantil, con capacidad ejecutiva y resolutiva sobre todos los problemas que hacen a la vida universitaria. Para terminar con el funcionamiento autoritario, de un Rector que es como un monarca y su séquito elitista de profesores titulares de cátedra. Con los Estatutos de corte autoritario que rigen la vida interna de las Universidades- que suelen establecer esto de que sólo las autoridades superiores pueden decidir y resolver sobre los temas relevantes y significativos. Para reconocer que los estudiantes no somos meros receptáculos pasivos de algún tipo de conocimiento que creen sólo poseer algunos profesores, y además, que somos una parte activa necesaria de la vida política e institucional de nuestras Universidades. Al igual que los funcionarios no académicos.
Esta necesidad, y ante el avance privatizador, es parte de la necesidad de luchar por una II Reforma Universitaria, una Universidad única, estatal, pública y gratuita con ingreso irrestricto, en el camino de una Universidad al servicio de los trabajadores y el pueblo pobre.
Plantear estas políticas en cada congreso universitario, y desde aquí, reagrupar nuestras fuerzas, unificarlas en torno a una política auténticamente alternativa, que vaya preparando al movimiento estudiantil para una verdadera salida de fondo, una lucha a la altura de las circunstancias que va a exigir aún mucho más del movimiento estudiantil, sin perderse en estériles medidas de lucha y de acción en sí mismas. Desde aquí, entonces, replantearse la posibilidad de un encuentro Inter.- congresos universitarios que vaya reconstituyendo nuevamente la fuerza del movimiento estudiantil a nivel nacional. Y lo prepare, despejando falsas disyuntivas, para la única lucha que realmente avanzará en forma decidida a resolver los problemas de fondo de la educación de mercado y la privatización de las Universidades y el sistema de educación superior.