Es mi deber de madre luchar porque cada día sea más grande esa solidaridad internacional de pueblos, de hombres y de mujeres a favor de la liberación de nuestros hijos. El 9 de agosto de 2005, la Corte de Apelaciones del XI Circuito de Atlanta hizo pública su decisión sobre el caso de los cinco […]
Es mi deber de madre luchar porque cada día sea más grande esa solidaridad internacional de pueblos, de hombres y de mujeres a favor de la liberación de nuestros hijos.
El 9 de agosto de 2005, la Corte de Apelaciones del XI Circuito de Atlanta hizo pública su decisión sobre el caso de los cinco cubanos presos en Estados Unidos, determinando de manera unánime revocar las condenas y ordenar la realización de un nuevo juicio. La Corte reconoció el derecho de los cinco cubanos a ser juzgados imparcialmente en una atmósfera no hostil, y a tener un juicio justo, tal como lo ordena la Constitución de Estados Unidos. Pero cuatro meses después de la decisión de la citada Corte de Apelaciones, ese nuevo juicio no ha comenzado. Y, consecuentemente, los cinco jóvenes cubanos continúan arbitraria, ilegal e injustamente prisioneros.
¿Por qué siguen presos?, le pregunto a Mirta Rodríguez, la hermosa septuagenaria de ojos azules, madre de uno de ellos, Antonio Guerrero Rodríguez.
Porque no se trata de un asunto de justicia, de legalidad, sino de política. Al acusar falsamente a mi hijo y a sus cuatro compañeros, no se les acusa a ellos; se acusa a Cuba. No se les juzga a ellos; se juzga a Cuba. Al haberlos condenado injustamente, se condena injustamente a Cuba.
Veintiséis cargos
Mire, señor: mi hijo y sus cuatro compañeros fueron acusados de 26 cargos. Y ninguna de esas imputaciones fue probada. Ese es el fondo de la decisión de la Corte de Apelaciones de Atlanta que ha ordenado un nuevo juicio en una ciudad que no sea Miami. Pero ese juicio no se ha celebrado. ¿Por qué? Porque las autoridades políticas y judiciales de Estados Unidos quedarían en evidencia. El mundo comprendería cabalmente que el juicio de Miami fue una trama destinada a calumniar, juzgar y condenar a Cuba en la persona de cinco de sus hijos. Quedarían en evidencia tanto la fiscalía como la juez de Miami, Joan Lenard. Y quedaría en la mayor evidencia el actual fiscal general de Estados Unidos, Alberto González, quien se niega a acatar la orden de la Corte de realizar un nuevo juicio.
Pero no sólo tenemos en nuestra contra al aparato de justicia de Estados Unidos. También tenemos en contra nuestra a la prensa estadounidense, la que se niega a difundir los hechos objetivos del caso. Los medios de comunicación de Estados Unidos no han dado cuenta del hecho objetivo de la orden de la Corte de Apelaciones de anular el juicio de Miami y realizar otro en una sede distinta. Hay, señor, un muro de silencio contra mi hijo y sus cuatro compañeros. Un muro de silencio contra las madres, las compañeras, los hijos y los hermanos de esos cinco muchachos inocentes de cualquier crimen. Hay un muro de silencio para que no sea conocida la verdad.
Mire usted: casi nadie en Estados Unidos sabe que la Comisión de Detenciones Arbitrarias de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU ha determinado que la detención de Toni y de sus cuatro compañeros fue y es una detención arbitraria. Casi nadie en Estados Unidos sabe que el fiscal general, Alberto González, ha recibido la solicitud de más de seis mil destacadas personalidades de todo el mundo, entre ellas las de ocho Premios Nobel, para que se enmiende la tremenda injusticia cometida con Toni y sus cuatro compañeros. (Perdone usted que a veces me refiera en lo personal a mi hijo, pero cuando hablo de él, hablo lo mismo por sus otros cuatro hermanos presos).
Casi nadie sabe en Estados Unidos que los cinco muchachos son personas preparadas, cultas. Casi nadie sabe en ese país que cada uno de ellos dirige su propia defensa judicial. Casi nadie sabe en Estados Unidos que el coordinador de la defensa de mi Toni y de sus cuatro hermanos es Leonard Weinglass, el distinguido abogado que defendió, entre otros perseguidos políticos, a la célebre luchadora por los derechos civiles, Angela Davis. Casi nadie sabe en Estados Unidos y en muchos otros países que mi Toni es, además de ingeniero constructor, un buen poeta. ¡Ah, y un sonetista magnífico!
Los libros de Toni
Mire usted: tengo aquí, conmigo, dos libros de Toni. Vine a presentarlos, en su nombre, obligada por su injusta y dolorosa ausencia, en la recién clausurada Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Ahí di lectura a un poema que a mi juicio describe bien y bellamente los sentimientos de mi hijo y de sus cuatro hermanos. ¿Me permite usted que se lo lea? Se llama «Por qué inseparables» y es parte del libro Inseparables:
Cinco hombres, nos une un pueblo
y digo: Somos patriotas.
Cinco hombres, nos une una causa
y digo: Somos fieles.
Cinco hombres, nos une un deber
y digo: Somos útiles.
Cinco hombres, nos une un amor
y digo: Somos humanos.
Cinco hombres, nos une una convicción
y digo: Somos invencibles.
Cinco hombres, nos une un principio
y digo: Somos inseparables.
Muchas gracias, señor. Si no lo canso, me gustaría leerle un soneto de Toni. Está en su libro Poemas confidenciales:
He conservado intacto tu paisaje
en este paso por rasgados rocíos
y a pesar de propuestas de desvíos
no he cambiado mi ruta y mi carruaje.
No he olvidado tus grietas y tus cumbres
ni he apartado tu dignidad ilesa.
Claro que volveré, uno siempre regresa
si el profesado amor no es tan sólo costumbre.
Y mientras aguardemos el reencuentro indudable,
sin renunciar a nada de lo que hemos vivido,
sin ceder ni siquiera un segundo al olvido,
estaré con firmeza y pasión entrañable
sustentando el valor y el honor que nos funda,
abrazando tu sueño en mi prisión fecunda.
Muchas gracias. Vine a la FIL de Guadalajara a presentar los libros de Toni porque era una buena oportunidad de luchar contra el muro del silencio que aprisiona a nuestros hijos. Usted sabe que contra ese muro sólo contamos con la solidaridad de los pueblos, de los ciudadanos de todo el mundo. Y es mi deber de madre luchar porque cada día sea más grande esa solidaridad internacional de pueblos, de hombres y de mujeres a favor de la liberación de nuestros hijos.
En esta lucha para agrandar la solidaridad internacional, Cuba y los cubanos hemos acudido a todos los foros posibles. Uno de éstos es la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas. Es necesario valerse del llamado Procedimiento 1503, un mecanismo especial confidencial de la Comisión de Derechos Humanos para examinar quejas individuales sobre violaciones de los derechos humanos y de las libertades fundamentales.
¿Me ayudará?
Como se trata de quejas individuales, es necesario que cada persona alrededor del mundo, interesada en impedir la continuación de esta injusticia envíe una carta personal, individual, no de instituciones ni de grupos ni de organizaciones. No es fácil, porque poca gente conoce la existencia del Procedimiento 1503. Y menos se conoce la forma de hacerlo. ¿Querría usted ayudarme? ¡Ayúdeme¡ Explíquele a sus lectores lo que hay que hacer. Y dígales que su carta debe ser dirigida a:
Treaties and Comisión Branco
OHCHR-UNOG
1211 Geneva 10, Switzerland
Fax: (41 22) 917 90 11
E-mail: [email protected]
¿Me ayudará usted? Es muy importante. ¿Es usted casado? ¿Cómo se llama su esposa? ¿María Esther? ¿Tienen hijos? ¿Tres y un nieto? ¿Me permite dedicarle a ella uno de los libros de Antonio? Que sea Poemas confidenciales. «Con respeto y cariño para María Esther: espero disfrute de estos poemas que fueron hechos con amor y tienen mucho amor. Gracias por su solidaridad con la causa de nuestros hijos René, Ramón, Gonzalo, Fernando y Antonio». Mirta Rodríguez, madre de Antonio, 5 de diciembre de 2005.
¿Cómo se llama usted? ¿Miguel Angel? ¿Me deja darle un abrazo?