El pasado 18 de agosto del año 2015, en el periódico El Mundo, de Medellín, el columnista Eduardo Mackenzie, quien al parecer reside en la capital francesa, ha publicado un panfleto (http://bit.ly/1KuVbTx), para denigrar e insultarme a la manera como proceden alcaides y comandos en los centros carcelarios y penitenciarios. Bien podría darme la licencia […]
El pasado 18 de agosto del año 2015, en el periódico El Mundo, de Medellín, el columnista Eduardo Mackenzie, quien al parecer reside en la capital francesa, ha publicado un panfleto (http://bit.ly/1KuVbTx), para denigrar e insultarme a la manera como proceden alcaides y comandos en los centros carcelarios y penitenciarios. Bien podría darme la licencia y designarlo como «Ese» Eduardo Mackenzie, según el uso de los ordenanzas en los Patios, que hacen de soplones para cerrar el trabajo de espionaje sobre los internos. Su pretendida defensa de Darío Acevedo Carmona termina siendo un farragoso texto distante de la noble tarea de protección de un derecho supuestamente vulnerado.
El escrito, tan áspero como el autor y su rostro, arrastra un repertorio de lugares comunes típicos de la discursividad anticomunista acostumbrada en los tiempos de la llamada guerra fría, que por fortuna quedo atrás hace mucho rato. Se trata de un autentico dinosaurio heredado del macartismo más visceral y violento. Su caso es el de una verdadera patología psicoanalítica profundamente arraigada e irreversible. No tiene cura y a lo mejor debiera estar en un manicomio o leprosorio. Es lo que se puede concluir de sus frecuentes escritos y de uno de sus libracos (La gestación de las Farc http://bit.ly/1KuWlhG) que es la suma de todos sus dislates y rigideces antiizquierdistas.
Su defensa de Acevedo es un disparate. Un autentico revulsivo. Alguien podría decir que con amigos así, para que enemigos. Darío ha salido como «pepa de guama» del periódico El Espectador por causa de su desequilibrada interpretación del proceso de paz que adelanta el gobierno del Presidente Santos con las Farc en La Habana. Perdió la objetividad y se le refundió la sindéresis, si es que alguna vez conoció tales virtudes. La supuesta respetabilidad de la falsimedia del Grupo Santodomingo era afectada por el tóxico semanal del seudo historiador que dice ser autor de una docena de libros, que por el contenido de sus publicaciones periodísticas, deben ser una solemne mediocridad, como las de su defensor de oficio. Pobres estudiantes de la Universidad Nacional de Medellín con estas joyas de profesores. Da tristeza. Deplorable que la juventud siga en manos de estos esperpentos de museo.
El núcleo de la defensa esgrimida por Mackenzie parte de una cuestión bastante aberrante. Como todo lo suyo. La misma consiste en señalar que está en curso una prohibición de la crítica a las ideas englobadas en la categoría comunista. Que desde La Habana hay una orden para perseguir el pensamiento contrario a la izquierda. Que desde Anncol hemos desatado una campaña siniestra para destruir la libre expresión y las manifestaciones democráticas del pensamiento y el discurso.
Según este sujeto, «pocas veces los intelectuales de Colombia (universitarios y periodistas, sobre todo) se habían visto tan desamparados como ahora frente a la agresión totalitaria. Los escritores no pueden escribir, los historiadores no pueden trabajar ni la historia inmediata ni la más lejana y los periodistas no pueden informar. O sí, pero a condición de repetir las soflamas y embustes farianos». Mentiroso y ridículo. Cacofónico y megalómano.
Le ha hecho eco su patrón. Rapidito salió a gritar Álvaro Uribe Vélez (@AlvaroUribeVel) el 18 agosto: Terrorista Far amenaza al columnista Darío Acevedo. Y quien lo dice. Semejante monstruo. El mismísimo demonio. La propia cloaca de todas las violencias recicladas.
Justo es lo que explica mi alusión en el epígrafe de esta columna. ¿Quién habla de violencia contra las libertades democráticas? ¿Quién dice ser víctima del totalitarismo y del autoritarismo?
¿Le dice algo los nombres de José Miguel Narváez y Ernesto Yamhure, sin traer a colación el de Jorge Noguera, el siniestro ex director del Das asesino de un indefenso profesor barranquillero? ¿Les dice algo el nombre del periodista y humorista de izquierda Jaime Garzón, miserablemente acribillado por los alumnos del anticomunismo propalado en los cuarteles militares y campamentos paracos?
Mackenzie, como otros de su ralea, idólatras de la supremacía paramilitar y sus bellaquerías, omiten en sus insultos y maltratos su intrínseca propensión a la brutalidad para impedir el ejercicio de los derechos democráticos de la multitud y sus singularidades.
Les recuerdo. José Miguel Narváez, subalterno de AUV en el Das, paga hoy una larga condena de 50 años en La Picota por ser el promotor y artífice del asesinato de Jaime Garzón, pues sus ejecutores actuaron apalancados por el discurso fanático y sectario del siniestro funcionario que los adoctrinaba con los mismos conceptos e ideas antimarxistas que suelen difundir en sus escritos. Como los de la columna de Eduardo que hoy rechazamos.
Traigo igualmente a colación el caso de Ernesto Yamhure. Intimo de Carlos Castaño. Asesor de sus actos criminales, masacres y asesinatos en nombre del anticomunismo. Este Yamhure es un ave siniestra. También lo mocharon como columnista de El Espectador con ocasión del proceso penal contra el instaurado.
Mire, Mackenzie, será tan falaz la consideración de su escrito. Tan falto de objetividad y seriedad que el mero hecho de citar el criminal exterminio de la Unión Patriótica, el caso de los infames «falsos positivos» ejecutados desde los cuarteles durante los aterradores ocho años de gobierno de su jefe, el caballista del Ubérrimo, lo deja al desnudo como un simple bribón de siete suelas. No puedo contenerme. Usted es un vulgar zamuro, un ave carroñera que sobreagua por el dolor y el sufrimiento de cientos de colombianos victimas del sistema totalitario que Usted pretende hacer pasar, de manera turiferaria, por una democracia.
Recurre Usted a la Fiscalia para que desate una implacable persecución en nuestra contra, sugiriendo folclóricos «cacerolazos judiciales», para alentar la retaliación. Misma que en otros momentos nos ha afectado por causa de los montajes orquestados desde la Presidencia por Bernardo Moreno, hoy encarcelado en Armenia con largas penas, como consecuencia de su comportamiento delincuencial en las chuzadas a los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia. ¿Lo recuerda?
Otra vez. ¿Quién lo dice? El promotor (es) -Usted con Acevedo- de la impunidad de varios de los caimacanes del régimen uribista, quienes evaden la justicia huyendo en otras latitudes, luego de haber sido detectados y condenados como responsables de las más graves transgresiones consignadas en el Código Penal. Le cito nombres: Uribito, Luis Alfonso Hoyos, Luis Carlos Restrepo, el hijo de Oscar Iván.
Bien «desescalado» Acevedo en El Espectador. Ojalá corra la misma suerte en la Universidad. Y ojalá así procedan con Usted y el barro que segrega su putrefacto seso, si es que algo le queda en su deplorable y denigrante senectud.
Le deseo la peor de las suertes. Seres tan despreciables como Usted y sus socios no merecen más en la vida. Debería ser también el fin de la rémora que les guía como un falso ídolo.
A la orden. Ojalá lo «desescalen» en el periodico El Mundo para ahorarnos su inmundicia.
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