Tres años después de ocurrido el mayor holocausto de la humanidad, la Segunda Guerra Mundial, el 9 de Abril de 1948 la historia política en Colombia se parte en dos con el vil asesinato del prominente político Jorge Eliecer Gaitán. Las llamas que en esos momentos se extienden en una calle céntrica de Bogotá, serían […]
Tres años después de ocurrido el mayor holocausto de la humanidad, la Segunda Guerra Mundial, el 9 de Abril de 1948 la historia política en Colombia se parte en dos con el vil asesinato del prominente político Jorge Eliecer Gaitán. Las llamas que en esos momentos se extienden en una calle céntrica de Bogotá, serían el vaticinio del horrible infierno que le esperaría a Colombia.
Los ociosos de la rancia oligarquía colombiana, en contubernio con la CIA, en plena cumbre panamericana se gesta el magnicidio del gigante de la oratoria y la política nacional, bajo el gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez.
Sesenta y tres años después su pensamiento retumba en los oídos de quienes aun se resisten al cambio, sus manos todavía golpetean la tiranía, la opresión y la mezquindad, de quienes han ostentado el poder bajo la pérfida democracia más asesina y mezquina de América Latina.
Es hora de levantar los ideales de quien fuera uno de los máximos exponentes de las ideas revolucionarias de la mitad del siglo XX en Colombia.
Es así que desde el año de 1948 nace la violencia política colombiana hasta el año 1957, caracterizada por la despiadada y brutal ofensiva desatada por la burguesía a través del estado contra el pueblo. Se despertaron y esgrimieron entonces los odios partidistas tradicionales para lanzar a «Rojos» contra «Azules» (
La «Violencia» invadió con sevicia, salvajismo, campos y ciudades causando unos doscientos mil muertos en su primera etapa, y otros cien mil en etapas posteriores. Dejando como resultado arrasamiento de pueblos, despojo y persecución de miles de campesinos hasta el punto de utilizar los métodos más sanguinarios, entre ellos el famoso corte franela, método que consistía en cortarle la lengua a los opositores (liberales), abrir el vientre de las mujeres campesinas en condición de embarazo introduciendo un gato para que este a su vez devorara el feto del nonato y cercenando pies, manos y cabezas de quienes no promulgaban las ideas ultraconservadoras. Cualquier coincidencia y parecido con la actual barbarie paramilitar es mera coincidencia, el desplazamiento del sector rural hacia las ciudades donde muchos de estos campesinos no tenían techo, trabajo ni comida, la destrucción del movimiento sindical y popular, la persecución anti comunista. Los latifundistas y sus intermediarios se enriquecieron, igual que industriales y comerciantes (Pájaros y bandoleros eran la constante por esos días en nuestra aciaga política colombiana).
Laureano Gómez principal artífice de esta violencia y del presidente títere Urdaneta Arbeláez llevaron al poder en el año de 1953 al General Gustavo Rojas Pinilla, logrando engañar al pueblo que anhelaba la paz y el cese de los crímenes en campos y ciudades.
De un total de 20 mil guerrilleros liberados, el 90% entregó las armas, en cabeza de Guadalupe Salcedo y Manuel Marulanda Vélez, más conocido como «Tirofijo», a cambio de linternas, cajas de fósforo, machetes, azadones, cerdos y gallinas.
Con estos breves antecedentes históricos debemos recordar también que el genocidio al movimiento gaitanista sigue siendo tergiversado por la historia, y la investigación del crimen contra Jorge Eliecer Gaitán ha sido sistemáticamente manipulada, al punto de declarar a un lustrabotas como único responsable. Se desconocieron las declaraciones del ex agente de la CIA John Meckpless, donde confiesa que fue contratado por la CIA para ejecutar «la eliminación física de Gaitán».
Las razones que condujeron al execrable crimen del caudillo liberal en sus últimos años su lenguaje y conceptos se radicalizaban claramente señalando a la oligarquía como la causante del atraso del país, de la miseria popular, del saqueo de las riquezas nacionales, obteniendo aun más el asentado odio de estas fuerzas, que además lo rechazaban por su origen popular y su condición de mestizo «el negro», así lo llamaban despectivamente. La autoridad popular ganada por Gaitán, su denuncia de la violencia estatal lo estaban conduciendo al destino de la muerte, y así despejar la incertidumbre de que sería electo presidente en 1949. Ya Gaitán lo presentía cuando una vez dijo «si a mí me matan, Colombia durará 50 años más derramando la sangre en nuestros campos y ciudades».
Como contraposición al genocidio hacia el movimiento gaitanista – iniciado desde 1945 y tras tomar esta organización del pueblo dimensiones peligrosas para la oligarquía liberal – conservadora que optó por la violencia – Jorge Eliecer Gaitán convoca la fuerza de la presencia popular en las calles y se realiza el 7 de Febrero de 1948, una manifestación pública y nacional llamada «La marcha del silencio», hecho sin antecedentes en la historia del país, donde expresa su posición en el discurso conocido como la «oración de la paz», frente a las masacres oficiales propiciadas por las autoridades bajo el gobierno bipartidista Mariano Ospina Pérez, quien actuaba en clara complicidad con la CIA.
Citamos dos fragmentos de la oración de la paz:
«Señor presidente Mariano Ospina Pérez»
(…) bajo el peso de una honda emoción me dirijo a vuestra excelencia, interpretando el querer y la voluntad de esta inmensa multitud que esconde su ardiente corazón, lacerado por tanta injusticia, bajo un silencio clamoroso, para pedir que haya paz y piedad para la patria (…).
(…) os decimos finalmente, excelentísimo señor: Bienaventurados los que entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos de rencor y de exterminio.
¡Malaventurados los que en el gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad para los hombres de su pueblo, porque ellos sean señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia! (…).
Desde entonces y hasta nuestros días la violencia se mantiene en campos y ciudades, como jinetes apocalípticos de la guerra, en nuestros campos se sigue sembrando metralla, entrando en acción diversos movimientos guerrilleros. La violencia abierta desde la muerte de Gaitán por sí misma significa el estado capitalista con todas sus instituciones represivas, judiciales, carcelarias, etc.
Gaitán había denunciado durante años la violencia oficial contra los gaitanistas. Con su muerte se profundizó el genocidio de dicho movimiento mediante el frente nacional, cuyo pacto diabólico entre oligarquía liberal y conservadora pactaron el perdón y olvido y a sepultar la memoria de Gaitán.
El posterior genocidio de la unión patriótica, y el actual horror del exterminio paramilitar son ejemplos de la combinación de las formas de lucha, utilizadas desde el poder con la bendición de la impunidad en la farsa y mentirosa democracia colombiana.
Con esta conmemoración queremos rendir tributo a hombres y mujeres que han luchado por la reivindicación de la verdad, la justicia y reparación integral de las víctimas de la violencia política en Colombia.
«Por la restauración moral y democrática de la república».
Es el deber que nos concita a luchar por la verdadera patria libre, soberana, con justicia social y de paso extirpando un estado miserable de cosas.
Como escribió Carlos Restrepo en 1997: «cuando una cultura empieza a convertirse en campo de difuntos insepultos – que nos asechan con su hedor para que derramemos de nuevo sangre y saciemos sus anhelos de venganza – se hace imprescindible aclimatar la profesión de enterradores». Y así lo siguen buscando. (Qué mala memoria la del ex alto comisionado para la paz «Doctor Ternura»).
Como homenaje resaltaremos algunas frases célebres de este gran líder inmolado por las fieras y carroñeros de este sistema pérfido y asesino.
«Por la restauración moral de la república, pueblo: ¡a la carga!»
«El pueblo es superior a sus dirigentes.»
«Hay que procurar que los ricos sean menos ricos y los pobres sean menos pobres.»
«Esta avalancha humana: libra una batalla, librará una batalla; vencerá a la oligarquía liberal y aplastará a la oligarquía conservadora.»
«Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me mata, porque sabe que si lo hace el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal.»
«Yo no soy un hombre, soy un pueblo.»
«La democracia y la política tienen que ir llevadas de la mano, el pueblo es parte de él así que se tiene que hacer valer»
«El pueblo unido jamás será vencido»
Agradecimientos bibliográficos:
Fundación cultura Rayuela / Archivos Familia Gaitán / María Valencia Gaitán / Diccionario sociopolítico elemental Francisco J. Trujillo, Segunda edición. Pag. 168, 234.
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