El gobierno de Estados Unidos, independientemente del partido político que ocupe la presidencia: demócratas o republicanos, viene manteniendo un infame bloqueo contra Cuba Socialista desde hace más de seis décadas. Su objetivo: buscar llevar al máximo las penurias en la isla para que la misma población cubana, hastiada de tantos problemas, sea la que saque al gobierno terminando así con la experiencia revolucionaria iniciada el 1° de enero de 1959.
La realidad, sin embargo, muestra que esa población, más allá de reales penurias en que se le obliga a vivir por ese continuo intento desestabilizador del imperio, sigue apoyando y solidificando el socialismo.
Washington no ahorra recursos ni medios para entorpecer el proceso iniciado hace ya 62 años por los hermanos Castro, por el Che Guevara y otros heroicos camaradas, con el amplio apoyo popular, que hicieron del que fuera un lujoso casino y lupanar yanki en el Caribe, un ejemplo de dignidad y equidad social, con formidables logros incontrastables que la corporación mediática capitalista oculta de modo sistemático. El imperialismo, en su afán de impedir a toda costa la propagación del socialismo, siguió torpedeando siempre al país caribeño, no solo con el bloqueo sino, a partir de 1982, integrándolo a la lista de países patrocinadores del terrorismo (según el antojadizo y totalmente discutible criterio de la Casa Blanca).
Cuba no es un Estado patrocinador del terrorismo. El único verdadero terrorista es el gobierno de Estados Unidos, representante de los grandes capitales de ese país (complejo militar-industrial, banca de Wall Street, petroleras, farmacéuticas, industrias de alta tecnología, Hollywood, etc.). Cuba es un ejemplo de dignidad y resistencia. Pese al ataque despiadado de la hiper potencia norteamericana, sigue manteniendo su posición socialista, con avances inobjetables: en la isla no hay niños desnutridos, no hay analfabetismo, no hay homeless, no hay pandillas juveniles violentas. No sobra nada, como en ciertos países capitalistas -donde algunos comen de más y son obesos- pero hay igualdad. Como dijera el líder histórico de la revolución, Fidel Castro: “En el mundo hay 200 millones de niños de la calle. Ninguno de ellos vive en Cuba”. El bloqueo, sin embargo, busca arruinar todo eso.
Para mostrar al gobierno de Estados Unidos y al mundo todo que la población cubana no se doblega, el pasado 20 de diciembre en La Habana -a menos de un mes de la asunción del nuevo presidente estadounidense: Donald Trump-, frente a la embajada del país del norte, se llevó a cabo la “Marcha del pueblo combatiente contra el bloqueo y la permanencia de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo”. Con la participación de cientos de miles de cubanas y cubanos, y presidida por el líder histórico Raúl Castro, así como por el actual presidente de la nación, Miguel Díaz-Canel, la movilización popular llevaba como consignas, coreadas todo el tiempo por las y los participantes mientras ondeaban miles de banderas de la nación: “Tumba el bloqueo” y “No somos terroristas, sácanos de la lista”.
Con el bloqueo -rechazado continuamente por la casi totalidad de países en cada votación de Naciones Unidas- “se le está negando al pueblo de Cuba alimentos, medicinas, combustibles, bienes, suministros y mercancías esenciales para su supervivencia”, expresó el camarada presidente Díaz-Canel en su alocución, con lo que se intenta promover el descontento, el hartazgo, y por tanto, la reacción popular.
Esta multitudinaria marcha muestra al mundo que pueblo y gobierno de Cuba marchan juntos en su defensa del socialismo y de los logros de la revolución y que, si bien hay innumerables penurias derivadas de la continua agresión sufrida por la isla que hace que mucha gente migre al no poder resistir la presión, el grueso de la población está con el socialismo.
Blog del autor: https://mcolussi.blogspot.com/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.