Alrededor de diez mil personas marcharon este 31 de marzo en Santiago de Chile, en contra del sistema previsional de capitalización individual, forzoso, privado y gestionado por el sistema financiero a través de las denominadas Administradoras de Fondos de Pensiones, AFP. Abundantes son las pruebas del fracaso social estrepitoso del modelo AFP impuesto por primera […]
Alrededor de diez mil personas marcharon este 31 de marzo en Santiago de Chile, en contra del sistema previsional de capitalización individual, forzoso, privado y gestionado por el sistema financiero a través de las denominadas Administradoras de Fondos de Pensiones, AFP.
Abundantes son las pruebas del fracaso social estrepitoso del modelo AFP impuesto por primera vez en el mundo en 1980, en el Chile de la tiranía de Augusto Pinochet, por medio del ultra liberal José Piñera, entonces ministro del Trabajo y Previsión Social, y hermano del actual presidente del país Sebastián Piñera. En su momento, ni siquiera el dictador accedió a que la fórmula del economista liberal ortodoxo José Piñera se implementara en las Fuerzas Armadas por el temor a provocar descontento en la «familia militar». En los hechos, con las AFP, las y los trabajadores terminan con pensiones de hambre y que en el mejor de los casos, mensualmente alcanza a un tercio del último sueldo obtenido como empleado activo. De cada trabajador es obligatoriamente retirado de manera automática un 13% de su salario, del cual un porcentaje significativo se juega en el casino especulativo bursátil. De esta manera, los ahorros suelen perder su precio ante las sucesivas crisis financieras mundiales que han ocurrido desde 1980 hasta la fecha. Las decisiones sobre los recursos de las y los asalariados son adoptadas por los tecnócratas de las finanzas que hacen parte del personal de las distintas AFP, o corporaciones de capitales privados y transnacionales (dos de las AFP que más mercado concentran son estadounidenses). Especialistas de la salud mental, entre otras variables, han asociado el suicidio de las personas de la tercera edad a la depresión feroz causada por la miseria que sufren por los montos de sus pensiones. Y Chile, junto a Corea del Sur, son los países que ostentan las cifras récord en suicidio de ancianos a escala internacional.
«Estamos hablando de una catástrofe social»
Orietta Fuenzalida es dirigenta nacional de los empleados fiscales del país andino, agrupados en la ANEF, y pertenece a la Coordinadora No + AFP. La lideresa evaluó la jornada de protesta como «el hito inicial de 2019 que expresa nuestro rechazo a la propuesta previsional que el gobierno pretende realizar en el corto plazo y que favorece todavía más al capital en desmedro del trabajo. Las organizaciones sociales aquí reunidas no permitiremos que la reforma de la extrema derecha prospere. El Estado y sus administraciones de turno, sistemáticamente buscan arrebatarnos los escasos derechos que nos quedan. Sin embargo, no cejaremos en el objetivo justo de conquistar una verdadera seguridad social para nuestro pueblo, basado en un sistema previsional de reparto, solidario, público, y que incluso postula que los excedentes sean invertidos en industria productiva y economía real, que no en capital especulativo, financiero y ficticio».
Al respecto, como el ahorro forzoso del trabajador que impone la AFP es valor realmente producido y acumulado, toda vez que corresponde a una fracción del salario devenido luego del plusvalor apropiado privadamente por su empleador, entonces funciona como soporte concreto de valor para los dueños de las AFP. Por ello ese ahorro pueden transarlo en las principales bolsas internacionales. Si los ahorros de los trabajadores no representaran valor genuino, no tendrían capacidad de transformarse en valor de cambio, esta vez metabolizado por el momento financiero del capital, el cual no produce valor real ni se reinvierte en trabajo productivo desde hace décadas (de hecho, en Chile prácticamente no se producen mercancías terminadas). O sea, las AFP no invierten los ahorros en industrias de alto valor agregado que amplifican la demanda de empleos seguros y bien pagos, y la fabricación de tecnología productiva. Las AFP usan los ahorros de millones de personas en la compra de acciones e instrumentos financieros de alto riesgo y según su sola «intuición» bursátil.
Orietta añadió que «en el sector público, que es mucho más estable que el privado, independientemente de su creciente precarización y subcontrato, compañeras de carrera que jubilan tras 40 años ininterrumpidos de labor, perciben una pensión menor a un tercio de su último salario. Y es la edad en que más nos enfermamos y más gastos de salud y cuidados tenemos. En igual sentido, con este sistema los jóvenes tienen un futuro negro y además deberán mantener a sus padres. Se verán impedidos de realizarse personal y familiarmente. Estamos hablando de una catástrofe social.»
-¿Y las mujeres?
«Somos las más perjudicadas. Recuerda que el trabajo doméstico no es reconocido laboral, previsional, legal ni socialmente. ¿Cuánto debería recibir de sueldo una dueña de casa por todo el trabajo que hace? ¿Quién es la primera que despierta en los hogares y la última en dormirse? ¿Y qué pasa con las mujeres que trabajan varias jornadas, les pagan a honorarios; que no tienen derecho a enfermarse, ni a pre ni a pos natal? La lucha en contra de las AFP es una tarea del feminismo de clase.»
Rodrigo Oyarzún, Presidente de la Federación de Trabajadoras y Trabajadores de la CCU, industria de bebestibles del grupo económico Luksic, el más poderoso del país, dijo que «aunque vino bastante gente, faltaron muchos. Que sea domingo no es excusa. Y si algún activista social cree que el combate en contra de las nefastas AFP no tiene que ver con su ‘frente de lucha’ está muy equivocado.»
-¿Cómo así?
«Ocurre que el capitalismo y sus poderes, su sentido común y su propaganda, han convencido a muchas personas, incluso luchadores sociales, de que los movimientos sociales tienen ‘identidades’ tan específicas y propias que no son compatibles con otros ámbitos. Por ejemplo, un sector del ambientalismo consecuente no se mezcla con el feminismo activo, o algunas luchas mapuche no se involucran con las protestas de los sin casa. Y pasa que el enemigo es el mismo y se llama régimen capitalista. Se trata del viejo ‘divide y vencerás’, pero ahora con la estrategia que utiliza el poder para que creamos que la lucha de cada cual es más importante que la del otro, cuando son expresiones del mismo capitalismo.»
–¿Qué hacer, entonces?
«Articular las luchas, combinar las demandas y las batallas por los derechos humanos, sociales y económicos que consideran todos y cada uno de nuestros empeños. Si nuestro objetivo es cambiar la vida para que prime el bien común y los intereses de las grandes mayorías, entonces hay que destruir lo que nos separa artificialmente. Echar por tierra las falsas diferencias entre las distintas opresiones.»
La marcha terminó con las palabras de los voceros de la Coordinadora No + AFP, y presentaciones artísticas, entre las cuales se destacó la de Francisco Villa y Patricia Carmona que junto a los miles reunidos entonaron el legendario himno «El Pueblo Unido».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.