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Más de 400 concesiones salmoneras operan en áreas protegidas de la Patagonia

Fuentes: Rebelión

El comunicado de la campaña describe un impacto «devastador»: toneladas anuales de antibióticos que generan resistencia bacteriana, columnas de agua sin oxígeno (anoxia), fondos marinos muertos y un borde costero destruido. Señalan que esta «industrialización disfrazada de ‘desarrollo’” está convirtiendo santuarios de biodiversidad en «vertederos químicos», con ecosistemas afectados por salmones escapados que propagan enfermedades y fauna marina, como ballenas, enredadas en las instalaciones.

Este sábado 08 de noviembre, Chile conmemoró el Día Nacional de las Áreas Protegidas, establecido por la Ley 21.596 y que será celebrado cada segundo sábado de noviembre. La efeméride buscaba sensibilizar a la ciudadanía respecto del valor ecológico de los territorios protegidos y del rol social que cumplen las comunidades en su resguardo. El hito forma parte del compromiso internacional asumido por el país ante la Meta 30×30, que pretende que al año 2030 al menos el 30% del territorio marino y terrestre del planeta esté bajo alguna figura efectiva de protección.

El Ministerio del Medio Ambiente ha destacado que la preservación de la naturaleza, la diversidad biológica y el patrimonio ambiental son pilares indispensables para la vida y el desarrollo sostenible. Sin embargo, la celebración quedó tensionada por una contradicción estructural: Chile permite la instalación y operación de la industria salmonera dentro de áreas protegidas, pese a que estas zonas fueron creadas precisamente para resguardar ecosistemas frágiles y especies únicas del planeta.

En la Patagonia, la situación es crítica. Según los datos recopilados por la campaña Defendamos Patagonia, actualmente existen 408 concesiones salmoneras activas dentro de unidades de conservación estatal, desglosadas de la siguiente forma: 313 en la Reserva Nacional Las Guaitecas, 66 en la Reserva Nacional Kawésqar, 19 en el Parque Nacional Alberto de Agostini, 8 en el Parque Nacional Isla Magdalena y 2 en el Parque Nacional Laguna San Rafael. Estos registros revelan que la industria acuícola se expande incluso en territorios con la más alta categoría de conservación del país.

Desde las comunidades afectadas, los testimonios son elocuentes. Daniel Caniullan, buzo, pescador y dirigente histórico de comunidades originarias de la región de Aysén, es un conocedor de los fiordos y canales de las islas del archipiélago de Las Guaitecas, donde se ubica la reserva del mismo nombre. Caniullan señala: «Los impactos de la industria en las áreas protegidas van aumentando y los gobiernos de turno lo que hacen es invisibilizar la realidad de los territorios. Por eso nosotros nos sumamos a declarar zona de sacrificio salmonera a la reserva, porque las autoridades saben lo que está pasando, guardan silencio cómplice y con eso permiten que siga la impunidad».

Los impactos ambientales han sido ampliamente documentados por científicos y comunidades costeras. En los últimos 10 años 5,4 millones de salmones se han fugado desde centros industriales, alterando la biodiversidad marina. “El consumo de especies nativas por aquellas no nativas, como los salmones, podría ser solo uno de los impactos directos”, afirma el biólogo marino e investigador, Alejandro Pérez-Matus en una publicación de la Pontificia Universidad Católica, advirtiendo además desde el año 2020, sobre el traspaso de enfermedades y el uso masivo de antibióticos. El investigador agrega que las jaulas industriales convierten los ecosistemas en “trampas ecológicas”, degradando el hábitat de especies locales.

Pescadores artesanales de Chiloé y Aysén denuncian la desaparición progresiva de peces y crustáceos nativos, situación documentada en el reportaje audiovisual “El lamento del mar”, donde se evidencian los residuos químicos, alimentos no consumidos y antibióticos acumulados bajo las balsas-jaula. Paralelamente, organizaciones socioambientales alertan que la pérdida de flora y fauna avanza con el calentamiento global y la expansión de industrias extractivas, reforzando la urgencia de proteger efectivamente más áreas marinas y terrestres.

Al respecto, Juan Carlos Viveros, activista y miembro de organizaciones y movimientos socioambientales en Chiloé y hoy en Defendamos Patagonia, señala: «Con el desastre ambiental del año 2021, de miles de toneladas de salmones muertos en el fiordo Comau, afectando al área protegida del lugar, nos dimos cuenta que el Estado, todos los gobiernos, estaban permitiendo que los graves impactos acumulados de la industria se volcaran en zonas que están protegidas por ley, destinadas a su conservación. Esta aberración nos impulsó a crear la campaña de Áreas Protegidas Sin Salmoneras, donde impulsamos una ley para lograr la salida de las concesiones. Tras años de batalla conseguimos que el presidente Boric incluya en su agenda este tema, anunciando en Magallanes que pondría fin a las concesiones en áreas protegidas. Lamentablemente fue solo un anuncio, sin ningún avance concreto. Por esto es que hoy damos un paso más y declaramos ZONA DE SACRIFICIO a todas las áreas protegidas que tienen concesiones de cultivo industrial de salmones».

La Comunidad Kawésqar Grupos Familiares Nómades del Mar se suma a esta crítica, afirmando: “La Reserva Nacional Kawesqar que conforma el mar Kawesqar o Chams Wæs la parte más importante del territorio ancestral, además de ser separada administrativamente de la tierra colindante hoy Parque Nacional Kawésqar, ha tenido que soportar el embate de la destructiva industria Salmonera (…) Actualmente la Reserva Kawesqar se encuentra amenazada además, con la destrucción de su plan de manejo gracias al lobby salmonero y sus operadores políticos, los que han mal informado a la ciudadanía de manera constante, levantando campañas de desinformación las que se concentran en que la pesca Artesanal será afectada, lo que ya está en demasía descartado. Pues la pesca Artesanal es considerada dentro del propio plan de manejo como un objeto de conservación”.

Y agregan: “La lucha por la Reserva Kawésqar está en que se conozca su verdadero valor, evitar que se siga manipulando la información, mantener el plan de manejo que fue creado en más de cuatro años (…) Esta es un área protegida que mantiene actividad salmonera altamente destructiva que fue pensada como zona de sacrificio, que los kawésqar que entendemos y defendemos el mar no queremos se expanda la industria por que el daño del territorio y maritorio es inminente y es evidente aun con esas 67 concesiones operando”.

«Son zonas de sacrificio salmonero”

La campaña ciudadana Defendamos Patagonia, junto a comunidades y organizaciones, declararon este 8 de noviembre como «Zona de Sacrificio Salmonera» a las reservas y parques nacionales del sur de Chile que albergan concesiones de la industria salmonera. La medida, anunciada en el marco del Día Nacional de las Áreas Protegidas, busca visibilizar el impacto ambiental en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes.

La denuncia se sustenta en datos oficiales de Sernapesca y estudios de la Universidad Austral de Chile, los cuales revelan que el 42% de las concesiones salmoneras en el país operan al interior o en la colindancia de áreas protegidas. Esta situación, según las organizaciones, constituye una violación a la Ley 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente y a la Convención de Ramsar sobre humedales de importancia internacional.

El comunicado de la campaña describe un impacto «devastador»: toneladas anuales de antibióticos que generan resistencia bacteriana, columnas de agua sin oxígeno (anoxia), fondos marinos muertos y un borde costero destruido. Señalan que esta «industrialización disfrazada de ‘desarrollo’” está convirtiendo santuarios de biodiversidad en «vertederos químicos», con ecosistemas afectados por salmones escapados que propagan enfermedades y fauna marina, como ballenas, enredadas en las instalaciones.

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