Titulares de la semana A grandes rasgos, éstas son algunas de las noticias que marcaron la jornada recién pasada: «Pinilla dejó loco al mundo con gol de chilena al ángulo»; «Filtran cuentas y sociedades en paraísos fiscales vinculadas a líderes mundiales»; «Dilma Rousseff dice que no va a renunciar»; «Teólogo corrió el maratón a pie […]
Titulares de la semana
A grandes rasgos, éstas son algunas de las noticias que marcaron la jornada recién pasada: «Pinilla dejó loco al mundo con gol de chilena al ángulo»; «Filtran cuentas y sociedades en paraísos fiscales vinculadas a líderes mundiales»; «Dilma Rousseff dice que no va a renunciar»; «Teólogo corrió el maratón a pie pelado»; «Chile no logra repuntar en la productividad en la minería»; «Una animita salvó la vida a motociclista al sufrir accidente»; «Renuncia Pizarro a la DC»; «Finaliza 25° Congreso del Partido Comunista de Chile».
Más preguntas que respuestas.
Cuando me planteo hacer un análisis político del contexto, que incluya los temas antes esbozados y otros, tengo que confesar que entro en una importante contradicción. Pienso que para estar a la altura de dicha circunstancia, debería incluir detalles precisos sobre, las condiciones de la producción mundial; la crisis mundial y flujos de capital; la tendencia a la reducción de la tasa de ganancia; la desventura de ser trabajador en el neoliberalismo; la flexibilidad del trabajo, su creciente precarización, deterioro del salario y sus consecuencias para la masa trabajadora; petróleo y guerra, la industria de guerra y sus protagonistas, los Kurdos y el Estado Islámico; Europa enfrentada a la crisis generada por los inmigrantes; Rusia y China en el concierto de la actual crisis del sistema y la posible guerra mundial; la crisis de los progresismos en América Latina; la visita de Obama a Cuba y sus efectos; profundizar sobre nuestra situación económica nacional, sumar cifras de la CEPAL, y dibujar más o menos nuestra realidad con cierta objetividad, con un cuadro lleno de gráficos y estadísticas, que nos deje la película más o menos clara de la situación objetiva, que nos permita desde ahí, establecer tareas , unir la teoría con la práctica, etc.
Pero luego de visualizar el peso de toda esa información, me encuentro con la sensación de estar repitiendo como loro, y con cierta apatía e inercia, una problemática que tenemos más o menos entendida y conocida, pero que a la hora de la solucionática, se produce en nuestro sistema nervioso central, una especie de redundancia cíclica, o mejor dicho, empezamos a «chocar con el techo», en términos teóricos y prácticos, empezamos a repetir frases cliché y «mantras pre diseñados». En definitiva, caemos presos de la crisis que ya por varios años carga la izquierda revolucionaria, una crisis que es filosófica, ideológica.
A pesar de tener frente a nuestras narices una de las crisis más profundas del capitalismo, seguimos como izquierda, como revolucionarios, estando en la retaguardia de la historia. Somos, aún después de la caída de los llamados socialismos reales, una amalgama de ideas dispersas. Las ideas revolucionarias se han volatilizado y etéreas se ven como inverosímiles, al menos en apariencia. Capitulación ideológica de muchos, vaciamiento político de otros, total incapacidad para comprender la marcha de la historia con su presente. Marx señala la crisis como el instante de desorganización y debilitamiento del estado capitalista, revela al mismo tiempo que la burguesía es incapaz de gobernar la sociedad.
Pero en ese contexto tenemos una «Izquierda» que ha perdido su sentido, que está aún en estado de descomposición, acéfala y castrada ideológicamente, lo que la convierte en una fuerza también incapaz de poner su capacidad creativa, en función de los nuevos desafíos que el período requiere.
Una «izquierda» que es incapaz de manifestar su intención, o mejor dicho que no manifiesta de manera clara su lucha, sus planteamientos, que no expone de forma clara sus objetivos, abre la puerta al oportunismo de todo tipo, el bien intencionado y el que todos conocemos.
Durante más de medio siglo, el marxismo fue convertido en libro sagrado de consulta teológica oracular, y esta práctica es la peor ofensa a la propia obra del genio que fue Marx y sus sudados esfuerzos por superar a los socialistas utópicos y oportunistas de su tiempo.
Durante gran parte del siglo XX predominó esta práctica mecánica, que transformó la teoría revolucionaria en un manual frio y seco, que condujo a una práctica errática y al empobrecimiento del método marxista en América Latina y el mundo entero. A mi entender, ello marcó como presagio, o una suerte de crónica anunciada, el colapso calamitoso de la URSS, y todo el campo socialista. Pero el socialismo no es una moda pasajera.
El empobrecimiento del método marxista es clave a la hora de entender la bancarrota de la mayoría de las fuerzas de izquierda o llamadas revolucionarias en este Chile del Siglo XXI. La incapacidad de la izquierda chilena para superar este problema que es la piedra angular a la hora de edificar teoría para una práctica verdaderamente revolucionaria, creativa, en medio de la peor crisis del capitalismo. La cuestión ideológica, no solo es la herramienta crucial a la hora de pretender cambiar el actual estado de inercia en que nos encontramos. Es un arma poderosísima a la hora de construir seriamente cualquier intento que se proponga ser alternativa real de poder.
A falta de alternativas, nos desesperamos en la lucha, caemos presos de la pereza ideológica, de la inercia práctica, y del oportunismo inmediato que significa el espontaneismo.
Sabemos claramente que la consigna revolucionaria no nos hace revolucionarios per se. Pero seguimos teniendo una izquierda atrofiada, liviana y anoréxica, no marxista.
¿Será necesario inventar la rueda nuevamente, con su misma redondez como pretenden algunos?
A falta de creatividad y la desconfianza generalizada, corremos el riesgo de perder la oportunidad única en la historia, y que el capitalismo termine por reinventarse sobre nuevos pies de barro, endureciendo aún más sus métodos de explotación por los siglos de los siglos.