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Respuesta a Francisco Umpiérrez

Más sobre reformistas y revolucionarios

Fuentes: Rebelión

(Carta a Francisco Umpiérrez en respuesta a http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24726) Francisco, reconozco la lindeza de la mención al psicoanálisis y las debilidades de mis argumentos, y te digo que en ningún momento tuve en mente tu conducta: me refería exclusivamente al texto, y lo que a mí me sugirió. El título me gustó: la unidad de la […]

(Carta a Francisco Umpiérrez en respuesta a http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24726)

Francisco, reconozco la lindeza de la mención al psicoanálisis y las debilidades de mis argumentos, y te digo que en ningún momento tuve en mente tu conducta: me refería exclusivamente al texto, y lo que a mí me sugirió.

El título me gustó: la unidad de la izquierda radical, pero el calificativo de radical no tanto, y no porque tenga nada contra esa palabra (que a mi me la aplican muchas veces para callarme), pero sí porque da la impresión de que es necesario un florero para adornar a la izquierda.

Un radical es aquél que «ataca las cosas por la raíz», según dices. Pienso que un liberal no es el que defiende la libertad, pero a su vez también lo es. Es el mismo dilema que el de hablar de revolucionarios, que para algunos supone guerras. O anarquismo que para algunos es desorden, caos. Mi opinión es que este dilema no tiene solución salvo seguir reivindicando las palabras por el sentido que nos parezca bien darles. Si cuestioné la palabra es porque no creo que sea posible desde la radicalidad llegar a posturas anticapitalistas. Hace falta algo más que radicalidad: una ética y una práctica, y es por esto que me parece más interesante la palabra revolucionario. De hecho estoy convencido de que es suficiente con aceptar que el capitalismo supone explotación para motivar un anticapitalismo (argumento ético), pero como también es cierto que siempre ha habido explotación, lo mismo da unos que otros (que es un argumento práctico). Para atacar algo por la raíz es necesario ident ificarla, acceder a ella, y en este sentido sería muy superficial decir que la raíz se llama capitalismo. Creo más bien que el capitalismo está en la superficie y que en la raíz se encuentran precisamente aquellas cosas que no sabemos qué son pero mantienen al capitalismo como un árbol dominador. El anticapitalismo, en consecuencia, no es suficiente, como sabe muy bien la gente de campo, pero sin duda es necesario mientas no se descubran formas de atacar la raíz. Año tras año hay que quemar la mala hierba.

La radicalidad implica un saber, de ahí mi expresión «pretensión de verdad», creerse con la verdad. Creo que es una ilusión pensar que una vez sabido algo se han conseguido resolver los problemas. Incluso cuando uno cree saber las cosas e intenta enseñarlas descubre que no sabe ni por dónde empezar. Se le objetará que en realidad no las sabía, pero esto es precisamente lo que yo digo: creerse con la verdad no garantiza la verdad. Mientras que lo revolucionario no se conforma con el saber sino que se empeña en experimentarlo, y en consecuencia su saber se enriquece. Pero tampoco creo que el objetivo sea saber por saber. El hecho de experimentar no es para saber, sino al revés: el saber se pone al servicio del medio en el que se experimenta. La dualidad teoría/práctica es muy artificial (aunque se trate dialécticamente) mientras no se señale con precisión el lugar de aplicación.

La parte más importante de lo que dices me parece que es: «¿Cómo se quiere hacer la revolución, cómo se quiere transformar de raíz las relaciones económicas entre los hombres, sin adueñarse del poder del Estado? Así que me reafirmo en una verdad elemental: si la izquierda radical no se transforma en un partido parlamentario, la revolución socialista seguirá siendo un sueño de por vida.» Y esta merece una respuesta detallada. Voy a esbozar una.

Lo que no cabe duda es que si uno se adueña del poder del Estado (por las buenas o por las malas) tendrá la posibilidad de cambiar las relaciones económicas (por las buenas o por las malas). Un partido parlamentario quiere adueñarse por las buenas del poder del Estado, y tendrá la posibilidad de cambiar las relaciones económicas (por las buenas o por las malas). Pero en estas estamos con partidos capitalistas, y yo entiendo que la aplicación capitalista establece las relaciones económicas por las malas (con apariencia de buena: léase OMC). La única diferencia que yo vería entre unos y otros es que los cambios en las relaciones económicas fuesen por las buenas, y de ahí el valor que asignamos al socialismo. Creemos que esto es bueno para todos (menos para los sinvergüenzas) y que a todos nos parece o llegará a parecernos bueno.

Si esto que digo es correcto la cuestión radica en hacer valer al socialismo, pero para la mayoría de la gente (y con esto atiendo tu interés por la opinión de la gente) socialismo es también PSOE. Al final sólo nos queda reconocer que la verdadera dicotomía está entre capitalismo y anticapitalismo, no entre capitalismo y socialismo. Pero como es lógico, el anticapitalismo, por ser una simple negación no es constructivo. Sabemos también que incluso muchos movimientos fascistas europeos son anticapitalistas, luego el anticapitalismo que nos queda debe ser socialista (y antifascista, porque también hay socialismos ultraderechistas). Y en este punto nos encontramos de bruces con un socialismo que debe darle sentido constructivo al anticapitalismo. Inmediatamente a uno le viene a la mente el marxismo, pero también el anarquismo. Uno mira la historia de la Unión Soviética, o sigue con atención a China, a Cuba, a Venezuela. pero no puede dejar de saber que estamos hablando de España, y con gran cariño nos asomamos a la 2ª República. Y con gran desánimo reconocemos que tras un golpe de Estado hubo una guerra civil, que acabó a la muerte del dictador dejando una herencia que se legalizó en los pactos de la Moncloa. Esta herencia consistió (salvando las peculiaridades españolas del privilegio monárquico y de la iglesia católica, y la noción esclerótica de unidad) en europeizarse aceptando la democracia parlamentaria con un régimen económico capitalista. La herencia que tenemos es terrible porque las peculiaridades españolas siguen siendo genéticamente franquistas. En España hay dos frentes con los que lidiar: la herencia franquista y el capitalismo europeísta.

Creo que lo que más asusta a la gente es que se toque la herencia franquista. En este sentido es muy importante lo que está ocurriendo en la actualidad en Cataluña, y en Euskadi. Es también muy importante la LOE, y cómo esto ha sacado a relucir el Concordato con la iglesia católica. Incluso se ven resucitar deseos republicanos.

Me resulta llamativo cómo están sucediendo las cosas en el frente de la herencia franquista. El otro frente, el del capitalismo, está aparentemente dormido, pero en realidad está silenciado por los medios de comunicación, exceptuando principalmente los movimientos antiglobalización.

Que ambos frentes tengan una relación, no cabe duda, pero incluso anulando el franquista, el otro seguiría siendo muy fuerte. Y un ejemplo es Francia. Para la izquierda ha sido vergonzosa la actuación del PCE aceptando tanto la herencia franquista como el capitalismo, y con IU algunos seguían teniendo la esperanza (el PCE por lo menos) de que con el tiempo se avanzase hacia formas anticapitalistas y antifranquistas. En este punto se podría hablar de traición, o siendo benévolos, de haber caído en una trampa. Si se trata de traición no hay nada que hacer salvo crear un nuevo partido político, pero si se ha caído en una trampa, ¿cómo salir de ella? Para empezar reconociéndolo a todas luces, y en este sentido algo se empieza a oír desde IU de republicanismo, de recuperar la memoria histórica, con una timidez de adolescente.

Yo creo que mucha gente vota al PSOE para que no salga el PP de ninguna manera, caiga IU o deje de caer. Éstos son los que están más cerca del frente antifranquista. Otros que votan al PSOE lo hacen porque creen en un cierto socialismo en el sentido de servicios sociales. Al PP votarían los que no quieren ni oír hablar de socialismo, junto con una gran cantidad de católicos. Pero como todo el mundo sale, tarde o temprano, con sus deseos frustrados, porque a lo que más temen en lo cotidiano es a perder sus puestos de trabajo, se produce un bipartidismo que se alterna en el poder. En consecuencia el anticapitalismo está servido. Lo que no está servido es que un partido anticapitalista gane las elecciones.

¿Dónde señalar? Para los católicos podría ser interesante el socialismo cristiano de Chávez, pero los católicos españoles siempre han mirado al Vaticano y sólo unos pocos hacia América, al fin y al cabo, para ellos, sigue siendo válido lo de que todos los caminos conducen a Roma. Además si por esta razón el Opus Dei temiese perder su poder en España forzaría al Vaticano a romper relaciones con Venezuela. Las presiones y amenazas de EEUU a Venezuela favorecen al Vaticano, ya que le liberan de una ruptura. Pienso que si se diese esa ruptura la teología de la liberación saldría ganando en América, ¿pero lo haría en España? Si el catolicismo no se transforma hacia, al menos, una forma socialista de cristianismo, me temo que con nuevo partido político o sin él la revolución socialista, a la manera en que creo entenderte, seguirá siendo un sueño.

La batalla de la LOE era muy importante en este sentido, e IU no supo hacer otra cosa que abstenerse, en vez de movilizar a la gente en contra de ella con argumentos radicalmente contrarios a los del PP y la iglesia católica. Éstos últimos se dieron cuenta de la importancia de esa batalla y la desviaron con éxito hacia sus intereses. La LOE del PSOE es lamentablemente un nuevo triunfo del PP, en su frente franquista. Yo al menos, lo menos que espero de un partido político es que atienda estas cuestiones que son muy difíciles de batallar en la calle. IU no da la talla. Hace falta otro partido, pero desde luego que no espere «revolución socialista» porque esto depende de los movimientos sociales, o en caso contrario será una tiranía.