Es de asesinos y de cobardes. Y así fue como allá en el sur, a pocos kilómetros de Collipulli, los carabineros mataron por la espalda al joven comunero mapuche de 24 años Jaime Facundo Mendoza Collio, tal y como antes a sus hermanos mapuches Matías Catrileo, Jhony Cariqueo… El subsecretario del Interior Patricio Rosende, cara […]
Es de asesinos y de cobardes. Y así fue como allá en el sur, a pocos kilómetros de Collipulli, los carabineros mataron por la espalda al joven comunero mapuche de 24 años Jaime Facundo Mendoza Collio, tal y como antes a sus hermanos mapuches Matías Catrileo, Jhony Cariqueo…
El subsecretario del Interior Patricio Rosende, cara visible de la mano dura, sin esperar la más mínima investigación se apresuró a respaldar a la policía uniformada. Lo mismo hizo el general de Carabineros Cristian Llévenes, jefe de la 9ª zona de La Araucanía, que agregó su propia mentira al asegurar que al asesino «le dispararon a la cabeza y si hubiera estado sin casco lo matan». Unos y otros hablaron de «legítima defensa», vieja letanía con la que los represores tratan de justificar los crímenes de Estado, y acusaron a la víctima de haber disparado contra la policía uniformada. Cavernícolas como Miguel Otero y Fernando Cordero y otros políticos de derecha, se sumaron al coro que clamaba por la inocencia de carabineros. En cambio el obispo Manuel Camilo Vial alzó su voz para advertir que la solución al conflicto mapuche no consiste en llevar más carabineros o más armas. La solución no es la violencia, lo que se requiere para avanzar en una salida correcta, dijo, es autoridad moral.
Sin embargo, la verdad no tardó en ser conocida. Los peritajes concluyeron categóricamente : un balazo por la espalda que destrozó el corazón de Mendoza y que salió por el tórax. El joven mapuche no pudo disparar por la simple razón que no portaba armas ; además se estableció que el asesino persiguió a su víctima para matarlo ya que le disparó a considerable distancia del lugar en que se encontraron. Está claro : un crimen más de carabineros y una nueva farsa de las autoridades responsables. No hubo defensa propia sino un brutal asesinato a sangre fría. Un montaje más, como tantos otros en la historia del país.
Lo grave es que este hecho, ya preocupante por sí mismo, se relaciona con diversos otros síntomas, simultáneos, que dan cuenta de un cuadro en que la represión va de la mano con la impunidad de los culpables de crímenes de ayer y de hoy. Por ejemplo, en la misma semana la Corte Suprema dejó en libertad a 11 agentes de la CNI que torturaron salvajemente y dieron muerte en septiembre de 1986 a los inolvidables compañeros José Carrasco, Felipe Rivera, Gastón Vidaurrázaga y Abraham Muskablit.
El fallo indecente rebaja sustantivamente las penas a la cúpula de la DINA – CNI por los mismos delitos. El mismo tufillo de impunidad que se percibe cuando se insiste desde las alturas en santificar a los actuales jerarcas de la fatídica Colonia Dignidad, cuando mucho de ellos, de haber justicia, debieran estar procesados.
Desmoronando otro montaje, casi al mismo tiempo, seis carabineros de la Tenencia Carretera de Laraquete fueron procesados por su responsabilidad en un hurto de madera registrado el pasado 11 de julio en un predio de la empresa Forestal Arauco. Se trata del mismo delito que se había imputado, provocadoramente, a los mapuches.
Entre tanto, por 42 votos a favor y 29 en contra, la Cámara de Diputados aprobó el nefasto e inconstitucional proyecto de ley del Ejecutivo (boletín 4832) que, entre otras materias, presume responsables de las manifestaciones «a quienes hagan hayan llamado, a través de los medios de comunicación o por cualquier otro medio, a reunirse o manifestarse».
Le siguen disparando por la espalda a la transición a la democracia.