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30 años después, 3 años más tarde

Materiales publicados tras su fallecimiento

Fuentes: Rebelión

Lo que hemos conocido desde 1985 en torno a la producción filosófica y política de Sacristán (apuntes y materiales para cursos universitarios de licenciatura y doctorado, memoria académica para las oposiciones a la cátedra de lógica, notas de lectura para traducciones, conferencias y ensayos propios, materiales clandestinos,. etc.), señalaba Francisco Fernández Buey en su intervención […]

Lo que hemos conocido desde 1985 en torno a la producción filosófica y política de Sacristán (apuntes y materiales para cursos universitarios de licenciatura y doctorado, memoria académica para las oposiciones a la cátedra de lógica, notas de lectura para traducciones, conferencias y ensayos propios, materiales clandestinos,. etc.), señalaba Francisco Fernández Buey en su intervención de 2005, confirmaba y ampliaba la opinión generalizada que se tenía en el momento de su muerte.

Varias de esas cosas que no eran conocidas en 1985, el año de su fallecimiento, habían sido publicadas ya en las dos últimas décadas, entre 1985 y 2005. FFB se refirió señaladamente a:

 
Lógica elemental , Ed Vicens Vives, Barcelona, 1996. Edición a cargo de Vera Sacristán Adinolfi. Cuenta la edición con un prólogo de Jesús Mosterín, un amigo de Sacristán.
Donde no habita el olvido, Barcelona, Montesinos, 2005. En mi opinión, como ya indiqué, lo mejor escrito sobre esta cara del poliedro Sacristán hasta el momento>.
 
El Orden y el Tiempo . Introducción a la obra de Antonio Gramsci (1891-1937), Trotta, Madrid, 1998. Presentación y edición de Albert Domingo Curto.
Antología de Gramsci. La edición de Domingo Curto es absolutamente recomendable.
La advertencia que Sacristán escribió para su antología, recientemente reeditada por Akal:

El criterio en que se basa esta antología es la intención de presentar al lector una imagen concreta -puesto que no puede ser completa- de la obra de Antonio Gramsci, entendiendo por «obra» lo producido y lo actuado, el fruto del poieîn y el del práttein. Esa intención no se inspira principalmente en el deseo de reconstruir la individualidad de Antonio Gramsci, sino en la necesidad de pasar por encima de las clasificaciones académicas tradicionales cuando se quiere entender el pensamiento revolucionario. Para que haya pensamiento revolucionario tiene que haber ruptura con la estructuración del pensamiento culturalmente consagrado. Y para que el pensamiento revolucionario se logre, esa ruptura tiene que responder a la naturaleza de las cosas, no ser veleidad de decadente harto de ciencia aprovechada, pero no entendida.

Del mismo modo, proseguía el traductor y estudioso de la obra grasmciana, que Marx no había sido ni economista, ni historiador, ni filósofo, ni organizador,

[…] aunque aspectos de su «obra» se puedan catalogar académicamente como economía, historia, filosofía, organización político-social, así tampoco es Gramsci un crítico literario, un crítico de la cultura, un filósofo o un teórico político. Y del mismo modo que para la obra de Marx es posible indicar un principio unitario -aquella «unión del movimiento obrero con la ciencia»- que reduce las divisiones especiales a la función de meras perspectivas de análisis provisional, así también ofrece explícitamente la obra de Gramsci el criterio con el cual acercarse a la «obra» íntegra para entenderla: es la noción de práctica, integradora de todos los planos del pensamiento y de todos los planos de la conducta.

En el caso de Gramsci la conveniencia de acentuar la unidad práctica de la «obra» parecía obvia

[…] porque las publicaciones antológicas en lengua castellana no se han beneficiado casi hasta ahora de la disponibilidad, desde hace años, de numerosos escritos políticos juveniles en los que se manifiesta inequívocamente la raíz de todo el hacer de Gramsci.

El criterio general expuesto se especificó en dos reglas para la construcción de la antología:

1ª, no separar completamente los textos «personales» de los textos públicos, sino considerar que la cronología es más fuerte razón de homogeneidad que el género literario; 2ª, acentuar la temática en la que más se realiza la unidad de la «obra», el «genero» literario que más se puede considerar como capaz de contener aquella unidad; ese género es la literatura política; en él confluyen naturalmente el filósofo y el periodista, el historiador y el político, el crítico literario y el crítico de la cultura. La última consecuencia importante de esos puntos de vista ha sido la ordenación de los textos según un esquema básico cronológico. Este esquema puede ser llevado hasta el detalle cuando se trata de la juventud de Gramsci. Para los cuadernos de la cárcel y para las cartas sin fecha segura se ha preferido evitar riesgos de error grave: la datación es más global.

Causas de dos órdenes, señalaba finalmente, «técnicas de edición y también sustantivas», debidas apuntaba «a la problematicidad de algunos puntos de la investigación, impiden que esta antología aparezca con el estudio introductorio que el editor había previsto. El editor se propone publicarlo más adelante, aparte».

No lo hizo, no pudo hacerlo. Fue Jacobo Muñoz quien salvó el texto de la papelera. Por el momento, añadía el autor, convenía hacer de necesidad virtud, «descubrir que los textos de Gramsci están probablemente mejor sin compañía, o sin más compañía que la de las tablas cronológicas que los preceden fase por fase».

M.A.R.X. Máximas, aforismos y reflexiones con algunas variables libres , El Viejo Topo, Barcelona, 2003. Presentación de Jorge Riechmann y epílogo de Enric Tello (en colaboración con la Fundación de Investigaciones marxistas, FIM) [1].
Amplia selección de textos de Sacristán, en gran parte inéditos, agrupados en 18 apartados que muestran la diversidad y amplitud de sus intereses. Hay casi unanimidad en la consideración positiva de los escritos de Riechmann y Tello. Pueden verse comentarios críticos al trabajo del editor, señalaba FFB, en mientras tanto, nº 89, invierno 2003, pp. 15-16 y 159-168. Él publicó una reseña en Babelia sobre esta antología de la obra de Sacristán. Se da en anexo el texto de FFB.
 
Otras obras estaban en curso de publicación o se iban a publicar pronto:
Lecturas de filosofía moderna y contemporánea , Trotta, Madrid (en prensa). Edición, notas y presentación de Albert Domingo Curto
Se editó en 2007.
 
Sobre dialéctica , El viejo Topo, Barcelona (en prensa). Prólogo de Miguel Candel y epílogo de Félix Ovejero Lucas.
Se editó en 2009, con un excelente trabajo complementario de Manuel Monleón Pradas.
 
Escritos de filosofía, sociología y política de la ciencia , El Viejo Topo, Barcelona (en prensa). Presentación de Guillermo Lusa y epílogo de Joan Benach y Carles Muntaner.
Es un trabajo aún pendiente de edición.
 
Fundamentos de filosofía . Apuntes de las lecciones del curso 1956-1957 dadas por el profesor Sr. Sacristán. Universidad de Barcelona, ediciones técnicas del S.E.U., 1956.
Son los apuntes editados de las clases que Sacristán impartió en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona, después de su regreso del Instituto de Lógica Matemática de la Universidad de Münster. Constan de los siguientes apartados: 1 Introducción. 2. Lógica. 3. Metodología. 4. Teoría del conocimiento. 5. Ontología. Las partes dedicadas a la lógica y a la gnoseología ocupan más del 65% del volumen.
Existen unos apuntes similares pero no idénticos del curso 1957-1958 que pueden consultarse en la Biblioteca de la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona.
Siguen pendientes de publicación. Lo mismo que sus clases de Metodología de las Ciencias Sociales de los cursos 1981-82 y 1983-84, y sus materiales de cursos de doctorado.
 
En cuanto a algunas de las cuestiones discutidas, o que fueron motivo de polémica ya en vida de Sacristán, señalaba FFB, «creo que hoy tenemos ya documentación suficiente para adoptar una actitud ecuánime, con una perspectiva más amplia que la teníamos en 1985 y más omnicomprensiva».
Y esto gracias, por una parte, a la publicación de documentos inéditos de y sobre Sacristán (por ejemplo, las memorias de García Borrón) y a las investigaciones llevadas a cabo durante los últimos veinte años por: Laureano Bonet y Jordi Gracia (sobre el Sacristán de la época de Laye, en la Barcelona de los años 50); por Miguel Manzanera, Gregorio Morán y Giaime Pala (sobre la época en que Sacristán era dirigente del PSUC y del PCE; y en esto quiero subrayar la importancia que ha tenido la memoria de Francesc Vicens y la documentación que ha aportado a los investigadores); por Xavier Juncosa, que ha recogido numerosísimos testimonios y opiniones sobre Sacristán en los 6 dvd que componen su película, por Juan Ramón Capella en su biografía reciente sobre la práctica de MSL y, sobre todo, por Salvador López Arnal, que ha hecho un encomiable trabajo de recuperación y presentación de muchos escritos y documentos inéditos y al que debemos todos un montón de iniciativas generosas.
 
Importaba poco el que uno sintiera mayor o menor afinidad con lo que habían escrito, declarado o filmado «cada una de las personas que he mencionado». Lo que importaba, señalaba, era que «hay ahí mucho material para explicar y comprender bien que fue realmente Manuel Sacristán, como pensó, qué hizo y por qué lo hizo». En este punto
[…] quisiera decir que ha habido y sigue habiendo (antes y después de la publicación de la biografía de Juan Ramón Capella) una desproporción considerable entre las cosas que parecen interesar mayormente a los medios de comunicación (la relación de Sacristán con Gil de Biedma, el asunto Ferrater, su posición en el asunto Claudín-Semprún, la complicada relación con algunos de los dirigentes del PSUC en los sesenta, etc.) y las cosas de Sacristán que, en mi opinión, pueden interesar hoy en día a las personas más jóvenes (y no sólo, por supuesto, a las personas aficionadas a la filosofía).
 
Desde este punto de vista, y por lo que aportaban justamente a la dilucidación de estas cuestiones discutidas, FFB llamaba la atención sobre la publicación de:

Pacifismo, ecologismo y política alternativa , Icaria, Barcelona, 1987. Edición al cuidado de Juan-Ramón Capella [escritos publicados entre 1979 1985].

«Sobre el estalinismo». mientras tanto nº 40, 1990, pp. 147-157. Trascripción de Juan-Ramón Capella. [El 23 de febrero de 1978, ahora en Seis conferencias, ed cit].
De la primavera de Praga al marxismo ecologista. Entrevistas con Manuel Sacristán Luzón, Los Libros de la Catarata, Madrid, 2004, edición a cargo de Francisco Fernández Buey y S. López Arnal.
Escritos sobre el Capital (y textos afines), El viejo Topo, Barcelona, 2004. Prólogo de Alfons Barceló y epílogo de Óscar Carpintero; edición de Salvador López Arnal (en colaboración con la F.I.M.)
Seis conferencias. Sobre tradición marxista y nuevos problemas , El Viejo Topo, Barcelona. 2005. Presentación de Francisco Fernández Buey y epílogo de Manuel Monereo; edición de S. López Arnal.
Se recogen en este volumen, comentaba, la trascripción y los esquemas de seis conferencias de Sacristán impartidas entre 1978 y 1985: «Sobre el estalinismo», «Reflexión sobre una política socialista de la ciencia», «Centrales nucleares y desarrollo capitalista», «La situación del movimiento obrero y de los partidos de izquierda en Europa Occidental», «Tradición marxista y nuevos problemas» y «Sobre Lukács». La heterogeneidad de los temas tratados no debería ocultar un probable hilo conductor: la mirada crítica (y equilibrada) de Sacristán sobre determinados aspectos de la tradición marxista y, al mismo tiempo, la sentida consideración de que la tradición socialista, con vocación no meramente nominal de transformación social, debía abrirse con sinceridad, estudio y modestia a los nuevos movimientos y a las nuevas problemáticas de aquellos años (fundamentalmente, al feminismo, al pacifismo y al ecologismo).
  En el punto IV, comentaba FFB: «Hacia una edición crítica de la obra de MSL». Tarea pendiente de todos. Habrá que incluir en ellas una «Historia sinóptica de la filosofía» que Sacristán escribió con menos de 20 años. El prólogo concluía con estas palabras: «Para concluir diremos con el texto bíblico que la afirmación de que «Dios entregó el mundo a las disputas de los hombres» constituye el más fiel exponente del extenso panorama de la historia de la filosofía».
 
Notas:

[1] Un ejemplo de estas a pie de página. Esta observación, la nota 38 de la Antología, sobre Amadeo Bordiga.

[2] » Para otra lectura de Manuel Sacristán» es el título de una reseña que FFB publicó en Babelia, el 25 de octubre de 2003. Dice así: (ni que decir tiene que es una de las cosas más hermosas que se han escrito sobre el que suscribe):

«Se acaba de publicar una antología de máximas, aforismos y reflexiones de Manuel Sacristán con el título de M.A.R.X. El autor de la antología, Salvador López Arnal, que es profesor de informática y matemáticas, ha decidido jugar con lo que algunos saben (que Sacristán fue nuestro Marx) para darnos un título ingenioso en el que la x responde a «algunas variables libres» añadidas a las máximas, aforismos y reflexiones. López Arnal lleva ya un montón de años trabajando en el legado de Sacristán, hoy depositado en los archivos de la Universidad de Barcelona, y en este momento es con toda seguridad la persona que más sabe de la obra (en parte inédita) del filósofo. Sólo se ha permitido esa broma del título en un libro de quinientas páginas que, en mi opinión, y bromas aparte, está llamado a facilitar otra lectura de Sacristán; una lectura para personas jóvenes que no conocieron al filósofo ni le leyeron cuando estaba vivo.

Además de la ordenación por temas de una parte importante de la producción de Sacristán, cosa que enseguida permite hacerse una idea de la amplitud de su horizonte intelectual, hay tres cosas en este volumen que dan pie para argumentar lo que acabo de decir.

La primera es la incorporación al volumen, en texto o en notas, de material inédito que va a romper con la imagen estereotipada de Sacristán que ahora corre por ahí en memorias y desmemorias de personas que le conocieron poco. Entre ese material hay una reflexión autobiográfica, probablemente de finales de los sesenta, breve pero notabilísima (páginas 57-66), que seguramente contribuirá a la mejor comprensión de lo que fue la evolución intelectual de uno de nuestros pocos grandes filósofos del siglo XX. Éste es uno (y no el único) de los frutos de la dedicación apasionada de López Arnal a la difusión de la obra de Sacristán.

Las otras dos cosas que me hacen decir que este volumen abrirá una fase nueva en el conocimiento e interpretación del pensamiento de Sacristán son el prólogo y el epílogo, escritos, respectivamente, y con conocimiento de los materiales inéditos, por Jorge Riechmann y Enric Tello. Prólogo y epílogo han sido redactados con estilos muy diferentes, tienen una dimensión muy distinta, pero son igualmente eficaces: en la aforística contención del poeta que sabe relacionar temas, palabras y conceptos, el uno; con atención al matiz y a la distinción propia del historiador, que sabiendo el oficio, no pierde de vista lo esencial, el otro. Pero sobre todo, en ambos casos, con la frescura de quien, apreciando al personaje y conociendo sus libros, piensa en él con libertad, con su propia cabeza, y piensa, además, al escribir, en aquellos que podrían leer a Manuel Sacristán hoy (que no son ya quienes le leyeron ayer).

Manuel Sacristán ha sido uno de los tres o cuatro pensadores realmente influyentes en el ámbito de la filosofía hispánica de la segunda mitad del siglo XX. Era ya respetado entre los intelectuales y los estudiantes universitarios de la Barcelona de los años cincuenta; se convirtió en el pensador marxista más conocido en la España de los sesenta; y cuando murió, en 1985, a los 60 años, su obra fue presentada por pensadores de diferentes tendencias como la más sólida contribución a la filosofía española después de Ortega.

Este juicio, muy generalmente compartido, se basa en la contribución que Sacristán hizo al menos en cuatro ámbitos próximos pero diferentes: a la lógica formal contemporánea, de la que fue introductor indiscutido en nuestro país; al conocimiento de las principales corrientes de la filosofía posterior a la Segunda Guerra Mundial, para lo que nos dejó una panorámica muy completa ya en 1960; al análisis de la obra de Marx y de los principales marxismos posteriores a Marx, en una época en la que el marxismo estaba prohibido en España y la marxología completamente en mantillas; y a la metodología, la sociología y la política de la ciencia desde un enfoque tan innovador y novedoso como equilibrado y ecuánime para un momento, los años setenta y parte de los ochenta del siglo XX, en que la filosofía académica de la ciencia parecía oscilar entre la resaca que dejó el giro introducido por Thomas Kuhn y el retorno a las añoranzas románticas.

A pesar de que durante cuarenta años (desde 1946 hasta 1985) escribió mucho y sobre muchas cosas (López Arnal ha clasificado sus reflexiones en 18 apartados), Sacristán no fue un autor de muchos libros. De hecho, sólo publicó tres: dos sobre temas específicos y un tercero (dividido, a su vez, en cuatro volúmenes) que es la recopilación de artículos, ensayos, prólogos y conferencias que él mismo consideró dignos de ser juntados para conocimiento del público en general. Tal vez por eso, porque lo que él mismo publicó o quiso dar a conocer en forma de libro es sólo una parte de lo que pensó, escribió y comunicó en sus clases y en sus intervenciones públicas, se ha dicho varias veces, con razón, que el hombre valía más que lo publicado. Pero lo publicado, no siendo mucho en comparación con lo que dejó escrito o dicho, era ya suficiente para hacer bueno el juicio acerca de su lugar en la historia del filosofar en castellano.

Efectivamente: sus dos primeros libros, Las ideas gnoseológicas de Heidegger e Introducción a la lógica y al análisis formal, publicados respectivamente en 1960 y 1964, son, ambos, innovación casi absoluta en el panorama de los estudios filosóficos en la España de aquellos años. Las ideas gnoseológicas de Heidegger, por lo que tiene de análisis crítico, textual y contextualizador, de la analítica existencial y del pensar esencial heideggerianos. Y el segundo, La introducción a la lógica, no sólo por la novedad que significaba dar a conocer una disciplina entonces desconocida en nuestro país, la lógica formal, sino también por su enfoque, por su atención a la historia y a la filosofía de la lógica, cosa, esta última, que lo diferenciaba de las tendencias académicas contemporáneas, casi siempre ancladas ya en los tecnicismos de escuela.

El título que dio Sacristán a la recopilación de escritos preparada para la editorial Icaria, y publicada por esta casa editorial de Barcelona entre 1983 y 1986, es sintomático: Panfletos y materiales. Este título, además de reflejar acentuadamente uno de los rasgos que Sacristán más apreciaba, la modestia científica, y de resaltar algo que él mismo vivió como una amputación (el haber tenido que escribir, sobre todo desde 1965, mucho texto ocasional o por encargos editoriales para ganarse la vida), puede despistar al lector. Sus papeles de filosofía o el fruto de las lecturas de Goethe y de Heine, de la narrativa de Ferlosio, de la poesía de Brossa o de los poemas cantados por Raimon, así como los artículos y ensayos que escribió sobre Marx, Engels, Lenin, Gramsci o Lukács, son más, mucho más, que lo que hoy se entiende habitualmente por panfleto y material. Incluso lo que Sacristán llamaba, de manera neutra, intervenciones políticas habría que calificarlo, por comparación con lo que hoy se denomina así y, por tanto, con ojos y oídos de ahora, como piezas breves de filosofía política.

Pero, por desgracia, el hecho de que Sacristán fuera marxista y comunista, y el más conocido de los filósofos marxistas y comunistas de este país, el que no renegara de sus ideas ni hiciera caso a neomarxismos y otras modas, ha favorecido la identificación primitiva entre su marxismo y el panfleto dedicado a la propaganda o al adoctrinamiento, que es literalmente lo contrario de lo que eran los panfletos y materiales de Sacristán en su contexto histórico. Lo que él llamó panfletos y materiales son textos siempre informados, siempre agudos, siempre construidos con el rigor lógico y argumental de los buscadores de la verdad. Veracidad no es sólo una palabra recurrente en los escritos de Sacristán; es el meollo mismo de su filosofar, lo que vincula su marxismo al clasicismo filosófico, como queda patente en una entrevista conmovedora, de 1978, recogida en Acerca de Manuel Sacristán (Destino, Barcelona, 1996, páginas 97-119), libro éste, por cierto, también descatalogado, pero que hoy sigue siendo la mejor fuente de información disponible para el conocimiento de la vida y la obra del filósofo.

Al ofrecer ahora al lector un volumen que lleva en el título las palabras «máximas», «aforismos» y «reflexiones» (un libro que, obviamente, Sacristán nunca escribió), López Arnal ha hecho una apuesta arriesgada. Corre el riesgo, en efecto, de que los viejos que conocen la obra de Sacristán se queden en la broma del título. No debería ser así porque en la «tripa» del libro hay premio. Incluso para sexagenarios, como yo, que le tratamos mucho, le quisimos mucho y leímos casi todo lo que escribió.

Explicaré un poco más lo que quiero decir para no parecer críptico. Tal vez a Sacristán esto de las máximas y aforismos, tratándose de él mismo, le habría parecido excesivo. Cierto. Pero, si se mira bien la cosa, este bondadoso exceso formal viene a restaurar, al cabo de los años, lo que fue la orientación profunda del Sacristán más verdadero. Ayuda, creo, a girar la rueda de la fortuna en la dirección contraria a aquella que él siguió, exagerando también, como aquel personaje de Shakespeare que iniciaba la lucha contra sí mismo, al llamar a tantos escritos suyos (reflexiones y pensamientos concentrados; máximas, al fin) panfletos y materiales.

Sacristán no tuvo suerte en e sta vida. Fue un exiliado del interior, incluso cuando empezó eso a lo que llamamos democracia. Y su obra tampoco ha tenido la fortuna que merecía entre nosotros. Prueba de ello es que buena parte de sus obras están hoy, casi veinte años después de su muerte, descatalogadas. No por la censura, sino por el mercado. Y porque la lógica, la argumentación rigurosa, la intención científica y la razón apasionada se confunden ahora, demasiado a menudo, incluso entre los filósofos licenciados, con eso a lo que llaman dogmatismo. Algunas personas de América Latina piden las obras de Sacristán y no pueden leerlas. Dicen en Internet: «Ya sabíamos que pensar con veracidad en ese país, como en el nuestro, es penar». Ayer y hoy. Aquí y allí. Pero tal vez no sea otra ilusión, una ilusión más, esperar, los unos y los otros, que lo que se abre con una broma ingeniosa y provocativa, M.A.R.X., sirva, leyéndolo, para empujar la rueda de la fortuna en la dirección contraria. Aunque en el caso de Sacristán hayan tenido que pasar casi veinte años.

 
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes