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Mayo del 68: Los Tópicos de su cuarenta aniversario

Fuentes: Rebelión

El cuarenta aniversario de mayo del 68 ha dado lugar, como no podía ser menos, a una ingente cantidad de publicaciones conmemorativas. Casi todas ellas, especialmente las que gozan de mayor repercusión mediática, contienen una serie de tópicos que, sin ser necesariamente falsos, configuran una visión muy particular de los acontecimientos. He ahí una pequeña […]

El cuarenta aniversario de mayo del 68 ha dado lugar, como no podía ser menos, a una ingente cantidad de publicaciones conmemorativas. Casi todas ellas, especialmente las que gozan de mayor repercusión mediática, contienen una serie de tópicos que, sin ser necesariamente falsos, configuran una visión muy particular de los acontecimientos. He ahí una pequeña muestra de los más sobresalientes.

  • Alarde autobiográfico. Prácticamente todos los artículos utilizan en algún momento la primera persona, ya sea del singular o del plural, es decir se habla desde el «yo» y/o desde el «nosotros». O se acude a vivencias personales como muestra de la vinculación del autor con lo dicho, lo que da al relato un aura de «autenticidad». K. Ross lo ha definido como captura biográfica (1),  que alardea de una participación directa en los hechos, aunque en muchos casos ésta sea totalmente diferida. Es difícil aceptar que todos los que hablan en primera persona hayan participado directamente en los hechos que narran pues, de ser así, Paris habría estado repleto de españoles, siendo que, por otra parte, ninguno reconoce haber encontrado a ningún español sino que siempre señala haber sido el único. Sin embargo lo de menos es el que esta pretensión responda a la verdad de los hechos, lo de más es que construye un artificio literario que permite al autor reforzar sus posiciones con la autenticidad de lo vivido. Funciona como un elemento de autoridad. El mensaje es tanto más paradójico cuando, siendo los humanos totalmente diferentes unos de otros, y habiendo tenido trayectorias diversas, todos los testimonios coinciden en una visión derrotista y melancólica de unos hechos a los que se califica de «error de juventud» o de «utopías mal digeridas». Eso indica que más que un recuerdo original se trata de una memoria reconstruida a partir del discurso hegemónico que desautoriza cualquier versión en positivo, como sería afirmar que se trató de una revolución con un fuerte componente anti-capitalista y anti-imperialista, y que fue derrotada por el poder y la amenaza militar.

  • Rebelión juvenil o enfoque generacional. El segundo tópico es que se trató de una rebelión juvenil y generacional. Sin duda participaron muchos jóvenes y participaron de un modo inédito pues hasta entonces «ser joven» no había marcado un periodo vital. Se pasaba casi sin más, de niño a adulto. Pero eso no significa que el grueso de los huelguistas y manifestantes fueran jóvenes. Las ocupaciones de las Universidades no pasarían de anécdotas si no se hubiera producido la mayor huelga obrera del siglo, y los obreros no eran sólo jóvenes. Los había de todas las edades, tipos y proveniencias. Lo mismo que no lo eran los muchos que discutían en el Odeón ocupado y en las calles. El recurso a la generación y a la edad permite reducir el 68 a una cuestión de jóvenes insatisfechos, olvidando toda su amplitud política.

  • Silenciamiento de las huelgas obreras. Este tercer tópico es consecuencia del anterior. Se focalizan las intervenciones de la juventud estudiantil y se deja en la sombra la magnitud de las revueltas obreras: las huelgas, ocupaciones de fábricas, los debates internos entre los trabajadores, las negociaciones sindicales, el rebasamiento de las estructuras sindicales y políticas, los intentos de unidad entre obreros y estudiantes…La intervención obrera desaparece en beneficio del magnificado protagonismo estudiantil. Eso no significa que el movimiento estudiantil no fuera la brecha por la que se precipitó el conjunto del movimiento, pero éste adquirió unas dimensiones y una fuerza, impensables, para un movimiento solamente estudiantil; los propios estudiantes, tal vez intuyéndolo, hicieron todo lo que estuvo en sus manos para confluir con los trabajadores, aún pasando por encima de las estructuras sindicales.

  • Reducción de los acontecimientos a Paris olvidando los sucesos en la provincia y en otras ciudades. Desde la segunda semana de mayo el movimiento empezó a extenderse a muchas provincias y ciudades de Francia. Hay testimonios de ocupaciones y huelgas en muchas ciudades francesas: Caen, Lyon, Niza, Nantes, así como de los iniciales paros en el campo con la convocatoria de actos públicos en pueblos y en cruces de carreteras donde intervenían obreros, campesinos y estudiantes. Este fenómeno se acrecentó cuando empezaron a faltar vituallas en las ciudades y se crearon comités de acción, una de cuyas tareas consistía en asegurar el avituallamiento y extender el movimiento. No es sólo Paris, gran parte de Francia, de Europa y del mundo se moviliza durante estos años.

  • Ausencia de represión. Tampoco es cierto que no hubiera represión. Las imágenes de los documentales del momento hablan por sí solas sobre la contundencia de la policía que disparaba balas de goma y botes de humo, y que usaba a discreción sus porras. No en balde fue la desproporción de la respuesta policial la que inclinó inicialmente la simpatía de la población hacia los huelguistas y manifestantes. A su vez estudiantes y obreros respondieron a la policía tirándoles adoquines, haciendo barricadas con coches, con árboles, muebles o lo que encontraran a su paso. El aire era irrespirable en muchos puntos de la ciudad. Sin duda que no intervino el ejército con sus tanques y artillería pesada, lo que hubiera provocado miles de muertos. Pero en su memorable intervención televisada, de Gaulle amenazó con la intervención militar y de hecho, una parte del ejército estaba lista para intervenir. Durante el mes de junio, en plena campaña electoral, se prohibieron los grupos de la izquierda radical así como las manifestaciones y durante algunos años se prolongaron los juicios por los hechos de mayo/junio. Luego no puede decirse que no hubo represión policial; más bien lo que se produjo fue un vacío de poder, como resultado de la desconfianza hacia de Gaulle y de las dificultades que éste tuvo para hacerse escuchar. Nadie estaba dispuesto a tomarlo en serio pero tampoco se avanzó en la configuración de alternativas. Y tras unos días de indecisión, de Gaulle consiguió, con el beneplácito de los militares y atizando el peligro comunista, que aquella parte de la población que más en contra estaba de los acontecimientos, saliera a la calle en la manifestación de los Campos Elíseos. En otros lugares como Berlin o México la represión es clara: en Berlin, fue la muerte en una manifestación del estudiante Beno Ohnesorg por los disparos de un policía, lo que disparó el movimiento; en México el asesinato de cientos de manifestantes en la plaza de Tlatelolco es una de las muchas manchas negras de la historia mexicana.

  • Reducción temporal de los acontecimientos a mayo/junio del 68, perdiendo la perspectiva temporal. Se reducen a poco más de un mes una serie de acontecimientos que abarcan más de una década, desde mitad de los 60, con las movilizaciones contra la guerra de Vietnam y en Francia, contra la guerra de Argelia, hasta finales de los setenta – 1978 viene marcado por el secuestro y asesinato de Aldo Moro por las Brigadas Rojas en Italia. En ese arco temporal se concentran luchas en todo el planeta de marcado carácter anti-capitalista y anti-imperialista que se enfrentan especialmente al imperialismo americano pero se amplían a otros escenarios en el Tercer Mundo: a las luchas de los palestinos y a los acontecimientos en América latina. A ellos se añaden nuevos movimientos y prácticas políticas que encontramos en la okupación, en el movimiento feminista, en los ecologistas, en las luchas contra las armas nucleares…Marcan el final de la guerra fría y en algunos países como en España, marcan el final de la dictadura. El periodo termina, ya en los ochenta, con el contraataque neoliberal y con el tatcherismo. Realmente sólo entonces finaliza la onda larga del 68.

  • El individualismo, calificado en el mejor de los casos de libertarismo anarquista. Éste es uno de los tópicos más manidos del 68. Se celebra el descubrimiento de la individualidad, de su defensa frente a los discursos colectivistas o comunitaristas, de su anti-comunismo. Esa defensa del individualismo no se diferencia suficientemente del culto al individualismo competitivo y asocial propio del pensamiento liberal, por lo que se confunde la importancia concedida al individuo y a su exigencia de pensar, hablar y vivir por sí mismo, del culto al individuo competitivo del capitalismo liberal. Tal confusión contribuye a la idea de que el 68 realzó los valores del capitalismo neo-liberal en vez de plantear que fue el neoliberalismo el que incorporó el culto al individualismo podándolo de sus dimensiones sociales y colectivas, leyéndolo en la estela de Hobbes y no en la de Spinoza.

  • Una novedad en este cuarenta aniversario: la importancia de los acontecimientos en los antiguos países del Este, especialmente en Checoeslovaquia. Una novedad de ese cuarenta aniversario consiste en destacar la importancia de los acontecimientos en los antiguos países del Este, especialmente en Checoeslovaquia, pero leyéndolos como una «lucha por la democracia y el capitalismo» y no, como reza en los textos de la época, «por un socialismo de rostro humano». Este desplazamiento de la perspectiva vincula estrechamente las luchas en esos países con la caída del muro de Berlin más de veinte años después y fustiga, justamente, la intervención de Praga por los tanques del Pacto de Varsovia en agosto de ese mismo año, pero silencia de nuevo, el carácter socialista de las movilizaciones en el Este.

Así pues, resumiendo, no puedo más que constatar que cuando menos hay tres o más memorias del 68: está la de los conservadores, de la que Sarkozy fue una buena muestra; su objetivo es «erradicar la herencia del 68», convertido en la fuente de todos los males que aquejan a las sociedades actuales desde el relajamiento de las costumbres y la falta de autoridad de padres y maestros, al rechazo de la disciplina en el trabajo, a la falta de interés por el mérito y el esfuerzo,…todos ellos valores capitalistas y patriarcales que el 68 se encargó de demoler. Está luego la memoria de los arrepentidos y nostálgicos que celebran el 68 como pecado de juventud pero piden perdón por haberse atrevido a imaginar y a desear un nuevo tipo de sociedad; pretenden exorcizar ese recuerdo inquietante e insistente con reconocimientos periódicos de que era imposible, lanzando una mirada atrás teñida de mala conciencia y de nostalgia. Está por último la memoria de tod@s aquell@s que no se arrepienten de nada y que volverían a salir a la calle si se presentara la ocasión; que lamentan que la revuelta no llegara a más y que se sienten continuadores de lo más vivo de aquellos acontecimientos, especialmente contentos de haber hecho la experiencia de que «el poder somos todos», de que el poder está en la fuerza colectiva de las muchedumbres. También en este grupo podríamos trazar una sutil línea de distinción entre los más políticos o sea aquell@s para quienes el problema del poder y de cómo hacer política en un capitalismo transformado ya entonces, y no digamos en la actualidad, es la cuestión prioritaria y aquell@s otr@s para quienes la experimentación cultural y la creación de prácticas alternativas que acompañen o preanuncien los cambios políticos, es el tema fundamental.

Lejos de las conmemoraciones nostálgicas y de las festividades rememorativas, el 68 representa para much@s una muestra de cómo la fuerza de las pasiones políticas logró trastocar el orden impuesto de las relaciones sociales.

Nota:

(1) Mayo del 68 y sus vidas posteriores, Madrid, Acuarela & A. Machado, 2008.