Dijo el Presidente Piñera que «se cambiarían los fusiles por palas y martillos» pero, dicen ahora, que contratarán 13.000 civiles, -no 15.000 (El Mercurio) y posiblemente 22.000… ¿Serán ellos elegidos entre los más de 9.000 despedidos del servicio público sólo en la Región del Bío-Bío? Varios ministerios han empezado su propia caza de brujas y […]
Dijo el Presidente Piñera que «se cambiarían los fusiles por palas y martillos» pero, dicen ahora, que contratarán 13.000 civiles, -no 15.000 (El Mercurio) y posiblemente 22.000… ¿Serán ellos elegidos entre los más de 9.000 despedidos del servicio público sólo en la Región del Bío-Bío?
Varios ministerios han empezado su propia caza de brujas y esto está siendo documentado por la ANEF.
Sería menos brutal si esos contratos fueran para apoyar esos despedidos, es decir, los terremoteados, maremoteados, sufridos y además, golpeados y «bajoneados» en demasía por este desempleo inmoral: esta nueva medida empresarial del gobierno. Poco probable, porque vemos que el reflejo es favorecer al sector empresarial duro. Los 1.200 «conscriptos voluntarios» de los que habla el General Fuente-Alba [1] para la reconstrucción parece una manera adicional de no cumplir eso de cambiar fusiles por útiles de reconstrucción. ¿Será, la explicación, que la decisión evidente del plan de incorporar a los militares al gobierno implica tenerlos «listos para otras eventualidades»?
Ahora bien, ¿con qué fondos se pagará esto? Porque escuchamos la mentada «eficiencia empresarial» pero, de soluciones reales, harto poco. Por ejemplo, la intendente del Bio-Bio habla de que sólo habrá mediaguas… pero nada de casas. Sabemos de la incapacidad de este magro tigre chilensis, bueno para especular y hacer fortunas célebres a gran velocidad pero que no tiene capacidad industrial de construir esas casas necesarias con rapidez y eficiencia. Es la misma potencia constructora que no quiere reparar los daños de sus construcciones irresponsables… o los que dicen que no tienen que pagar porque la «norma anti-sísmica era de 8,8 en Escala Richter. Porque nuestros vecinos y hermanos argentinos tienen la capacidad de hacerlo y con mejor calidad. Y también puede ser obtener una licencia de construcción (o ampliarlas para el sector público) de casas prefabricadas canadienses. Y hablo de casas, como las que hay en Punta Arenas y que son casas… no las mediaguas de la Intendente ya mencionada.
Sin embargo cuando ya varios chilenos hablan, con razón, de que hay recursos para pagar todo eso… y con creces, el gobierno y sus ministros ponen el grito en el cielo: «No a ponerle impuestos a los empresarios («¿que no ganan suficiente?») Tampoco a las mineras, sean de Luksic o de otros pobretones del mundo: «Puede asustar la inversión» (Se refieren a la misma inversión que mantiene a Chile con las peores normas de flexibilidad laboral, con la más alta inequidad de la región, con salarios bajo $170.000 para un 68% de los salariados, e hipotecados en un 40% por el crédito con el que los empujan al consumismo… Todo esto no es ninguna maravilla como para preservarlo). Nos han vendido la Teletón, esa excusa de la inequidad para apoyar a los ricos en su «caridad» y permitirles negocios adicionales. Pero eso no resuelve nada significativo.
Por ello, la pregunta que se hacen muchos: ¿Hay alguna razón de peso (y no de pesos pesados, dueños de Chile) para que esto no sea pagado con lo que es de Chile, de su pueblo? Me refiero a los Royalties de la minería o, mejor, a una segunda recuperación de las empresas mineras. No sería crimen alguno y quienes lo consideren así serían los mismos que se han enriquecido hasta la saciedad. Extranjeros y chilenos dueños de la minería obligan a Chile a postergar programas e imponen la mediocre «mediagüización» de la reconstrucción. Si es que ésta alcanzase. No olvidemos que la historia es simple: La militarización de la política, al aumentar las luchas por una equidad que para nuestro pueblo sigue bloqueada, bien va a ser «la posible solución» gubernamental/estatal para esos conflictos. No olvidemos que ya han demostrado que la represión en Chile es un reflejo espantoso y execrable. Reflejo contagioso y retrógrado.
¿Las ganancias de la mina Los Pelambres (la que por su tamaño «reemplazaría a Chuquicamata»), del Sr. Luksic y de otras empresas igualmente ventajistas, seguirán protegidas por el gobierno? Usted, Sr. Presidente, ¿no cree que debe gobernar para Chile y todos los chilenos y no para ese ínfimo porcentaje que profita tanto? Quizás si para los magnates, nacidos de la noche a la mañana, esto sea un idioma incomprensible. Canadá, por ejemplo, impone un 14% y más para las industrias extractivas (aunque con Pascua Lama intenten el asalto del siglo sobre nuestra tierra). Pero en Chile, mientras sigamos teniendo gente que vive de modo miserable, con salarios de hambre, con deudas hasta decir ¡basta! y con un terremoto que nos amenazó en lo más profundo, no sólo es lícito echar mano a nuestras riquezas, a ponerlas en relevancia para hacer un país más humano. Es una obligación moral donde sólo quienes no tienen el bienestar de este pueblo como objetivo central y defienden hasta el absurdo de la privatización del mar pueden estar en desacuerdo. Pero las luchas por su dignidad, que el pueblo va identificando, van también a aumentar aunque nos amenacen de que «la seguridad es la prioridad número uno».
José Venturelli es Pediatra
[1] http://www.lanacion.cl/ejercito-contratara-a-13-mil-civiles-para-reconstruccion/noticias/2010-04-01/231048.html
Fuente: http://www.elclarin.cl/index.