El 20 de julio de 1957, cuando apareció el periódico Voz de la Democracia, el partido comunista, al que estaba adscrito, era ilegal. Ha pasado medio siglo desde entonces y aunque en 1968 la colectividad recuperó la legalidad, y el semanario ha cambiado de nombre, el esfuerzo de hacer periodismo desde una visión diferente a […]
El 20 de julio de 1957, cuando apareció el periódico Voz de la Democracia, el partido comunista, al que estaba adscrito, era ilegal.
Ha pasado medio siglo desde entonces y aunque en 1968 la colectividad recuperó la legalidad, y el semanario ha cambiado de nombre, el esfuerzo de hacer periodismo desde una visión diferente a la de los medios tradicionales, ha significado sobreponerse al señalamiento de quienes no toleran opiniones diferentes.
«En regiones como el Urabá antioqueño hubo un momento en el que portar el periódico era la excusa para asesinar a alguien», cuenta Carlos Lozano, director del semanario desde 1994. Lozano reemplazó a Manuel Cepeda Vargas, que dejó la publicación para asumir como congresista por la Unión Patriótica y fue asesinado.
El semanario ha sobrevivido a una quiebra que lo obligó a vender
su rotativa entre 1999 y el 2000, y al asesinato de dos periodistas y la activación de dos bombas en sus sedes de Bogotá.
El primer nombre del periódico duró apenas siete años, pues en 1964 y por orden del presidente Guillermo León Valencia, cerró.
«Teníamos un plan B, que era Voz Proletaria. Así pudimos circular casi dos meses después de ordenado el cierre», narra Lozano. Veinte años después y para llegar a un universo mayor de lectores, se denominó Voz.
Esos cincuenta años de trabajo periodístico se celebrarán mañana en Bogotá, en la sede comunal del barrio Marsella, con el tradicional festival que el periódico realiza anualmente, a la usanza de los antiguos medios comunistas en Europa, que combinaban actividades culturales y políticas.
Las bodas de oro llegan también con una propuesta: la de consolidarse como medio de comunicación de la izquierda, aprovechando una coyuntura política que nace del fortalecimiento del Polo Democrático como fuerza de oposición, «para consolidar un proceso de paz con cambios en la vida del país», dice Carlos Lozano.
«Lo importante de estos 50 años no es solo mantener un periódico, sino aportar a la democracia en medio de persecuciones y señalamientos».